Cómo llevar el ajedrez a la calle
Jesús Medina, neerlandés de raíz española, impulsa con gran éxito la instalación de mesas en parques y jardines de los Países Bajos
Cuando todo indica que cada vez hay más gente que piensa menos, y sobre todo entre los gobernantes —nadie hizo caso a los científicos que advirtieron del gran riesgo de una pandemia—, promover un juego que incita a pensar es muy apropiado. Jesús Medina ha logrado que una veintena de municipios de los Países Bajos instalen mesas de ajedrez al aire libre. Su tenacidad e ideas claras son una guía para España, el país de sus ancestros, donde varias ciudades han preferido los tableros gigantes.
“Es muy difícil argumentar algo sólido en contra. A veces, los Ayuntamientos me dicen que no tienen presupuesto para eso. Entonces insisto, y les pregunto si tienen dinero para el alzhéimer o la soledad. O si pueden buscar un patrocinador. Y acaban dando luz verde”, explica Medina, neerlandés de padres cordobeses, de 51 años.
Su interés por el ajedrez es reciente. Aprendió a jugar “hace cinco años”, y la historia es curiosa: “Mi hija tenía dificultades en la escuela con el cálculo matemático, y le enseñé a jugar. Un día, corriendo por el parque de Utrecht se me ocurrió que estaría muy bien instalar unas mesas de ajedrez por allí, y se lo propuse al Ayuntamiento. Me dijeron que mi solicitud debía tener el apoyo de un número importante de ciudadanos. Logré un montón de firmas, incluidas las de varios famosos. Y cuando me dijeron que sí, envié correos similares a unas 80 ciudades”.
Al ritmo que lleva el proyecto, Medina estima muy probable que en 2021 haya, como mínimo, unas cuarenta ciudades neerlandesas que hayan instalado mesas de ajedrez. Y bien podrían ser muchas más, “porque, como en el resto del mundo, la venta de material de ajedrez se está impulsando muchísimo, por la pandemia y por el gran éxito de la serie Gambito de Dama”. ¿Y el clima frío no es un problema? “No. Algunos me decían eso, pero consulté con el Instituto Meteorológico (KNMI), y me dijeron que en los Países Bajos estamos a más de 20º una tercera parte del año. Y hay muchos más días donde te puedes llevar el té o el café y juegas a gusto”.
La iniciativa ya tiene tres años de vida, y en ese tiempo solo se conoce un caso de vandalismo: “Quemaron hierba seca encima de una de las mesas, pero lo arreglamos”. Esa consistente experiencia cimenta este decálogo de consejos que da Medina a quien desee impulsar algo parecido: 1) No proponer nada al Ayuntamiento sin un plan previo sobre cómo se van a utilizar esas mesas y cuáles serán los beneficios colectivos (retraso del envejecimiento cerebral y alzhéimer, lucha contra la soledad, actividades para niños, etcétera). 2) Determinar qué personas serán las impulsoras y responsables del proyecto. 3) Describir qué tres o cuatro actividades fijas se desarrollarán en las mesas cada año. 4) Fijar al menos un día y hora de la semana para que los asiduos vayan a jugar a las mesas. 5) Es muy importante no conformarse con una sola mesa, porque para hacer talleres y otras actividades hacen falta al menos tres o cuatro.
Esos cinco mandamientos básicos se completan con otros cinco: 6) Lo normal es que cada uno se lleve sus piezas de casa; pero a veces un bar o restaurante cercano puede estar dispuesto a prestarlas. 7) Aparte de los recursos de los Ayuntamientos o de patrocinios, buscar posibles subvenciones provinciales o regionales dirigidas al bienestar social. 8) Es muy útil que cada mesa tenga un código QR que, escaneado en el teléfono móvil, dirija a un portal de Internet donde se dé información sobre las actividades programadas en las mesas, los beneficios del ajedrez, etcétera. 9) Es muy conveniente crear un grupo de WhatsApp o similar con los asiduos a las mesas, que además servirá para reclutar nuevos usuarios. Y 10) Es importante concienciarse para recibir varios noes e insistir hasta lograr la luz verde.
El autor de estas líneas ha visitado lugares públicos famosos en diversos países porque en ellos se juega al ajedrez. Por ejemplo, Washington Square en Nueva York, plaza de la Liberación en Sarajevo (Bosnia-Herzegóvina) o plaza del Ajedrez de Miraflores en Lima (Perú). Pero el caso más parecido que conoce a la tenacidad a prueba de bombas de Jesús Medina se localiza en Estepona (Málaga), y responde al nombre de Miguel Abril, artífice de seis tableros gigantes en el paseo marítimo y de otro en la céntrica plaza del Ajedrez.
“La Escuela Municipal de Ajedrez arrancó en 1985. Luego nos fuimos introduciendo en los colegios, con las personas mayores y con clases especiales para los turistas. Todos los ciudadanos de Estepona menores de 20 años educados aquí saben jugar; más de 14.000 personas han pasado por nuestras clases. En el paseo marítimo tenemos seis tableros gigantes con sus piezas y la gente las cuida muy bien, salvo algún borracho de madrugada”, recuerda Abril. Y anuncia: “Tanto el paseo como la plaza están ahora en obras, pero con un proyecto muy bonito de tableros de ajedrez que va a sorprender a todos”.
Otro proyecto, muy innovador, es la utilización de neumáticos reciclados para fabricar piezas de tableros gigantes, instalados por la empresa RMD en lugares emblemáticos durante el torneo Magistral Ciudad de León, el más importante de los que se celebran en España, que prepara su 34ª edición. “El ajedrez forma parte ya de la cultura de esta ciudad. Uno de esos tableros se ha convertido en fijo, junto a El Corte Inglés. Además, durante los torneos instalamos ocho piezas en lugares simbólicos de León, como una especie de ruta turístico-ajedrecística”, explica Marcelino Sión, director del torneo.
Además del impulso generado por la pandemia y Gambito de Dama, cuatro países de habla hispana (España, Andorra, Argentina y Uruguay) están en la vanguardia mundial del ajedrez como herramienta educativa. Y hay que añadir a Chile si hablamos de aplicaciones sociales y terapéuticas. En casi todos los demás hay alguna iniciativa en esa línea. Y al menos en dos de ellos han llegado más lejos: el Parlamento de Paraguay aprobó su introducción en el sistema educativo; y el Senado de México lo está considerando. Instalar mesas de ajedrez masivamente en parques y jardines impulsaría todo eso, porque su visión genera la idea de que pensar puede ser divertido. Eso sí, hace falta alguien tan tenaz en el timón como Medina, Abril o Sión para que el barco llegue a buen puerto.
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