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Jorginho pesca en aguas de Casemiro

El primer pase del mediocentro del Chelsea, clave para romper la presión del Madrid en Valdebebas, marcará gran parte de la eliminatoria

Chelsea - Real Madrid
Jorginho maneja la pelota ante Benzema.Bernat Armangue (AP)
Diego Torres

”¡Necesitamos un ritmista!”, decía Tite, desasosegado, camino del Mundial de Rusia. El seleccionador de Brasil oteaba el horizonte y no veía un solo centrocampista capaz de marcar los tiempos del juego con maestría en todo el país más rico en materia prima del fútbol mundial. El más fino de los mediocentros brasileños se acababa de nacionalizar italiano. La CBF calificó el episodio como uno de los grandes errores de su historia. El muchacho respondía al nombre de Jorge Luiz Frello Filho (Santa Catarina, 1991). Esta noche manejará los hilos del Chelsea contra el Madrid en la vuelta de la semifinal de la Champions. Del duelo que libre con su paisano Casemiro —menos ritmista que limpiaparabrisas— resultará buena parte del destino del cruce.

El 1-1 de Valdebebas constató que además de ser el equipo más impenetrable de Europa en los últimos tres meses, el Chelsea posee una de las organizaciones más eficaces para manejar la pelota. Incluso cuando lo presionan alto, como hicieron Benzema, Casemiro, Vinicius y Kroos, antes de descubrir que eso era exactamente lo que sus rivales esperaban. Dirigido por Jorginho, el Chelsea es peligroso desde el primer pase porque es ahí donde genera los espacios para que Pulisic, Werner y Ziyech hagan la diferencia en el último tercio del campo.

“La presión se rompe de distintas maneras”, explicó Thomas Tuchel, el técnico del Chelsea. “Primero, alternando la longitud de los pases. Puedes hacerlo con centrales y mediocentros que pasen bien siempre que tengas interiores que sepan perfilarse para controlar y girar. Si no los tienes, es mejor salir con los laterales porque el pase desde afuera hacia adentro es más fácil de controlar que el pase frontal. Y en última instancia te queda la salida con los cenrales en conducción, siempre que posean la experiencia necesaria”.

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Del decálogo de Tuchel se desprende el mapa que sigue el Chelsea para iniciar las jugadas. Como dice una fuente próxima al vestuario: “Tuchel no quiere control como Sarri; quiere verticalidad. El objetivo de Jorginho es conectar con Mount y Pulisic entre líneas, a la espalda de Casemiro; pero para eso muchas veces emplea a los carrileros. Chilwell, Azpilicueta o Reese se ofrecen por afuera, Jorginho les da la pelota, y luego ellos conectan con Kanté o Mount en el medio. Y así se rompe la presión”.

Según la matriz que desentraña Opta, la primera opción de pase de Thiago, Christiensen y Rüdiger —los tres zagueros centrales, es Jorginho—. Según la situación, las vías de pase de Jorginho contra el Madrid en la ida discurrieron hacia Rüdiger (19), Kanté (11), Christiensen (10), Thiago (9), Chilwell (8), Mount (8), Havertz (5), Azpilicueta (5), y Pulisic (4). Rara vez el metrónomo del Chelsea simplificó la acción saltando líneas. Las maniobras siempre tuvieron un sentido: atraer al Madrid hacia el señuelo para habilitar a los atacantes con más tiempo y espacio. Gracias a Jorginho, que buscó el duelo con Casemiro como el pescador que pone la carnada en la poza, el Chelsea encontró huecos delante de Varane.

Desde hace décadas, Sudamérica es un lugar inhóspito para los centrocampistas. La industria los condena a desaparecer, en parte por el peso de la ley de la demanda de dribladores en el mercado, en parte por una presión social que hace insoportable el peso de la responsabilidad en un puesto que requiere calma. Jorginho escapó de la molienda con 13 años emigrando a Italia. Sufrió la soledad y hasta la miseria de la vida en residencias insalubres. Estaba desesperado por ser futbolista. El resultado es, como en el caso de Casemiro, un carácter inexpugnable. Pocos jugadores en el mundo tienen su sangre fría para recibir la pelota sin espacios y realizar una medición inmediata de las distancias que le separan de sus adversarios hasta encontrar el destino adecuado. El 0-1 de Pulisic en Valdebebas se desencadenó con un intercambio de pases entre Jorginho, Mount y Rüdiger aparentemente irrelevante en el círculo central. Cuando Casemiro acudió a la presión, Rüdiger lanzó a Pulisic saltando el mediocampo.

Tuchel: “Hay un prejuicio”

“¡Hay un prejuicio a la hora de valorar lo que hace un equipo en función de si juega o no juega en el último tercio del campo”, observa Tuchel, que confesó que su mayor preocupación reside en hallar la fórmula definitiva de la búsqueda de la profundidad. “¡Da igual el último tercio! Lo relevante es la situación de los últimos cinco o seis jugadores del rival. ¿Cuántas veces a lo largo de un partido, con un pase, un regate, o una pared, superas a los seis últimos jugadores del equipo rival? Las posibilidades de ganar están directamente relacionadas con esto”.

El mensaje es simple: se puede desequilibrar sin abandonar el campo propio siempre que se cuente con jugadores como Kanté para conducir o Jorginho para pasar. Esta temporada en la Premier, solo Rodrigo y Zinchenko han participado en más jugadas que acabaron en remate (4,5 de media por partido). Jorginho, que promedia 4 jugadas por partido que acaban en disparo, es, además, el jugador que más pases ha intentado (6.930) en el campeonato inglés desde que fichó por el Chelsea en 2018. Solo por detrás de Andy Roberston (7.245) .

“Cuando tenemos el balón no nos precipitamos; intentamos jugar al fútbol porque tenemos jugadores como Jorginho”, dijo este martes Andreas Christiensen. “Siempre parece tremendamente seguro de lo que hace con la pelota. Su seguridad nos da seguridad a todos. Eso es el liderazgo”.


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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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