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“¡Garbiñe, hermana, ya eres mexicana!”

La organización y el público de Guadalajara han arropado a la hispanovenezolana y a Paula Badosa durante la Copa de Maestras

Garbiñe Muguruza, tras ganar el tercer partido. Vídeo: EUROPA PRESS | EFE
Diego Mancera
Guadalajara (México) -

La Copa de Maestras se juega en español. México ganó fama como anfitrión deportivo desde los Mundiales de fútbol en 1970 y 1986, pero desde 1993 comenzó su tradición con el tenis al organizar el Abierto Mexicano. El torneo, celebrado en Acapulco, enganchó pronto a los tenistas españoles. David Ferrer ganó cuatro veces el campeonato y Rafa Nadal otras tres, ataviados en la celebración con el típico sombrero. Ahora, en Guadalajara, las mujeres han dado el golpe. El inédito duelo entre Garbiñe Muguruza y Paula Badosa, curiosamente la primera nacida en Caracas y la segunda en Nueva York, centró toda la atención en un torneo que sin embargo llegó a México de carambola. Garbiñe elevó el tono de festejo tras alcanzar su boleto a la final (doble 6-3)

Las finales de la Copa de Maestras desembarcaron por primera vez en América Latina en un año aun conmocionado por la pandemia de la covid-19. Por la emergencia sanitaria en la ciudad china de Shenzhen, que tiene contrato de sede hasta 2030, la WTA tuvo que buscar una nueva casa. México se abrió para albergar el Abierto de Zapopan en febrero pasado, que dejó un saldo blanco en términos de seguridad. El control sanitario y el buen recibimiento del público causaron una gran impresión en la organización del circuito femenino. Meses después, la ciudad de Guadalajara compitió para ser sede de la Copa de Maestras. Y se impuso en la carrera a Praga (República Checa) y a Linz (Austria).

Desde el aeropuerto ya se advierte la presencia de la gran cita del tenis femenino con parafernalia de pelotas y rostros de las principales jugadoras. En los alrededores del centro deportivo Akron se despliega una importante fuerza policial para evitar cualquier contratiempo. No faltan motivos para la alerta. En la zona metropolitana de Guadalajara se cometieron 1.553 asesinatos en 2019, más de cuatro al día. En 2020, durante lo más duro de la pandemia, esta cifra descendió levemente a 1.369, casi 200 muertos menos. La vigilancia policial no es poca.

Garbiñe Muguruza, quinta en el ránking, vencedora ante Badosa, hechizó al público mexicano. Y este se le entregó. Los gestos no han faltado en ambas partes: la tenista vistió la camiseta de la selección mexicana y los más de 4.000 aficionados del recinto mostraron banderas españolas en sus partidos. Incluso le regalaron la frase que se ganan los grandes invitados al país. “¡Garbiñe, hermana, ya eres mexicana!”, se leía en uno de los letreros en las tribunas. Pese a que cayó en su primer duelo contra Karolina Pliskova, agarró vuelo para instalarse en las semifinales tras vencer a dos duras oponentes. Primero venció a Barbora Krejcikova y luego a una de las favoritas, Anett Kontaveit. Esa capacidad para remontar hizo clic con los mexicanos, testigos de las hazañas del poderoso juego de la española, cuando levantó el trofeo del Abierto de Monterrey en años sucesivos, 2018 y 2019.

“Cuando Muguruza se puso la camiseta nos ganó como mexicanos”, mencionaba Mercedes Villarreal, su esposa, en las afueras de la cancha. “Fue muy sorpresivo que se hiciera el WTA en México pese a todos nuestros problemas de violencia y por la misma pandemia. En México no hay muchas opciones de ver deporte de alto nivel”, opina Andrea Martínez, una seguidora de 27 años.

La revelación fue Paula Badosa, décima en la clasificación mundial. La catalana dominó la altura mexicana de más de 1.500 metros de altitud. Venía de conquistar Indian Wells y, pese al reto físico, sacó el mazo en sus primeros juegos frente a Sabalenka y Sakkari. Con el billete a semifinales, cayó ante Swiatek, el día de su 24º cumpleaños. Los organizadores le llevaron mariachis y un pastel para homenajear a una de las perlas del tenis femenino en Europa. “Crecí viendo a Garbiñe ganar grand slams”, dijo Badosa, sobre su dosificación ante Swiatek. “Quería descansar porque contra Garbiñe es una batalla”, comentó.

Tanto Badosa como Muguruza veían en el retrovisor lo que logró Arantxa Sánchez Vicario en 1993 al llegar a la final frente a Steffi Graf, en el majestuoso Madison Square Garden. En Guadalajara, donde el tequila y la música ranchera son marcas patentadas, brindaron por Muguruza y Badosa, dos mexicanas. Garbiñe, más que todo, es la reina de la fiesta mexicana.

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016 escribiendo historias deportivas. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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