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María Pérez y Álvaro Martín: “Nos gusta la marcha porque somos unos locos”

Los dos atletas españoles, dobles medallistas de oro en el Mundial de Budapest, dialogan sobre su actividad, la vida, el deporte, el fútbol...

Álvaro Martín y María Pérez, durante su diálogo. Foto: SERGIO MATEO | Vídeo: EPV
Carlos Arribas

Jueves por la tarde. Pequeña pradera de césped artificial detrás del podio del que acaban de descender María Pérez (Orce, Granada, 27 años) y Álvaro Martín (Llerena, Badajoz, 28) después de recibir ambos su segunda medalla de oro en el Mundial de Budapest, la de los 35 kilómetros. Bajo el chándal, Pérez, una luchadora, muestra un gran vendaje que comprime su muslo derecho. Aún cojea. 55 kilómetros en cuatro días cada uno. Hablan de marcha, una disciplina que aman, que les hace sentirse especiales. Mantienen una relación íntima con el dolor, con el sacrificio. “Somos unos locos”, dice en un diálogo rápido los dos atletas cuyo éxito permite a España mantenerse segunda en el medallero del Mundial.

María Pérez. No tengo saliva. Cada vez que me subo al podio y escucho el himno, me cuesta las lágrimas, y me acuerdo de todos, de mi amiga, de mi equipo. Siento que todo el trabajo que hemos hecho ha dado su fruto. Es un momento que para mí deberían estar ellos ahí también conmigo más que yo sola.

Álvaro Martín. Te acuerdas de mucha gente, te acuerdas de todo el trabajo que hay que realizar, de todos los sacrificios que hay que hacer y, de los días de monje en Font Romeu. Es muy bonito. María, tú tienes mucha más calidad que yo, y para mí, quizás, será más difícil volver a ser campeón del mundo…

M.P. ¿Más calidad? Yo siempre he dicho que no hay que tener talento. Al final, el talento nace del trabajo, del esfuerzo y del sacrificio que hacemos los deportistas. Yo lo resumo así. El talento ayuda, pero no hace falta un talento como tal. Tenemos un carácter que no todo el mundo lo tiene, pero eso también nos hace ver las cosas de diferente manera, de disfrutar las cosas, y hasta en los malos momentos buscamos soluciones rápidas. Tenemos que tomar responsabilidades y decisiones en milésimas de segundo.

Á.M. Digas lo que digas, tienes mucha más calidad que yo, lo sigo insistiendo. Hace 10 años de mi primer mundial, en Moscú 2013, con 18 años. Allí fui el 24º. Esta es la sucesión de estos 10 años ininterrumpidos intentando estar en la elite, cada vez trabajando más. Así que alguien dirá qué suerte, ha ganado dos medallas de oro, pero yo digo que hay muchísimo trabajo ahí detrás, muchísimo esfuerzo desde el primer Mundial hasta el último. Hay que valorar estas medallas por aquellos éxitos que no han salido en las grandes competiciones.

M.P. La marcha en nuestro país es muy importante. Ha dado grandes resultados, y, de hecho, la mayoría de las medallas mundiales viene de la marcha atlética. El futuro avanza, el deporte avanza, y nosotros también pedimos que nuestra disciplina avance. Avance para mejorar. En la era que nos movemos necesitamos avanzar con la tecnología y necesitamos que nos ayuden también porque todo lo que estamos haciendo es para que en París no se pierda la distancia larga, porque es muy atractiva, y, por ejemplo, yo que he hecho dos veces el 35 mixto, salir con hombres y a veces ser mejor que algún hombre es atractivo, y se puede vender.

Á.M. El problema es que ha cambiado mucho la forma en que se consume el deporte. Antes, la gente estaba allí viéndolo o lo seguía a través de la televisión. Ahora, se ve en los teléfonos, en Twitch… y eso hace que cambie mucho tanto el producto como el espectador que lo consume. Y, sí, María, tienes razón, se debería implementar el chip para ver la pérdida de contacto del pie y hacer la marcha más objetiva, ya que el espectador a veces se pierde.

M.P. Y más atractiva para la televisión...

Á.P. Los marchadores estamos dispuestos a entrar en un proceso de hablar sobre el futuro de nuestra disciplina, pero queremos ser la voz. Muchas veces estas decisiones se han tomado sin habernos preguntado.

M.P. No somos unos quejicas. No somos unos llorones. Vivimos en una sociedad en la que lo más fácil es criticarnos. Critican si salen malos resultados... A veces criticamos sin saber, ¿no? Podemos criticar cómo un panadero hace el pan, pero lo que hace ese panadero para hacer ese pan de levantarse a las tres o las cuatro de la mañana para poder hacerlo... a veces no hay que criticar sino ponernos en la piel de esa persona y ver las cosas que suceden. Hasta que no cambie nuestra manera de ser, y que intentemos ser menos egoístas en la sociedad, no cambiará eso.

Á.M. Llevábamos viendo que World Athletics [federación internacional] nos hacía pequeños feos que cada vez iban a más a más, a más...

