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Juicio a España por Rubiales: entre el machismo latente y la respuesta ejemplar

Los expertos en comunicación resaltan que el daño a la marca España se ha visto compensado por la reacción de la sociedad

Manifestación en apoyo a la selección femenina en la plaza de Callao, en Madrid, el 28 de agosto.Foto: Andrea Comas | Vídeo: EPV

Si España fuese una empresa, sus acciones llevarían varios días cayendo. El nombre del país ha copado los medios de comunicación de todo el mundo asociado a las palabras machismo, sexismo o masculinidad tóxica por el beso en la boca que Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), dio a la jugadora Jenni Hermoso tras ganar el Mundial femenino. Los expertos en comunicación consultados coinciden en que el gesto ha supuesto un golpe a la reputación de la marca España, pero a la vez, defienden que la reacción de rechazo social de la sociedad y el proceso abierto por las autoridades para apartarle del cargo pueden ser claves para darle la vuelta a esa percepción negativa y transmitir en su lugar la de un país inflexible con estos procederes.

“Si en el caso Vinicius el debate mundial era si España era o no racista, ahora es si España tolera o no actitudes machistas”, dice al teléfono José María Cubillo, director del Instituto Mesias, un think tank independiente dedicado a monitorizar la marca España. El fútbol, una de las herramientas de soft power que tradicionalmente han alimentado el prestigio de España en el exterior, donde una pregunta habitual a la que se enfrentan los viajeros suele ser sobre si prefieren al Real Madrid o al Barcelona, se ha convertido este año en un quebradero de cabeza.

Cubillo compara lo ocurrido con otro evento que llenó portadas internacionales. “La última vez que hubo una caída tan grande de la marca país fue con el 1-O en Cataluña”. Y explica que el perjuicio no solo viene del impacto negativo desencadenado por Rubiales, sino por lo que España deja de ganar como país por su victoria en el campeonato, o lo que llama beneficio cesante. “Un triunfo de estas características proyecta notoriedad y recuerdo de marca. Es una muy buena forma de atraer futuros turistas que nos tienen en mente para sus próximas vacaciones. Lo que dejamos de ganar es incalculable. No hay gobierno que pueda diseñar una campaña equiparable a ganar el Mundial”. Según un informe de la Liga femenina de fútbol, la repercusión mediática internacional del caso Rubiales ha sido aún mayor que la consecución del título, eclipsando el éxito deportivo.

La idea de que España se ha modernizado planea sobre la prensa mundial, pero regresan las referencias a tiempos oscuros. Esto escribió el lunes el portal financiero Bloomberg. “Para España, ganar el Mundial femenino debería haber sido un momento de celebración. En lugar de eso, dejó al descubierto la masculinidad tóxica que todavía impregna la cuarta mayor economía del euro más de 40 años después del fin de la dictadura de Franco, un periodo en el que el país atravesó un cambio social radical que lo convirtió en una de las naciones más progresistas del mundo”. España queda retratado como un país que ha cambiado para bien, pero donde pervive un machismo latente en ciertos segmentos de la población, como se puede leer en The New York Times. “El beso ha llegado a encarnar la línea divisoria generacional y cultural entre las tradiciones del machismo y el progresismo más reciente que ha colocado a España a la vanguardia europea en cuestiones de feminismo e igualdad”. En la misma línea se expresa The Economist, que titula: “Un escándalo de machismo en el fútbol español opaca los avances del país”. Y añade: “Gran parte de la sociedad ha dejado atrás las actitudes trasnochadas. Pero las élites aún no se han puesto al día”.

La gran pregunta es, ¿tendrá más en cuenta la audiencia el gesto de un representante de España o la respuesta de la calle al mismo? “España no es un país especialmente machista, estamos en la escala baja cuando nos comparamos con la media europea. Creo que va a pesar más lo segundo, esa fuerte reacción social e institucional contra el incidente”, opina Carmen González, investigadora del Real Instituto Elcano.

Con 74,6 puntos sobre 100, España ocupa la sexta posición en la clasificación elaborada por el Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE por sus siglas en inglés). Su directora, Carlien Scheele, niega por correo electrónico que España vaya a perder puestos en ese ranking por lo ocurrido. “España tiene una rica historia de movimientos por los derechos de las mujeres y un alto nivel de concienciación en hacer públicos estos casos y no tolerarlos. Este caso es una oportunidad para acometer un mayor cambio estructural, pero el sexismo en el deporte no es nada específico de España y está muy extendido. La implicación del Gobierno muestra su compromiso en la lucha contra la violencia de género y su voluntad política para mejorar la respuesta institucional”.

Los ríos de tinta sobre el tema parecen no tener fin, y la dificultad para cerrar la crisis es precisamente uno de los problemas, según Eduardo Irastorza, experto en temas de identidad de marca que ha trabajado para administraciones públicas, multinacionales y equipos de fútbol. “Tiene que resolverse en el menor tiempo posible. Esto es clave. Cuando se hundió el barco Costa Concordia en Italia se rescató al pasaje, se encarceló al capitán y se dejó de hablar del tema a los cuatro días. Aquí llevamos una semana con esto. Y se hace bola”.

