El Levante reivindica la Copa España Libre
La Federación no reconoce como oficial el título logrado por el club valenciano en el año 1937
La clasificación del Levante para la semifinal de Copa hace recordar su reivindicación de la Copa España Libre, de 1937, que la Federación no reconoce como oficial. Es una historia endemoniada.
Cuando llegó la guerra, el ritmo del fútbol iba así: arrancaba con los campeonatos regionales, a estos les sucedía la Liga y a ésta, la Copa, que jugaban los campeones y subcampeones regionales.
La guerra estalla en julio de 1936, justo cuando se acababa de terminar la temporada futbolística con la final de Copa (Madrid 2, Barça 1). Con la guerra, el Frente Popular incauta la Federación y a su presidente. El nuevo presidente, José María Mengual, emitirá el 3 de octubre de 1936 (con Franco acercándose a Madrid) una circular a todas las regionales, firmada por el secretario, Ricardo Cabot, en la que suspende la temporada de juego “para todas las competiciones oficiales dependientes de la Nacional”. No será revocada en toda la guerra. La Federación queda inactiva y sólo su secretario, Ricardo Cabot, instalado en Barcelona, tratará de mantener una llamita encendida, sosteniendo correspondencia con la FIFA (hombre muy eficiente, tras la guerra seguirá en el cargo hasta su retirada, avanzados los cincuenta).
Se juegan los campeonatos regionales (que dependían de sus federaciones) donde se puede. Donde no hay guerra, para entendernos. Ese el caso de Cataluña y Valencia. Los dos primeros y por ende clasificados para la Copa, si la hubiere, son Espanyol y Barça, por un lado, y Hércules y Valencia, por el otro.
A falta de Liga, los equipos de ambas regionales, y el presidente del Valencia, Rodríguez Tortajada, de acuerdo con Cabot impulsan una Liga Mediterránea con cuatro catalanes: Barcelona, Espanyol, Girona y Granollers, y cuatro valencianos, Valencia, Levante FC, Castellón y Gimnástico. Este último era un club valenciano que se fundiría en el 39 con el Levante FC para formar el Unión Deportiva Levante-Gimnástico. Prevaleció el nombre del Levante, pero vistió el azul y grana del Gimnástico.
La Liga Mediterránea se extiende del 31 de enero al 2 de mayo. La gana el Barça, que ese mismo mes sale de gira por América para recaudar unos fondos que, depositados en París, le servirán para su reconstrucción tras la guerra.
Rodríguez Tortajada impulsó después una Copa, según la rutina de los años anteriores, limitada de nuevo al ámbito Mediterráneo. Acuerda con Cabot llamarla Copa del Mare Nostrum, nombre luego sustituido por el de Copa España Libre. Recluta con esfuerzo cuatro equipos. A falta del Barça, entra el Girona. El Hércules rehúsa, porque los viajes se le hacen largos, y Tortajada acude al Levante FC y al Gimnástico. Tampoco se ven con fuerza, pero por fin el Levante FC acepta, aunque reforzado con varios jugadores del Gimnástico. Para que el campeonato no concluya en un suspiro, se organiza con una liguilla de cuatro que concluye con una final entre los dos primeros. Arranca el 6 de junio y termina el 11 de junio, con este orden: Levante FC, Valencia, Espanyol y Girona.
La final es el 18 de julio, justo cuando se cumple un año del golpe de la sublevación militar. Valencia, donde se ha instalado el Gobierno de la República porque Madrid es frente de guerra desde noviembre, teme bombardeos, así que la final se juega en Barcelona, en Sarriá, con ambiente desangelado. Gana el Levante CF 1-0, con Gaspar Rubio y Ernesto Calpe (padre del luego lateral del Madrid ye-yé) en el equipo. Azaña, presidente de la República, ha donado un trofeo pero no acude. Ese día da un mitin en Valencia. No se pone en juego la Copa de los años inmediatamente anteriores, que lleva inscrito Campeonato Nacional de España-Copa del Presidente de la República. Este es otro trofeo cuya denominación final es Copa España Libre-Trofeo del Presidente de la República. En la inscripción grabada sólo aparece lo primero. Se entregará más tarde, en un amistoso de celebración entre el Levante y el Gimnástico.
No hay actas de aquella Copa. O no se hicieron o no se conservaron. Su desarrollo se puede seguir por la prensa, particularmente El Mundo Deportivo, que informó con detalle.
A principios de este siglo, Izquierda Unida de Valencia contactó con Emilio Nadal, un historiador del Levante, por el asunto. Por esa vía llegó a las Cortes, que pidieron a la Federación que estudiara homologarla. Villar lo rechazó, tras recabar informes.
El argumento decisivo es que no fue organizada por la Federación, sino por el Valencia. Ello aparte de que sólo intervinieron cuatro equipos de dos ciudades, y con frecuencia con jugadores de otros clubes, escapados de zonas de conflicto.
El Levante insiste en que el tutelaje de Cabot, al que considera presidente en funciones, da oficialidad a la Copa, argumenta que sus imperfecciones son propias de un estado de guerra, reivindica el mérito de sacar adelante la Copa en esas condiciones y alude a la comparación con la Copa de 1939, homologada pese a que en ella no participaron equipos de Madrid ni de Asturias ni de la franja del Mediterráneo. Recuerda además que sí fueron reconocidas las Copas de principio del siglo XX previas a la creación de la Federación. E invoca una reciente decisión de la FIFA considerando Mundial de Clubes a la Intercontinental, que sólo jugaban el campeón europeo y el americano.
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