El Barça se descompone en Bolonia
El equipo azulgrana, tan afinado de inicio como catastrófico al final, desaprovecha una renta de 16 puntos y cae de forma pasmosa ante la Virtus (81-75)
Asomaba el Barcelona por Bolonia con recelo porque era una duelo en la élite, el segundo de la Euroliga visitaba al tercer clasificado, una Virtus que está siendo la revelación del torneo, equipo vigorizado desde que Luca Banchi supliera a Sergio Scariolo en el banquillo, toda vez que está multiplicando el rendimiento de sus jugadores. Ninguno como el del ala-pívot georgiano Tornike Shengelia, MVP de la Euroliga hasta el momento. Pero el duelo, las luces y el éxito de la noche fue para Lundberg, que metió todo lo que tiró y propició una remontada que sonrojó a un Barcelona que se quedó en los huesos, patidifuso porque desaprovechó una renta de 16 puntos.
Advertido el equipo azulgrana de la fiabilidad de Shengelia, el técnico azulgrana decidió que Da Silva fuera su sombra de inicio, bien ayudado por las coberturas de Vesely. Trabajo de zapa que desdibujó de inicio al georgiano y que exigió reformularse a la Virtus, capaz en cualquier caso de circular la bola a la velocidad de la luz, de definirse también con los tiros exteriores. Sobre todo de Hackett y de Lundberg. Ocurrió, sin embargo, que el Barcelona, excelente en el ejercicio defensivo, cerró muy bien la botella y privó que los hombres talludos de la Virtus aparecieran bajo el poste, del mismo modo que no había muñeca ni tino para expresarse con los lanzamientos de media distancia. Un castigo que el Barça extendió con su ataque abrasador, por dentro y por fuera, bajo el aro y desde la periferia. Así, mientras Kalinic, Laprovittola y el francotirador Abrines penalizaban con sus triples, Vesely y un dictatorial Hernangómez imponían su ley en el poste bajo, también para subrayarse en los rebotes en las dos canastas. Una oda de buen baloncesto que descomponía al rival y a Shengelia, peleado con los pívots azulgrana y con la red propia, al punto de que se le veía en ocasiones con el paso pesaroso y la cabeza gacha, negando y entre reproches. El mejor de la Euroliga no podía decir ni pío ante un Barça que se mostraba más equipo que nunca, sólido en defensa y alegre en ataque, al punto que llegó a tener 16 puntos de ventaja (20-36), recital que al entreacto acabó con un expresivo 33-45. Pero Shengelia tiene baloncesto y carácter, también Lundberg.
Sucede que este Barça, como ocurriera también en el pretérito imperfecto de Jasikevicius en el banquillo, sufre para mantener el paso y el ritmo, desconexiones preocupantes como la que se le atragantó en el tercer capítulo. No le bastó con refugiarse en Willy, capataz de la botella, y en un Darío Brizuela que va cogiéndole el tranquillo al Barça y a Europa. Más que nada porque Shengelia al fin dijo la suya, bajo el aro o con asistencias chispeantes, además de canastas que azuzaban el ánimo del equipo y del pabellón, como esa que logró con un palmeo sobre la bocina para dejar el choque en cinco puntos de diferencia a falta del epílogo, o ese triple que sirvió para ponerlo en tablas (61-61).
Maldecía Grimau en el banquillo azulgrana, descompuesto porque lo que tan bien había hecho su equipo hasta el momento tan mal y tan difícil le resultaba después de una pájara pasmosa. Defendía horriblemente, los rebotes brillaban por su ausencia y las muñecas desafinaban sin remisión. Y lo que parecía imposible se hizo realidad, pues la Virtus tomó la delantera ante un Barça que tiritaba en los ataques, manos de mantequilla. Despropósito que penaba Lundberg canasta tras canasta (21 puntos), trampolín para ponerse 68-63. Pretendió Vesely junto con Kalinic retomar el hilo al encuentro, pero Lundberg les explicó lo contrario de forma reiterada, con triples que silenciaban cualquier intentona de reacción. Así, a falta de medio minuto se elevó sobre Vesely, firmó un nuevo triple y resolvió la contienda para subrayarle al Barça que su proyecto, rebajado en lo presupuestario —hasta un 20% menguó la masa salarial del equipo— da para competir, pero difícilmente para soñar con Europa, con esa guinda del pastel que solo ha conseguido por dos ocasiones en su historia, en 2003 con Bodiroga a los mandos y en 2010 con Navarro de estilete.
Howard impulsa al Baskonia sobre la bocina
Mejor le fue al Baskonia, cada vez más inspirado y creyente con la nueva era de Ivanovic en el banquillo, firme en la ACB y de lo más resultón en la Euroliga. El mejor ejemplo se dio frente al poderoso Fenerbahçe turco, que vencía de dos a falta de siete segundos para la conclusión del encuentro. Pero Howard, excelente en la noche (28 puntos), anotó un triple para que el Baskonia festejara un nuevo triunfo (80-79). Éxito que compartió el Valencia, capaz de superar en su casa al Estrella Roja (85-81) gracias, sobre todo, a la efectividad de Brandon Davies (21 puntos).
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