El alcance de la imagen del beso, visualizada millones de veces en redes sociales y reproducida por medios de todo el mundo es indudable. Ha llegado hasta la sala de prensa en Bruselas de la Comisión Europea, a la que se preguntó por su daño potencial a la reputación del deporte europeo. La ONU ha hablado sobre ello. Y se ha creado una bola de nieve difícil de parar. El ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta, reveló que durante la reunión del G-20 en la India, el tema sobrevolaba las conversaciones. “Una crisis como esta puede acabar con una marca. Hay empresas que han desaparecido por mucho menos, pero con los países se necesita más intensidad”, sostiene Cubillo.

Existen discrepancias sobre si la actuación del Gobierno ha sido lo suficientemente rápida. La vicepresidenta Yolanda Díaz lamentó la “lentitud” del Ejecutivo frente a la agilidad de la FIFA. Pero Iceta respondió que el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) “marca los plazos”, y el Gobierno “no puede disolver una federación ni cambiar al presidente”. El TAD abrió este viernes expediente a Rubiales, pero solo por falta “grave”, por lo que el Consejo Superior de Deportes no puede cesarle, y pedirá una medida cautelar para suspenderlo.

Mientras los días pasaban en ese tira y afloja, el mensaje que ha tratado de colocar el Gobierno es el de un país intransigente con este tipo de conductas. “Lo positivo del caso Rubiales es que España ya no tolera comportamientos machistas”, afirmó este jueves la vicepresidenta Nadia Calviño. El relato se apoya en las protestas callejeras, la indignación de las redes sociales y la condena unánime de la clase política, pero si la situación se enquista, y la salida de Rubiales no es fulminante, corre el riesgo de quedar ensombrecido a ojos del mundo.

En la opinión pública internacional también se han alzado voces elogiando el modo de afrontar la controversia, como en un artículo del columnista de Bloomberg Bobby Ghosh publicado en varios medios internacionales, entre ellos The Washington Post o el portugués Publico. Bajo el título “España enseña cómo afrontar el acoso sexual”, escribe: “La forma en que las autoridades españolas han respondido al flagrante acoso sexual de la estrella del fútbol Jennifer Hermoso encierra una lección importante para las empresas (y las organizaciones en general) de todo el mundo: tomar medidas contra el agresor, incluso cuando la víctima no se queja”.

No puede defender la candidatura del Mundial 2030

La crisis reputacional desatada por el comportamiento de Rubiales ha estallado con la candidatura conjunta de España, Portugal y Marruecos como la gran favorita a organizar el Mundial de 2030 tras la retirada de Arabia Saudí. El único obstáculo a salvar es la opción sudamericana, compuesta por Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile, y cimentada sobre la mística del centenario de la primera Copa del Mundo celebrada en el país charrúa. Será a finales de 2024 cuando las 211 asociaciones que componen la FIFA emitan su voto. El favoritismo de la propuesta liderada por españoles, lusos y marroquíes viene dado por la política de votos en bloque. Cuentan con todos los europeos (55), la mayoría de los africanos (54) y asiáticos (47), más lo que puedan arañar a las 41 asociaciones de Centroameríca y de las 11 de Oceanía.

La candidatura sudamericana solo parte con los 10 de su confederación (Conmebol), pero tendrá complicado arañar la cantidad suficiente de votos del resto de las otras cinco. El presidente de la UEFA, el esloveno Alexander Ceferin, unificó todo el voto europeo cuando el Reino Unido renunció a postularse a cambio de organizar la Eurocopa de 2028. El problema está en que, tras lo ocurrido en la celebración del Mundial femenino, Rubiales no está en condiciones de representar ni a España ni su candidatura ante el resto del mundo. Diversas fuentes conocedoras de los procesos de elección para organizar la Copa del Mundo advierten de que habrá países europeos que no vean con buenos ojos votar por una candidatura con el dirigente granadino, así como en el resto de continentes, dada la magnitud de la repercusión mediática y social de los hechos acontecidos en Sídney. Víctor Francos, presidente del Consejo Superior de Deportes, ya ha advertido sobre ello: “Hace dos semanas estábamos mejor situados para el Mundial 2030 que ahora”.

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, es un exacerbado fiscalizador del cumplimiento de los protocolos y fue testigo directo de la tocada de genitales de Rubiales en el palco, con la reina Letizia y la infanta Sofía a menos de dos metros, y el posterior beso no consentido del dirigente granadino a Jennifer Hermoso. Y el pasado jueves emitió un mensaje personal en redes sociales: “Lamentablemente, la merecida celebración de estas magníficas campeonas se vio empañada por lo que sucedió tras el pitido final. Y lo que siguió ocurriendo en los días posteriores. Esto no debería haber ocurrido nunca. Pero sucedió y los órganos disciplinarios de la FIFA asumieron inmediatamente su responsabilidad (suspensión de 90 días), tomando las medidas necesarias. Los procedimientos disciplinarios seguirán su curso legítimo”, advirtió. Por el bien de la triple candidatura que lidera España, Infantino no desea tener que volver a ser retratado junto a Rubiales en actos de ningún tipo. ·

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