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El Alcoyano por encima del Real Madrid

En la temporada 1947-48, los blancos evitaron el descenso en el último partido y fueron cuartos por la cola

Alcoyano
Soria, del Alcoyano, celebra su gol en el Bernabéu ante Bañón, Ipiña y Huete en 1947

La temporada 47-48 el Madrid pensaba empezarla en el Nuevo Chamartín, pero las obras se retrasaron hasta diciembre, así que le tocó iniciar la Liga de nuevo en el viejo Metropolitano, donde ya jugó la anterior. Su primer visitante fue el Alcoyano, regresado a Primera tras una fugaz estancia dos cursos antes.

Jugar en el Metropolitano complicaba las cosas. Los socios del Atlético tenían derecho a asistir igual que los del Madrid, con lo cual no quedaba margen para vender entradas sueltas por partido y sólo medio campo animaba al Madrid, el resto más bien al contrario. La temporada anterior (primera de Molowny en el club) la acabó en un discreto séptimo puesto (sobre 14), pero lo había compensado ganando la Copa y con una victoria de prestigio sobre el San Lorenzo de Almagro en su celebérrima gira por España. Fue el único equipo que les ganó.

Afrontaba la temporada con esperanza, aunque falto de buenos refuerzos por la escasez de dinero y con demasiados veteranos. Empezar con el Alcoyano parecía ideal pero los alicantinos, con su estilo luchador e incansable, arrancaron un 2-2. De ahí en adelante, Madrid se movió incómodo de la tabla, y así llegó al inicio de la segunda vuelta, recién estrenado el Nuevo Chamartín. La devolución de visita al Alcoyano, el 4 de enero, acabó en 2-1 para los locales. El Madrid quedó cuarto por la cola.

España ardía entonces en el debate de la WM (disposición en 3-2-2-3 en lugar del 2-3-5 que imperaba antes), táctica con la que ese San Lorenzo había asombrado en su gira. Era común en toda Europa y América, pero España vivía aislada y sólo algún vanguardista informado (empezó Benito Díaz en la Real) sabía de ella. En vísperas del Alcoyano-Real Madrid, Marca publica una entrevista con Balaguer, entrenador de los alicantinos, que refleja el debate. El entrevistado es escéptico: “Aquí la juegan dos: el Sevilla, que es líder, y la Real, que es última. Lo que cuenta no es la táctica, sino los jugadores”.

Muchos entrenadores se resistían o lo intentaban con malos resultados. Bajaban al mediocentro a defensa central y desplazaban a los defensas del viejo 2-3-5 (generalmente grandotes y chocadores) a los laterales, para lo que no eran aptos. También fracasaban los viejos medios-ala, acostumbrados a marcar a los extremos, obligados ahora a cubrir entre los dos el ancho que antes cubrían tres. Eso se resolvía haciendo retroceder a los interiores a apoyar el medio campo, pero éstos a su vez no tenían fondo para ello. Para las nuevas funciones hacían falta otras habilidades, pero no era fácil prescindir de titulares consagrados.

Una semana después de la caída en Alcoy, el Madrid perdió en casa con el Nàstic y ya fue el colmo. Bernabéu, con dolor de su corazón, relevó a Quincoces, leyenda del club, y tras dos semanas de interinidad de Albéniz, el preparador físico, cerró la contratación de un entrenador inglés, Míster Keeping, en busca del secreto de la WM.

Míster Keeping vino sin hablar nada de español. Le sirvió de intérprete Sabino Barinaga, criado en Inglaterra. Su llegada provocó curiosidad y esperanza, pero empezó con tres derrotas y un empate. Corría una rechifla: campo de primera con equipo de segunda. La primera victoria llegó en la 25ª jornada, en el campo del Sevilla, donde fue recibido entre gritos de “¡A Segunda, a Segunda…!”. Se llegó al descanso 0-3 entre gritos de “¡Tongo, tongo…!” que enfurecieron a los jugadores sevillistas y provocaron una reacción que dejó el marcador en 2-3.

Esa era aún la única victoria de Keeping cuando llegó la última jornada. Bajaban dos y promocionaba uno. Los cuatro últimos eran Real Madrid (19 puntos), Sabadell (19), Sporting (18) y Real Sociedad (18). El Sporting tenía ganado el goal average al Madrid, así que con hacer un punto más que estos les condenaría. El Madrid recibía al Oviedo (al que había regresado Lángara), que en la primera vuelta le había clavado un ominoso 7-1. “El Madrid, por primera vez en su historia, en trance de descenso”, tituló Marca. El Sporting recibía al Atlético, que no se jugaba nada, así que Bernabéu ofreció al eterno rival 100.000 pesetas por ganar el partido. Lo ganó, en efecto, 2-7 nada menos. Y aunque se hubiera salvado igual porque batió al Oviedo 2-0, el Madrid pagó lo prometido. Terminó cuarto por la cola, un puesto por debajo del Alcoyano.

Y en Alcoy aún es timbre de gloria el recuerdo de aquella liga en la que el equipo quedó por delante del Madrid.

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