Wendie Renard, un ejemplo a seguir para Macron

En uno de los primeros agujeros negros de la pandemia, el presidente francés, Emmanuel Macron, aprovechó su discurso de fin de año de 2020 para, con el habitual barniz político de las personalidades de su rango, citar a la capitana de la selección de fútbol, Wendie Renard, como un ejemplo a seguir en esos tiempos de zozobra. “Ha vivido una temporada difícil, pero sacó la fuerza del alma para ganar con su club de siempre [el Lyon] su séptima Champions. Un récord. Ella fue capaz de hacernos soñar en este periodo gris”, proclamó el mandatario. Un inesperado elogio que la jugadora correspondió al instante: “Orgullosa de que mis actuaciones sean reconocidas por nuestro presidente. Estoy muy feliz de ser considerada un ejemplo”, agradeció. No era, en realidad, la primera vez que se cruzaban sus nombres: desde 2017 ya se conocía la simpatía ideológica por el dirigente de esta central de 32 años nacida en la isla caribeña de Martinica. En la campaña electoral de entonces, la jugadora se dejó ver y ovacionar en un multitudinario mitin de Macron en Lyon.

Quién sabe si dentro de cinco meses, en el próximo discurso navideño del presidente galo vuelve a haber una referencia a Renard, la líder en el campo de una selección que este miércoles disputa contra Alemania (21.00, TVE) las semifinales de la Eurocopa, la cota más alta en la historia de Les Bleues. Nunca en un torneo internacional habían superado los cuartos (esta vez lo hicieron con un penalti en la prórroga ante Países Bajos, 1-0), un dato sorprendente toda vez que Francia ha alumbrado al equipo más exitoso que se conoce en el fútbol practicado por mujeres, el Lyon, ganador de ocho Ligas de Campeones, todas ellas con esta defensa de melena de león en la plantilla.

Propietaria de un currículum único en el fútbol de clubes (15 Ligas, 102 partidos en Champions y ocho Copas de Europa en 10 finales), la futbolista mejor pagada de Francia busca otro salto con una selección castigada en ocasiones por un vestuario convulso. Los antecedentes, eso sí, no les favorecen: han salido derrotadas en los cuatro encuentros oficiales contra las germanas y su rival aún no ha encajado un gol en la cita de Inglaterra. “Hay que jugar con inteligencia, controlar y las emociones y no entrar en pánico. Aquí solo se habla de los ganadores. El objetivo es solo el trofeo”, afirmó este martes.

El ‘problema’ inicial de la altura

Francesa de ultramar, su (el) primer referente (de Wendie Renard) tuvo que ver más con su origen geográfico que con su nacionalidad. En su localidad costera de Schoelcher, no tan lejos de Brasil, el jugador que le tiraba era Ronaldinho. Su madre y sus tíos practicaban balonmano, pero lo suyo era el fútbol, así que a los 14 años su entrenadora le tramitó una prueba en la Francia continental, en la sede de la federación de Clairefontaine. El examen no le salió bien, pasar del Caribe al frío de la periferia parisina la había destemplado -adujo después-, pero por suerte para ella su tutora de Martinica movió los hilos con un amigo que tenía en el Lyon y le concertó otro test. Y ahí sí, lo superó, se quedó e inició una etapa que todavía dura, desde los 16 años, en el conjunto más laureado. Acaba de renovar hasta 2026 y en los despachos aspiran a convertirla en su “Paolo Maldini”, mujer de un solo club, una one club woman.

Alta, fibrosa, su fútbol se distingue por un buen pie y un poderoso juego aéreo apoyado en su 1,87. Curiosamente, lo que hoy es una virtud, en sus inicios lo consideró lo contrario. “Al principio de mi carrera me tomaba la altura como algo negativo, me costaba aceptarla. Y con el paso de los años, trabajando con entrenadores y preparadores físicos, comprendí que tenía que convertirse en una ventaja. Ahora ya sé que soy una pieza esencial en las jugadas a balón parado”, comentaba hace dos años en una entrevista con la web de la FIFA. Por el aire ha logrado la mayoría de sus 33 goles en 134 partidos con Francia. Ahora le espera Alemania. Macron estará atento.

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