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El letargo social del Barça

El número de abonados y socios ha disminuido por la actualización del censo y el traslado a Montjuïc

FC BARCELONA
Imagen de Montjuïc en el encuentro ante el Real Madrid.SOPA Images (SOPA Images/LightRocket via Gett)
Ramon Besa

El Barcelona ha perdido socios, abonados y espectadores desde que ha actualizado el censo y se ha mudado a Montjuïc hasta noviembre de 2024 por las obras del Camp Nou. Hay una seria preocupación en el club desde que el partido del pasado domingo contra el Atlético, uno de los de mayor cartel, registrara la peor entrada de la temporada: 34.568 espectadores, inferior a la del Trofeo Gamper (35.224), menor a la que hasta entonces figuraba como la más baja (38.183 en la visita del Alavés) y sorprendente si se recuerda que en la anterior cita entre azulgranas y rojiblancos acudieron 80.905 aficionados al viejo estadio ahora en obras a la espera de culminar el Espai Barça.

Las cifras son más inquietantes si se tiene en cuenta que hasta 30.778 socios se exponen a ser dados de baja el 1 enero de 2024 por no haber dado señales de vida, una vez ha concluido el recuento y actualización de afiliados llevado a cabo durante ocho meses desde las oficinas del Barça. El número de socios asciende hoy a 110.531 cuando en el último censo sumaban 141.309. El proceso de digitalización afecta también a las peñas y de momento el número de peñistas supera los 25.000 y el de las peñas pasa de 1.270. Aunque los datos invitan a pensar en una cierta desmovilización social, fuentes del club entienden que se deben evitar comparaciones y si acaso hablar más de un letargo provocado por el cambio del Camp Nou al Estadio Olímpico.

El apego del barcelonismo al Camp Nou ha convertido en una pesadilla la gestión de Montjuïc. La afición no respondió a las llamadas del presidente Laporta, ni a las del entrenador Xavi Hernández, tampoco a la de algunos jugadores, para que acudiera al partido contra el Atlético después de comprobar que no funcionaba al ritmo previsto la venta de entradas, cuyos precios oscilaban entre los 99 y los 219 euros. Más de 15.500 localidades quedaron vacías para un partido muy señalado en la Liga. El temor del Barça es que la situación no mejore para el partido del domingo ante el Girona. La asistencia, condicionada también por el puente festivo, dependerá en parte de la capacidad de movilización del colíder liguero y equipo que dirige Míchel.

Ya se agotaron las 300 entradas a 30 euros de las que disponía el Girona. Queda por saber cuántos aficionados más acudirán a la taquilla en la que hay descuentos de hasta el 50% para los socios barcelonistas y del 25% para los residentes en Cataluña. Los precios de salida van desde los 75 hasta los 169 euros. Aunque el encuentro tiene mucha miga deportiva y social, no se espera en cualquier caso que se repita el efecto Eintracht cuando unos 30.000 seguidores del equipo alemán tomaron el Camp Nou en una contienda de la Liga Europa disputada en abril de 2022. La capacidad de Montjuïc es oficialmente para unos 49.500 espectadores y los abonos que al inicio de temporada fueron reservados por los socios del Barça ascienden a 17.064.

El número es muy inferior al de muchos clubs de la Liga y no responde tampoco a las previsiones del Barça. Hasta 62.722 de los abonados al corriente de pago se acogieron al año de excedencia propuesto desde la entidad por el traslado al Estadio Olímpico. Todavía habría podido ser peor si la directiva no se hubiera corregido a tiempo con la política de precios dispuesta inicialmente después de observar que sería imposible alcanzar el número previsto: 27.385 sobre un total de 85.000. La alternativa fue rebajar los precios un 50% hasta conseguir la inscripción de más de 17.000 socios que deben renovar partido a partido su voluntad de acudir al campo seis días antes del encuentro y sin saber cuál será su asiento —solo se sabe la zona— en Montjuïc.

