Marc Gasol: “No hay que ser conformista, sino salirse de la norma”
El presidente y pívot del Bàsquet Girona habla sobre su doble papel en el equipo de la ciudad en donde dio sus primeros pasos como jugador profesional
El repicar de los balones sobre el suelo hace eco en el pabellón Fontajau de Girona. El equipo se está entrenando y con ellos Marc Gasol, pívot que hace las veces de presidente. “Te he preparado la bici estática”, le dice un empleado al acabar la sesión. Marc aprueba, pero se disculpa porque tiene una entrevista con EL PAÍS y después una comida con unos empresarios. Siempre va con el tiempo limitado, a la carrera, pero con una sonrisa de oreja a oreja. No mira al reloj, no pone límites y con un discurso pausado y equilibrado, hace honor a sus años en la NBA, pues el trato es exquisito.
Pregunta. ¿La importancia de Marc Gasol y su proyecto se puede explicar con el gesto de la ACB de anular el artículo que impedía compaginar la presidencia con la licencia federativa de jugador?
Respuesta. Creo que se valoró la aplicación de la norma, si tenía sentido o no. Al traducirla a la situación actual, no lo tenía. Imagino que era para antes, cuando presidentes o directivos que no eran jugadores querían vestirse para jugar un finde… No sé. Pero comparto con la asamblea de la ACB que este proyecto era beneficioso para todas partes.
P. ¿De niño jugaba al PC Basket?
R. Sí, teníamos el 4.5. Pero no se parece mucho, ¿eh? Sí que hay una parte, la deportiva, de gestión de jugadores y confección, que podría valer. Pero la gestión del club, que es lo más empresarial y social, que es lo que más me estimula, no se aprende con esa realidad. Eso se aprende poco a poco, estudiando, proponiendo con liderazgo de equipos de trabajo, escuchando y hasta diciendo cosas que no son del agrado de alguien.
P. Pero también es el pívot del equipo. ¿Hay dos Marcs?
R. Se puede decir así. Como jugador todo es mucho más visceral, pero como presidente debes tomar las decisiones con otras pulsaciones. La diferencia entre el jugador y el presidente, interna, es muy grande. Fuera tengo mucha paciencia. Pero en la pista no tengo ese tiempo. Fuera, racional; dentro, pasional.
P. ¿Sus compañeros y técnico le ven como jugador o presidente?
R. Depende del contexto. Aquí los límites se entienden con naturalidad. Yo nunca hablo con mis compañeros o con el míster como presidente. Cuando estamos en otro contexto, entonces sí que el uso es el de la cadena de mando. Pero siempre somos muchos tomando decisiones, se concilia, se debate. Y si no hay una línea clara, pues entonces sí entro más porque lo tengo claro. Pero con el tiempo he visto que cuando alguien cree en el camino y encaja con lo que yo pienso, aunque no sea exactamente igual, puede mejorar tu visión y el resultado.
P. ¿Quería tener un plan de vida al retirarse?
R. Me gusta moverme por etapas, por retos. Y está claro que la vida deportiva tiene un final. El cuándo lo elige el jugador, porque uno se puede retirar en categorías bajas. Eso va ligado a la inversión de tiempo que le dedicas, a la disciplina que pones… Si eso baja, no puedes esperar que el fin de semana todo salga bien. Y ese es mi barómetro. Cuando veo que lunes, martes y miércoles me motiva más la gestión del club, ya me voy dando cuenta de que esto va llegando a su fin. Pero tengo claro que cuando empiezas algo, la valoración se hace al final y no durante el proceso.
P. ¿Por qué se animó a seguir?
R. Llega un momento en el que no tienes claro nada. Has vivido grandes cosas y ya no es como cuando eras joven. Ahora hay cosas muy importantes como mis hijos, la dirección del club… Pero la parte de jugar, por el compromiso que tengo con estos compañeros, me ilusiona. Y acompañar al equipo a hacer esta transición a la ACB un poco más estable.
