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El Valencia Basket y el minuto de silencio más doloroso de la historia de la Fonteta

La afición del conjunto valenciano se emociona en el primer partido de un equipo profesional en la ciudad después de la dana

Valencia Basket (i) disputa, hoy martes, su primer partido oficial después de la dana enfrentándose, en la octava jornada de la Eurocup, a Cedevita Olimpia Ljubljana (d).
Valencia Basket (i) disputa, hoy martes, su primer partido oficial después de la dana enfrentándose, en la octava jornada de la Eurocup, a Cedevita Olimpia Ljubljana (d).Miguel Ángel Polo (EFE)

La afición de la Fonteta nunca se pudo imaginar que 60 segundos pudieran doler tanto. Después de décadas en las que ha pasado de todo, como el terrible incendio del edificio de Campanar del pasado mes de febrero, con minutos de juego que se hicieron largos y minutos que se hicieron cortos, llegó lo inimaginable: una catástrofe que ha arrasado media provincia y que ha dejado más de 200 muertos, toneladas de barro y pueblos arrasados y arruinados. Toda Valencia llora la catástrofe desde hace días y este martes la tristeza se condensó en el viejo pabellón durante un minuto de silencio que traspasó el corazón de la hinchada.

Al frente de todos, Juan Roig, el propietario del Valencia Basket, que también ha perdido a amigos cercanos, como Miguel Burdeos, consejero del club, y Vicente Tarancón, presidente de Luanvi, la marca deportiva que viste al equipo. El mecenas se puso en pie durante el minuto de silencio al lado de su mujer, Hortensia Herrero, dos de sus hijas y su hermano Fernando, presidente del Villarreal de fútbol. La plantilla, todos con crespones negros, con la mirada hundida en el parqué, volvía a su casa después de aplazar tres partidos: uno de la Eurocup —el que le enfrentaba al Lietakabelis lituano— y dos de la Liga Endesa.

Este es el primer partido de un equipo profesional en Valencia después de la dana que ha cambiado a los valencianos para siempre. El momento solemne recorrió todos los rincones del pabellón de la Fuente de San Luis a unos meses de su ‘cierre’ simbólico para que el equipo ‘taronja’ se traslade, ya en 2025, al enorme y fastuoso Roig Arena, ya casi en pie y al que se le puede ver la piel a unos metros de allí.

No fue un partido más. Ni mucho menos. Había un choque de la Eurocup en juego, un liderato que defender, una racha de seis partidos invicto que estirar, pero la cabeza estaba en otra parte. Quizá en Paiporta, Picanya, Chiva o quién sabe dónde. La Fonteta no podía ser una fiesta esta vez. Cómo lo iba a ser si cuando un aficionado llegaba a su butaca se encontraba una cartulina con la ‘senyera’ y un crespón negro.

Esta vez también tuvo su protagonismo la gente, sobre todo jóvenes, miles de jóvenes, que se han volcado durante dos semanas con su energía juvenil para intentar levantar otra vez todos los pueblos engullidos por la riada. ‘’Gràcies a tots’ (gracias a todos) y ‘Voluntaris herois (voluntarios héroes) ponía en un par de pancartas en una esquina, donde lleva años ubicada la Peña Nacho Rodilla.

El Valencia es una de las entidades que más se ha volcado con la dana. En la vecina Alqueria del Basket han pasado desde ciudadanos rescatados en las horas posteriores al tsunami a soldados que vinieron a ayudar en los municipios dañados por el agua. El equipo de Pedro Martínez puso todo de su parte para dar una alegría a toda su gente y logró la victoria frente al Cedevita Olimpia Ljubljana (109-80). Siete de siete.

Ahora, llegado el momento de retomar la rutina competitiva, el club, muy sensible con lo ocurrido, propone 15 acciones solidarias en los primeros 15 partidos, entre el masculino y el femenino, después de la tragedia. La primera ha sido dar visibilidad a la iniciativa de José Simeón, el base de Silla que jugó en el Valencia Basket entre 2002 y 2011. Ahora, a sus 33 años, este joven es bombero y pretende comprar material, como motobombas e hidrolimpiadoras, para ayudar a limpiar e intentar restablecer la normalidad en todos los pueblos embadurnados de lodo.

La hinchada manifestó su emoción en todas las acciones que se hicieron durante el partido de la Eurocup para recordar estos días imposibles de olvidar. Aunque también entristecían los huecos naranjas que se veían en el graderío. Muchos vecinos de todos estos pueblos están enfrascados en su supervivencia, en limpiar sus casas, en conseguir comida, en reponer sus negocios. El Valencia ha intentado ayudarles asumiendo el 50% del coste del pase de los abonados procedentes de los pueblos afectados, pero ahora mismo, además, no es fácil circular por una red de carreteras muy dañada. Seguro que hay días más propicios, en el futuro, para regresar a la Fonteta o, quién sabe, hacerlo ya en al Roig Arena. Pabellón nuevo, vida nueva.

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