La alternativa telemática no siempre favorece la participación

El modelo de gobernanza y de propiedad del FC Barcelona, garantizado reiteradamente por la palabra del presidente Joan Laporta, es hoy cuestionada por algún sector del barcelonismo, no solo por la dificultad del club para capitalizarse —no es una SAD— sino por su endeudamiento y por los índices de participación de los socios en las decisiones más importantes de club —elección de presidente al margen—, especialmente en la Asamblea. Aunque la cita ya es telemática, solo un máximo de 462 compromisarios de los 4.451 convocados estaban conectados en el momento de aprobarse en octubre pasado el presupuesto para 2023-2024.

La actualización del censo abierto en marzo se ha cerrado con la sorpresa de que 30.778 socios no han cumplimentado el proceso presencial —previa cita en la Oficina de Atención Barcelonista— o digital, que incluye rellenar un formulario con los datos, una foto y una grabación de voz, trámite pesaroso para muchos socios mayores, según han denunciado al propio Barça.

Ante la posibilidad de desinformación o de error, y después que el número de socios haya pasado de 141.309 a 110.531, el club ha decidido mantener activas las diligencias y las comunicaciones, después de advertir que no estar al día supondrá ser dado de baja a partir del 1 de enero de 2024. La última actualización se hizo en 2012, durante el mandato de Sandro Rosell, y el número de socios ya había pasado de 170.110 a 144.756.

La digitalización del carnet de socio y también de peñista se considera imprescindible con vistas al Espai Barça y al nuevo Camp Nou que tiene previsto abrir sus puertas a partir de noviembre de 2024. Hay más de 10.000 peticiones para ser abonado de acuerdo a la última lista de 2018.

El club pretende poner al día el censo —hay la sospecha de que además de fallecimientos no notificados puede haber alguna bolsa de fraude— y, a tal efecto apremia a los socios todavía en falso, que en algún caso demandan más facilidades y reiteran querer pagar el carnet de socio para no ser dados de baja a partir del mes de enero de 2024.

La asistencia ha sido muy regular en los partidos de la Champions: 40.989 contra el Amberes; 41.409 frente al Shakhtar y 43.533 ante el Oporto. También fue relevante la conseguida en el clásico femenino: 38.707. Alcanzó el punto cumbre en el Barça-Madrid de Liga: 50.112. Y ha sido discontinua en la Liga. Las causas son multifactoriales: los horarios —últimamente a las 21.00 horas—, la climatología —las temperaturas rondan los 8º—, los precios —considerados excesivamente caros—, el transporte —no se puede acceder en coche y hay que recurrir al metro, bus, lanzaderas, escaleras mecánicas o subir a pie la montaña olímpica hasta alcanzar el estadio Lluís Companys—.

Hay todavía más causas que limitan la afluencia, muy especialmente la mala visibilidad que hay desde algunas localidades —así se reconoce en el precio de las entradas afectadas— y en menor media la falta de espectáculos que abriguen el partido y fomenten la concurrencia especialmente de los turistas de Barcelona. Los socios se quejan precisamente de que el club reserva las mejores entradas para los espectadores que están de paso por Montjuïc. El consumismo, además, apenas existe si se compara con las actividades y posibilidades que ofrecía el Camp Nou con ofertas como la del Museo. Las cuentas del club azulgrana contemplan precisamente unas pérdidas de al menos 55 millones para la temporada en curso por el traslado a Montjuïc.

El factor campo no se refleja por tanto de igual manera en el Estadio Olímpico que en el Camp Nou, al menos a efectos de expectación, militancia activa o presencialidad, sobre todo en los partidos de Liga. La media de espectadores registrada en el viejo campo durante la temporada 2022-2023 fue de 83.497 —la capacidad era para 99.354—. Ahora ya no existe la posibilidad de acudir al asiento libre, ni hay entradas infantiles ni tampoco derechos adquiridos para los abonados del Barça. La diferencia entre la presencia de espectadores un campo y otro, sin embargo, es muy notable y confirma de alguna manera que muchos socios han optado por aguardar en la sala de espera el regreso al nuevo Camp Nou anunciado para 2024.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.
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