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A Badosa se le escapa el tren

La española cae en los cuartos frente a la eslovena Zidansek, presa de los nervios y escasa de inspiración: 7-5, 4-6 y 8-6, en 2h 26m: “No he sabido gestionar todo esto, se me ha hecho un poco grande”

Badosa se lamenta durante el partido ante Zidansek. en París
Badosa se lamenta durante el partido ante Zidansek. en ParísChristophe Ena (AP)
Alejandro Ciriza

En una nube hasta ahora, en pleno proceso de maduración y con el deseo de dar un golpe sobre la mesa para rematar un elogiable proceso de renovación, Paula Badosa abandonó la Chatrier con un enfado monumental porque se la había escurrido entre los dedos una magnífica oportunidad para reescribir la historia del tenis español en París. La catalana perdió en la central frente a Tamara Zidansek (7-5, 4-6 y 8-6, en 2h 26m) y se quedó a las puertas de las semifinales del torneo francés, que finalmente disputará la eslovena el jueves, frente a Anastasia Pavlyuchenkova (6-7(2), 6-2 y 9-7 a Elena Rybakina).

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La española, pues, se despidió de París, pero su irrupción en las rondas finales es toda una declaración de intenciones. Ha levantado la mano y puesto su nombre otra vez en el mapa. Eso sí, la ocasión perdida escuece. Faltó inspiración y templanza. “Eran mis primeros cuartos, mi primera vez en la Chatrier. No he sabido gestionar todo esto, se me ha hecho un poco grande”, lamentaba. Zidansek, una tenista de perfil más bien bajo que guerrea en la zona templada del circuito, será la primera jugadora de su país que compita en la penúltima estación de un gran escenario. “He sido mi peor partido en el torneo, de toda la gira. Se me ha escapado una oportunidad, espero que no sea la última”, decía triste.

El primer parcial comenzó a pedir de boca para Badosa, que abrió brecha con dos roturas consecutivas y defendió con autoridad su primer turno de servicio. Su derecha profunda se imponía y Zidansek había llegado tarde al partido: sin noticias de ella durante los tres primeros juegos. Un espejismo, en realidad. La eslovena (23 años, 85ª de WTA) jugó al despiste. Tejió poco a poco una telaraña y equilibró a base de inteligencia, combinando velocidades y buscándole las cosquillas a la española, exigida en los continuos desplazamientos laterales. De un lado a otro. Del 3-0 al 3-3 en un chasquido de dedos.

No obstante, Badosa dio otro acelerón, pero la réplica fue inmediata y a partir de ahí dominó la partitura de Zidansek, más lineal. Fiel a su tenis de rompe y rasga, la catalana insistía con tiros definitivos y su juego comenzó a salpicarse de errores. Las prisas le penalizaron y premiaron el buen temple de la eslovena, que encontró la recompensa para decantar la manga inicial e inocular algunos interrogantes en su mente. Eu expresión corporal cambió, molesta también con el banquillo de la rival por la efusividad en las celebraciones; alguna que otra fuera de lugar, ante un error suyo.

Durante un rato, a Badosa –vendaje preventivo en la cara posterior del muslo izquierdo, “nada importante”– le costó escapar del laberinto. Tensa, se encaró con el juez de silla cuando Carlos Ramos le amonestó por conducta antideportiva, al entender que sus miradas eran excesivamente desafiantes: “¿Qué estás diciendo? No inventes, estoy mirándole a él [Javier Martí, su técnico]... ¿Por qué inventas?”.

“Esto duele y mucho”

Su bache se tradujo en varias dobles faltas (9 en total) y su drive perdió la chispa. Se encontró a remolque (1-3) y Zidansek gobernaba firme con el revés, liftando y raseando la bola, cociendo los puntos a fuego lento. Sin embargo, sus dos tirones tuvieron réplica y cuando peor pintaba la cosa para la española, esta se rehízo. Aprovechó la fragilidad de la rival con el servicio, una perita en dulce esos segundos, y se reenganchó. Sus golpes recuperaron el buen color y con un demarraje logró estirar un duelo más emocionante que elevado, demasiados errores por uno y otro lado.

Al final, pesaron más los de ella; 47, por 39 de la eslovena, que se adueñó de la zona franca de la pista y percutió desde ahí, 48 ganadores frente a 31. En los instantes críticos, Zidansek, estudiante de Psicología y fría como un témpano de hielo, sin pestañear a lo largo de toda la mañana, tuvo mayor entereza. Con 6-6 en el tramo final, Badosa dejó escapar el tren, el que le hubiera asociado a Lilí Álvarez, Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez y Garbiñe Muguruza como semifinalistas en el major parisino. Pero desaprovechó tres opciones de break y acusó en exceso el cartel. “Estaba nerviosa por la mañana y también anoche. Tenía grandes expectativas en este torneo”, admite.

Visto su recorrido previo –semifinalista en Madrid, campeona en Belgrado (primer trofeo en la élite) y con más victorias que ninguna sobre tierra (17-3)– y cómo se había ido despejando el cuadro estas dos semanas en el Bois de Boulogne, se le señalaba como una de las favoritas para adjudicarse el título el sábado, mientras que la eslovena nunca había superado la segunda ronda en un grande ni cuenta con muesca alguna en su expediente. Sin embargo, se llevó el gato al agua con tenacidad. Así, voló una extraordinaria oportunidad para reescribir la historia. “Es el mejor resultado de mi carrera, pero es el día que más siento una derrota. Esto duele y mucho”, zanjaba.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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