M.P. El último, este Mundial, la transmisión televisiva de World Athletics no dio en directo tu victoria en los 20 kilómetros, la primera final del Mundial... Es un feo a mi disciplina. La primera final, la primera medalla... ¿A que eso no ocurriría en la final de los 100m o en los últimos 100m de un 10.000? Son pequeños feos que te sientes... Joer, vengo a abrir el Mundial... A veces parece que criticamos, reivindicamos, y solo pensamos que nos merecemos un respeto. No pedimos ni queremos nada, y si pedimos siempre es en base a los resultados que hemos tenido. No pedimos más que nadie.

Á.M. El atletismo es tan diverso y tan enriquecedor que se podría hacer un producto muy chulo para disfrutar tanto de ver a Tentoglou saltar para ganar el oro en el sexto salto de longitud como estar viendo a Ingebrigtsen perder la final de 1.500m. Que el espectador que está en el estadio esté viendo tantas pruebas a la vez es lo que hace que sea enriquecedor. Y también la marcha.

M.P. Soy marchadora por la historia que tiene, por lo que representa la marcha. Hablamos de marcha, pero en realidad hablamos de caminar. Es que todo el mundo practica marcha atlética. Puedo decir que practico la disciplina que todo el mundo practica a diario.

Á.M. Hay que estar loco para hacer marcha. Hay que llevar una vida espartana, pero yo soy muy competitivo, me gustan los retos. Hay ciertas endorfinas que segrego cuando voy sufriendo mucho, y a mí... He sido corredor y he sido medallista nacional siendo corredor, pero lo que yo he generado marchando, ese sufrimiento, no lo he generado en otras disciplinas en el atletismo. Es algo que me encanta, esa vida monacal, casi estoica, que tenemos que vivir los marchadores. Esto te tiene que gustar, porque si no, no te ibas a levantar a las 3.50 de la mañana para desayunar.

M.P. Estamos muy locos, la verdad, y después de hacer 55 kilómetros en cuatro días... Santa Teresa acompaña a Jacinto, mi entrenador, hasta jugando al Uno... Y yo tengo ese mismo carácter de la santa de poner firme a la gente. Cuando tengo que estar de bromas, mis compañeros lo saben, soy la primera en estarlo, pero cuando tengo que estar seria, lo estoy. Es un carácter innato. Es la manera que he vivido con mis padres, cómo me han educado. Soy quien soy gracias a mis padres y a la tierra, a Orce. Lo explico muy sencillo. Muchos jóvenes que estén compitiendo aquí habrán tenido una vida muy fácil, pero yo sé lo que es trabajar en el campo en verano, cuando he terminado la temporada, trabajar en el ocio nocturno también... Mis primeros callos en la mano me salieron con seis añitos cuando me fui a acompañar a mi padre a trabajar al campo. Te curte estar en un pueblo, y me siento muy orgullosa de estar en un pueblo, y lo digo, el día que sea madre me gustaría que mis hijos sigan viviendo en un pueblo, que sigan educándose en un pueblo. Son valores que en la ciudad no se pueden tener...

Á.M. ¿Ah, tenéis planeado Noe y tú ser madres pronto?

M.P. Bueno, ahora vamos a planificar los próximos Juegos, París 24, Los Ángeles 28 (risas)…, pero sí, sí, me gustaría ser madre alguna vez.

Á.M. Y Santa Teresa es la patrona de los abogados...

M.P. Y también buscaba las endorfinas en el dolor... Lo has dicho tú, Álvaro, nos gusta la marcha porque somos unos locos, jeje... Te viene un dolor y los médicos te dicen, bueno, si no quieres, no hagas los 35, tu plaza está en los 20... Y yo digo, quiero terminarlo. Es un reto que personalmente teníamos los dos, ¿no, Álvaro? Nos salió redondo y el acompañarnos uno a otro me hace feliz. He vuelto a recordar el 2018, el año que los dos ganamos el Europeo de Berlín marchando a la vez, y los dos en la meta... Son los pequeños momentos que se quedan entre amigos los que al final duran toda la vida...

Á.M. Valen más que los 140.000 dólares que nos llevamos de premio...

M.P. Más se llevan en el fútbol... El dinero es lo de menos. Yo no estoy aquí por el dinero. Si estuviese en el atletismo por dinero...

Á.M. Y yo estaría haciendo otra cosa. Estaría trabajando... Y, ya que hablas del fútbol, no nos fastidia, ¿eh? Estamos supercontentos del triunfo de las mujeres en el Mundial. Es histórico. A mí lo que me da rabia, incluso yo me pongo en la piel de las chicas, es una faena el incidente que ha pasado con Rubiales... Si se va a recordar lo del Mundial femenino va a ser por ese gesto antes que por el pedazo de Mundial que han hecho.

M.P. No me importa compartir éxito con ellas. Eso quiere decir que el deporte femenino en España está en auge en todos los sentidos y que no solo es el fútbol referente sino que el atletismo puede ser referente para las pequeñas y jóvenes que vienen por detrás. En España la sociedad ama el fútbol y eso no va a cambiar.

Á.M. A mí también me gusta el fútbol, ¿eh? El Leganés y Butarque...

M.P. Y yo he jugado al fútbol, y he tenido de compañera a Esther González y he estado viendo el Mundial... Y esta mañana me levanté con un mensaje de ella. Nos admiramos unas a otras y eso es lo que hay que hacer, admirar a nuestros compañeros. Y que por desgracia se recuerde un Mundial más por una cosa fea que por un hecho histórico... No sabemos cuándo se volverá a ganar un Mundial…

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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