P. Pero, ¿se siente más presidente o jugador?
R. Presidente, sin ninguna duda. Por la responsabilidad absoluta de todo lo que pasa en el club. Y aquí pasan muchas cosas y muy deprisa. Es un contexto nuevo y son muchos los proyectos sociales, ambientales, deportivos…
P. ¿Quiere importar el modelo NBA?
R. Se debe aprender de los que lo hacen muy bien. Aunque allí tienen una capacidad económica que aquí no existe, acaso en el fútbol por los derechos de televisión. Por lo que no se puede copiar, sino adaptar a tus capacidades. Hay que ilusionar y enganchar no solo al fanático sino al fan casual, que le gusta el deporte aunque le da igual ganar o perder de 20, ese que quiere ver espectáculo y no solo baloncesto. Por eso traemos un equipo de patinaje de la zona, de baile o música, Dj… Además de ofrecer una buena oferta gastronómica en el pabellón. Eso es importante como también lo es no limitar el contacto de los jugadores. Hay que reeducarlos y hacerles entender que son parte de la comunidad en la que juegan. Tenemos programas de colegios en los que van a dar charlas. O acciones sociales que deben elegir. Les damos opciones: sociales, medioambientales como recoger plástico en el río o mar… No solo vienen a Girona a jugar y a vivir muy bien. Tienen que implicarse.
P. También se ha metido de lleno en los eSports…
R. Nuestro partner es DUX, un referente en eSports. Es una compañía que se sale de lo normal y eso me gusta. Tenían ganas de hacer algo en el basket como también se hace en fútbol con el FIFA. Espero aprender y entender ese ecosistema, cuáles son los objetivos empresariales, cómo funciona y seguir creciendo. Queremos tener presencia y de paso motivar a otros clubes para mirar más allá de lo que siempre se ha hecho. No hay que ser conformista sino salirse de la norma.
P. ¿Valoran ser S. A.?
R. Sí. Dejar entrar a otros inversores en el proyecto supondría que entrara gente con la que compartes valores y visión de club para que aporten en lo económico y para mejorar la entidad. Es necesario abrir ventanas y dejar correr aire fresco porque eso mejorará la casa.
P. ¿Qué valores debe transmitir su club?
R. Metodología, esfuerzo y compromiso. Esos son los pilares desde el principio. Pero hemos crecido tanto… Antes era un proyecto personal, de Marc Gasol. Ahora se identifica conmigo, pero mi imagen se irá difuminando y el club estará por encima porque ya no solo es mi proyecto vital sino de muchas personas. A mí, por otro lado, me apasiona ver a los niños con la sudadera del Girona, verlos jugando, aprendiendo, compartiendo… Más que jugar en el Palau o en otro gran escenario, me enorgullece la base, formar entrenadores y romper la baraja.
P. ¿Y cómo rompen la baraja?
R. Con la metodología y lo que necesitan las nuevas generaciones. Antes, la corrección era por autoridad, porque lo digo yo, chillar, correr… Lo normalizamos y yo venía de esa educación, siempre enfadados y obsesionados con el juego. Ahora, hay que motivarles de otra manera, convencerles de que les gusta, de que se lo pueden pasar muy bien. El padre debate al entrenador, a veces para bien o para mal, pero hay que escuchar. O los padres se meten con el árbitro, con su hijo, y esto hay que mejorarlo. Así que un día pusimos a los padres a jugar con los niños en la grada, diciéndoles cosas. Así vieron que se escucha todo, que el niño está pendiente del padre constantemente. Un chasquido, un reproche... Lo oyen. Debemos olvidar el error y vamos a ver cuál es el objetivo como padre, que no es otro que dar confianza. Yo no te corrijo, has fallado, buen tiro y no pasa nada. Por eso hacemos talleres con los padres técnico-tácticos, sobre alimentación, descanso… Es darles herramientas para que entiendan cómo pueden formar parte positiva de todo esto.
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