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Martina Terré, portera de la selección: “El waterpolo es un estilo de vida”

La guardameta de España es el símbolo de la regeneración de un equipo que vuelve a la final del Mundial

Martina Terré Mundial de Natación
Martina Terré para un tiro a la australiana Tilly Kearns, durante las semifinal del Mundial.FRANCK ROBICHON (EFE)
Diego Torres

”Esto es un estilo de vida”, dice Martina Terré, abriendo los ojos oscuros como periscopios. “Cuando pasas diez días fuera de la piscina y te metes al agua se te arrugan las manos como pasas. Yo paso una semana fuera del agua y me atormento la cabeza. Nuestra musculatura está adaptada al agua. Nos sacas a correr y no duramos ni cien metros”.

Las cosas más importantes del waterpolo suceden bajo la superficie. En el vaso de tres metros de profundidad donde las jugadoras mueven las piernas en búsqueda constante de apoyos, Martina Terré encuentra estabilidad en el líquido. Con solo 20 años, en su primer gran torneo como titular de la portería de España, ha conseguido hacer paradas decisivas, como cuando este miércoles se desplazó de derecha a izquierda y emergió para detener un bolazo de Bronte Halligan, que de otro modo habría subido al marcador como 5-4 en el segundo cuarto de la semifinal que la selección acabó ganándole a Australia 10-12. España disputará la final del Mundial de Fukuoka este viernes (11.00, RTVE Play y Teledeporte) ante Países Bajos y el equipo no deja de crecer.

A la generación de las subcampeonas olímpicas de 2012 y campeonas mundiales de 2013 se ha sumado otra nueva, integrada por nadadoras como Paula Camus, las hermanas Ruiz o Martina Terré, que hasta hace poco era júnior y ahora ocupa uno de los puestos más sensibles del equipo. Un puesto que se libera de golpes —el waterpolo es un fiero deporte de contacto— pero que soporta el peso psicológico más grande.

Martina se crió en el barrio barcelonés de Gràcia y estudia Relaciones Internacionales (Estudios Globales) en la Universidad Pompeu Fabra. Como todos los porteros, recuerda el paso que la llevó al arco como un tránsito místico: “Cuando era niña”, dice, “fui jugadora un día y no me gustó porque me pegaron una hostia y dije: ‘Ya no me meto más ahí’. Y me dijeron: ‘Hay una portería, te metes, estás ahí todo el entrenamiento y nadie te va a dar”.

Pronto supo que los golpes que da la portería no se reciben en el cuerpo sino en el orgullo. Aprendió que no se puede evolucionar sin saber exponerse a los desastres morales. Son inevitables. “La mentalidad de un portero se va trabajando”, dice. “Hasta los 14 años sentía que después de cada gol que me hacían yo no podía más. Creía que ese era mi límite. Luego aprendes que un partido empieza en el minuto uno y acaba en el 32. Y si te meten un gol tienes que aguantar. Es un tema mental porque estamos muy solas. Es una satisfacción ver que cuando no llegas a un balón hay un brazo de una compañera que lo para. Pero te sientes sola cuando te la meten y dices: ‘¡Podría haber llegado!’. Y sigues haciéndote preguntas y te vuelven a tirar y no llegas... Hasta que un día aprendes y dices: ‘Que sea lo que Dios quiera; vamos a intentar parar el próximo. Somos personas y todo el mundo se equivoca”.

“Martina es muy joven”, observa el seleccionador, Miki Oca; “debutó el año pasado y ha mostrado que es una gran competidora en categoría júnior. ¿Quién puede predecir el futuro? No lo sabemos. Sabemos que tiene muchas posibilidades y que tiene una maestra como Laura Ester \[campeona olímpica en 2012\] que la ayudará a mejorar en un puesto difícil porque tiene mucha responsabilidad. Cada lanzamiento es un examen de todo o nada”.

Si el cerebro es el primer músculo de la portera, el siguiente es el paquete de fibras que aglutina los cuádriceps y los isquiotibiales. “El trabajo vertical en las porteras es algo definitivo”, dice el seleccionador; “porque en cada defensa de 30 segundos necesitan apoyarse en las piernas para llegar a los balones y desplazarse por la portería a medida que las rivales circulan la jugada”.

Emerger como un tapón, a toda velocidad, para cazar los balones voladores, es la obsesión de las porteras. También de Martina: “La potencia se entrena con saltos y con pesos en la espalda, sacándolo rápido hacia arriba. Estamos cargadas de piernas pero de tronco para arriba tenemos que estar muy avispadas”.

La final de Fukuoka, la cuarta final mundialista que disputa España, consagra a una selección que va como un tiro hacia los Juegos de París.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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