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La generación del ‘ch'i’

El mayor equipo de atletismo español de la historia, 97 deportistas, toma Berlín para marcar fuerte la impronta de su fuerza en los Campeonatos de Europa

Carlos Arribas
Hortelano, gran baza de España en Berlín.
Hortelano, gran baza de España en Berlín. © Carlos Rosillo (EL PAÍS)

Los chinos los llaman ch’i, pero Jesús España prefiere denominarlo fiz.

Se puede traducir por espíritu, aliento, energía vital, y también por motivación, determinación, moral, deseo y espíritu de lucha. Los generales antiguos decían que un ejército con un ch’i bien aguzado era tres veces más importante que la calidad de su armamento en la batalla. Los atletas españoles lo saben eso tan bien que lo han elevado a la categoría de señal distintiva. “Somos lo que somos porque peleamos por ello más que nadie, como antes lo hicieron otros”, dice España, el atleta de 39 años que busca su ch’i particular, su estímulo para la batalla del maratón del domingo 12, en las andanzas de Martin Fiz, el maratoniano vitoriano que lideró en los Europeos de Helsinki 94 la primera gran revolución del atletismo español. “Fiz decía que competía sin afeitarse varios días para asustar, para dar la imagen alobada y feroz de uno que en la vida solo pierde el tiempo por cosas importantes, pero yo sí que me afeito”, dice el maratoniano de Valdemoro, que ha releído estos días los reportajes y las historias que se escribieron en su tiempo sobre Fiz, la inspiración.

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España tuvo su gran día de gloria ya hace 12 años, cuando le ganó a Mo Farah en la final de los 5.000m de los Europeos de Gotemburgo, y, desde entonces, su estilo, su espíritu, es para los chavales de ahora lo que Fiz es para él. Y así se olvidan las historias que no gustan, como la de aquel atleta que poco antes de disputar una final olímpica en Río le dijo a uno de los técnicos que si le salía lo de bombero en otoño dejaba el atletismo. Y prefieren oír otras, también duras, pero esperanzadoras, como la de Jesús Gómez, el campeón de España de 1.500m que, ayer, mientras medio equipo tomaba el avión para Berlín, madrugaba para poner en marcha la cosechadora y empezar a cosechar cebada y trigo en Castellanos de Castro, su pueblo, en Burgos. El mediofondista, huérfano en la línea sucesoria del 1.500m español, la aristocracia del atletismo, que se creía inagotable de talento y se ha visto súbitamente interrumpida, se quedó a 53 centésimas de la mínima fijada por la federación española para Berlín, y por la tarde leyó el mensaje que le envió Jorge González Amo, el técnico de la distancia en la federación, que le recordaba que en 2019 también habrá campeonatos, y que él estará, seguro. El 1.500m solo tendrá en Berlín un español, el jovencito Adrián Ben, que cumplió el sábado 20 años, y que es ambicioso, pero sabe que aún no es su hora.

Los chavales buenos de ahora del atletismo español, los que van a cada competición a comerse el mundo y colman de esperanzas y buenas noticias a los aficionados, salvo alguna excepción, no son fondistas, como antes, sino velocistas y mediofondistas hasta los 800m, saltadores, lanzadores… Solo se mantienen de siempre los marchadores. Son Álvaro de Arriba, Saúl Ordóñez, Óscar Husillos, Lucas Búa, Bruno Hortelano, Orlando Ortega, Sergio Fernández, Pablo Torrijos, Nicolás Quijera, Javier Cienfuegos, Pablo Torrijos, Ana Peleteiro y María Vicente y todas las mujeres nacidas entre los años 90 y los primeros del siglo XXI que ya anuncian que el futuro será suyo. En Berlín, donde hoy comienzan los Europeos, lo proclamarán. Y Ruth Beitia, que está como jefa de delegación española, los contempla a todos y sonríe. Ya muchos años antes de ser campeona olímpica, la saltadora cántabra se hacía notar entre todos por su fiz particular.

Mientras los atletas hablan de espíritu y escuchan las arengas cotidianas de Bruno Hortelano, un atleta con el fiz y el ch'i y lo que sea integrados en su ADN como muestra su historia de éxito, accidente, depresión, superación y regreso aún más fuerte al mejor nivel mundial, el resto del mundo, los aficionados, los periodistas, los curiosos, cuenta con los dedos y con las calculadoras. El espíritu y la moral, opinan, tienen una rotundidad física sonora llamada medallas. Necesitan muchas para probar que las palabras, y que la euforia que envuelve a una selección de 97 atletas (la mayor de la historia en cualquier competición internacional, ya un éxito en sí, tantos atletas con mínima, y tan jóvenes), no son humo.

¿A cuántas llegarán?

Varios han anunciado que salen a ganar, lo que es toda una señal, la muestra más palpable del valor de su fiz. Son los dos de 800m, De Arriba, el campeón español, y Ordóñez, plusmarquista nacional y mejormarquista europeo del año. Pero también advierten que en su prueba es más difícil pasar las semifinales que lograr medalla, y que nadie llore si pasa así. También piensan en la victoria Husillos, en 400m, y Hortelano en el 200m, y ambos, junto a Búa, Samuel y Echeverry, para ganar el relevo largo. Orlando Ortega, el subcampeón olímpico de Río en 110m vallas, también piensa en ganar, y también Ana Peleteiro, la campeona mundial júnior, en 2012, de triple salto. Y el campeón del mundo de 20km marcha, MIguel Ángel López, ya piensa que es el momento del regreso, y los más jóvenes Álvaro Martín y Diego García, creen que ya llegó su momento, como Julia Takacs, la marchadora de 50km. Y el triplista Pablo Torrijos, y Sergio Fernández, el gigante navarro de los 400m vallas...

El máximo número de medallas en unos Europeos son las 15 de Múnich 2002.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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