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Nakamura elimina a Carlsen en la ‘muerte súbita’

El estadounidense, que remontó una posición perdedora, empezará el lunes la final con el ruso Dúbov

Hikaru Nakamura, durante el Festival de Gibraltar de 2019
Hikaru Nakamura, durante el Festival de Gibraltar de 2019Niki Riga/Gibraltar Chess
Leontxo García

A veces, el ajedrez rápido es más una reyerta callejera que un elegante boxeo mental. En ese terreno, Hikaru Nakamura tiene mucho peligro, incluso para el campeón del mundo, Magnus Carlsen, quien además le ganó el jueves por 3-0 la 1ª manga de semifinales. Pero el estadounidense ganó el viernes la 2ª (2,5-1,5) y este sábado la 3ª (3-2), en la muerte súbita, tras remontar una posición perdedora. Su rival desde el lunes en la final del torneo por internet Lindores Abbey será el ruso Danil Dúbov.

Carlsen empezó la tarde encajando un molesto revés psicológico cuando Nakamura, con las piezas negras, no sufrió lo más mínimo para empatar el primer asalto. Dio la impresión de que el noruego pretendió sorprender con la apertura de los Cuatro Caballos, frecuente en el siglo XIX y primera mitad del XX, pero se encontró con un rival muy bien preparado. El noqueo rápido que tanto hubiera reconfortado a Carlsen tras el disgusto de la víspera no ocurrió.

Todo indica que el escandinavo volvió a errar en la elección de su defensa en el segundo -la variante abierta de la Apertura Española- porque, tras 22 jugadas realizadas de memoria por ambos, Carlsen introdujo una idea que no mejoraba la partida de referencia (Wei-Vidit, Danzhou 2018). Nakamura tenía una ventaja objetiva y -esto era lo más preocupante para Carlsen-, en un tipo de posición donde un solo error puede ser el último. Así aconteció, en la 29, y el americano fue implacable al aprovecharlo.

Como el día anterior, el campeón del mundo se veía de nuevo en una de esas situaciones que exigen un rendimiento colosal de las grandes estrellas del deporte. Pero acertó: sacrificó un peón con blancas a cambio de una iniciativa duradera y peligrosa. Esta vez fue Nakamura quien resbaló en un intercambio de golpes tácticos, y a partir de ahí el juego de Carlsen dio miedo: más del 90% de sus decisiones coincidían con las de las máquinas más potentes, como si no se conformase con una simple victoria: buscaba la aniquilación perfecta de su adversario, que se rindió cuando ya no tenía sentido seguir luchando.

Magnus Carlsen piensa una de sus jugadas durante el torneo rápido por internet Lindores Abbey
Magnus Carlsen piensa una de sus jugadas durante el torneo rápido por internet Lindores AbbeyArne Horvei/Chess24

Pero Nakamura es un tipo durísimo. No en vano compatibiliza el ajedrez -sobre todo el rápido o ultrarrápido- con el póquer. Y apretó de nuevo al campeón en el cuarto asalto. Sin embargo, no con la suficiente precisión, y Carlsen logró escabullirse para llevar el desenlace de la semifinal a la dramática muerte súbita o Armagedón (una sola partida; cinco minutos para las blancas, obligadas a ganar, por cuatro de las negras).

Por haber ganado la fase previa (una liga entre doce jugadores), el estadounidense tenía el derecho a elegir color, y prefirió el negro, para que su rival sintiera toda la presión encima. Tal como él mismo explicó después, Nakamura adoptó un esquema que le permitía pensar poco, moviendo sus caballos en el centro a la espera de que el noruego se lanzase al ataque.

Esta vez, Carlsen fue Carlsen en el momento preciso de dar los golpes necesarios con gran precisión para lograr ventaja. Tanta, que su posición era objetivamente ganadora. Pero quedaba muy poco tiempo en ambos relojes, y la psicología pasó a ser el factor decisivo. El pendenciero Nakamura -acostumbrado a las mesas de póquer, a las partidas de ajedrez de un minuto durante toda la noche, al truco para incomodar al rival- hacía muy bien su trabajo, evitando posiciones donde su adversario pudiera actuar como un autómata, y enredándolo en otras objetivamente peores para Nakamura, pero mucho más complicadas.

Por el contrario, el campeonísimo Carlsen quizá pensó más en la gran trascendencia de la partida frente al rival que no solo le disputa la supremacía en las modalidades rápidas, sino que también quiere ser más popular en las redes sociales, y se concentró menos en resolver el problema muy concreto que tenía en el tablero. No acertó en el remate, y terminó perdiendo.

Nakamura subrayó dos cosas durante su entrevista inmediata con Chess24. La clave de su victoria: “Magnus no ha gestionado el reloj tan bien como otras veces”. Y lo que espera de la final donde él se cree favorito (lo dijo el viernes): “Dúbov es muy innovador y nada ortodoxo, de modo que será un duelo muy interesante”.

Carlsen no compareció, a pesar de que Chess24 es su empresa, pero poco después publicó este tuit: “Cuando eres el mejor y presumes de ello, mucha gente disfruta viéndote caer. Disfrutad mientras podáis, lo habéis merecido. Pero volveré”.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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