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Islandia, una familia contra Messi

El país menos poblado que juega un Mundial sigue haciendo historia tras la pasada Eurocopa

Juan I. Irigoyen
Sigurdsson, en una amistoso ante Ghana.
Sigurdsson, en una amistoso ante Ghana. HARALDUR GUDJONSSON (AFP)

En el techo del Parlamento de Islandia asoma una corona. Curioso símbolo para un país en el que su forma de gobierno es la república parlamentaria. El tema es que a pesar de que fue reconocida como Reino en 1918, no fue hasta 1944 cuando se independizó, definitivamente, de Dinamarca, entonces ocupada por los Nazis. “Le seguimos llamando Alþingi al Parlamento. Es una palabra medieval, como muchas otras que utilizamos. El lenguaje cambia todo el tiempo, pero nosotros podemos leer un manuscrito de la edad media. Somos una isla, el idioma no ha recibido muchas influencias. Aquí todo está relacionado, desde siempre”, cuenta el director del Colegio Hof en Reikiavik. Dicen que el mundo existen seis grados de separación entre las personas. No en Islandia. “¿Quieres conocer a Bjork, a Katrín Jakobsdóttir (primera ministra) o a Sigurdsoson?”; pregunta Einar, dueño de un hostal en la capital de Islandia; “seguro vas a encontrar a alguien que los conozca. Aquí nos conocemos todos”.

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Si el falsete melancólico de Bjork reubicó a Islandia en el mapa mundial y Katrín Jakobsdóttir es la imagen de un país progresista tras el crack de 2008, Sigurdsoson es la esperanza de la hinchada vikinga en Rusia 2018. Los tres ciudadanos ilustres, los tres tan populares como anónimos. “Bjork fue la voz de una generación. Es actriz, música y un ícono de la moda. Es la primera artista islandesa que trascendió. Eso le abrió la puerta a otras bandas y a nuestra cultura”, explica el DJ Ymir Einarsson, amigo de Bjork. “Aquí viene Bjork, se queda horas escuchando vinilos y nadie le dice nada. Se la respeta y admira, pero es una más”, explica Ragnar, dependiente de una tienda de discos en Reikiavik. “Quizás en otro país o en otra cultura sea algo difícil de entender, pero en Islandia todos somos uno”, explica Heimir Hallgrimsson, técnico de la selección.

En Islandia reina la confianza. Y no solo porque se registra 1,8 asesinatos al año. Hallgrimsson revolucionó la relación entre la afición y la selección: antes de cada partido en Laugardalsvöllur, se junta con la hinchada en el pub Ölver. “Cuando esto comenzó hace siete años, venían seis o siete aficionados, hoy tengo que cerrar el pub”, dice Jón, el dueño del bar. Hallgrimsson se para en un escenario y, micrófono en mano, revela la alineación y explica la estrategia. “Hay una sola regla”, aclara el técnico islandés; “nadie graba, nadie saca fotos. Es una conexión entre la selección y los hinchas. En un mundo donde todo se graba y todo está en las redes sociales, nunca se filtró nada a la prensa. Eso es la confianza. Nos conocemos y nos tenemos respeto. Quizá, eso sea algo de lo que está faltando en el mundo”. La receta funcionó. Las entradas para los partidos de Islandia se agotan tres horas después de salir a la venta; antes, ni media entrada.

Pero el secreto de esta Islandia revolucionaria no descansa solo en la comunión entre el equipo y los seguidores. Hubo un trabajo de fondo con los entrenadores. “Nuestra idea era que los técnicos de las inferiores de los clubes estén bien formados”, cuenta Guðni Bergsson, presidente de la Federación islandesa. Además, de invertir en infraestructura. Hoy el fútbol ya no es un deporte de verano: a partir del año 2000, se construyeron siete campos indoor grandes y otros siete medianos. “Creo que antes de que nosotros asumiéremos, Islandia había ganado solo un partido de eliminatorias. Hoy estamos en el Mundial y llegamos a los cuartos de final de la Eurocopa” explica Hallgrimsson.

Todo acompañado por una camada de futbolistas únicos. En 2011, el sub-21 comenzó a sorprender a Europa en Dinamarca. “Hay una generación fantástica de jugadores, que ya habían logrado cosas muy importantes en los juveniles. No es casualidad que ahora lo continúen haciendo en la selección mayor”, sostiene Hallgrimsson. Un grupo liderado por Sigurdsson, formado bajo los campos techados de Breidablik, una de las escuelas más destacas de Islandia, curtido en el fútbol inglés. “Esto es algo que hemos estado esperando desde siempre: Islandia en un mundial”, afirma el volante del Everton.

Nunca un futbolista islandés salió tan caro como Sigurdsoson (el Everton le pagó 49 millones de euros al Swansea en 2017), nadie vendió tantos discos como Bjork Debut llegó a los 4,7 millones de copias). Si en Reikiavik, los niños y niñas amantes de la música miran a Bjork, los que sueñan con la pelota admiran a Sigurdsoson. De Bjork a Sigurdsoson, Islandia llama a las puertas del mundo. Ahora, en Rusia y contra la Argentina de Messi.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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