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Tiger Woods ha aterrizado en Augusta

El norteamericano, que no juega desde febrero, confirmó su participación en el primer torneo grande del año

Carlos Arribas
Tiger Woods, durante el Open de Phoenix, en enero pasado.
Tiger Woods, durante el Open de Phoenix, en enero pasado.Rick Scuteri (AP)

En mitad de la semana santa, un avión estacionado en Daniel Fields, el aeropuerto de Augusta, llamaba la atención de los que por allí pasaban. Alguno de ellos llamó al periódico local, el Augusta Chronicle, para darles la nueva: “Tiger Woods está en Augusta. Hemos visto su avión privado en el aeródromo”. Y si Woods, de cuyas últimas andanzas, casi secretas, poco se conocía, estaba en Augusta la primera semana de abril, eso solo quería decir una cosa, que estaba jugando al golf en el Augusta National Golf Club, el campo en el que desde el próximo jueves se juega el Masters, el primer grande del año. En 1995, hace 20 años justamente, Woods disputó su primer Masters como amateur.

La filtración de la noticia, primero un goteo, después un chorro, se convirtió 48 horas más tarde en una confirmación. Vuelvo al golf. Vuelvo al Masters, tuiteó Woods el jueves. Al golf competitivo no dedicaba su tiempo desde febrero, desde que se retiró en el hoyo 12 del torneo de Torrey Pines con dolor de espalda. A Augusta no había vuelto desde que terminó cuarto en 2013, el año en el que el Masters impuso sus propias reglas, la prerrogativa de un torneo organizado por un club muy privado, sobre las generales del golf y no descalificó a Woods después de un dropaje ilegal de la bola en la segunda jornada. Entre medias, el jugador que aún cree que puede superar los 18 grandes de Jack Nicklaus, ha sufrido crisis de juego, físicas y psíquicas. Su último grande, un Open de Estados Unidos, lo ganó en junio de 2008. Después, varias lesiones, operaciones y un escándalo sexual que acabó con su matrimonio entrecortaron su carrera

Según los expertos que multiplican sus opiniones en revistas y webs especializadas, Woods no debería estar tan mal como hace dos meses si finalmente ha decidido participar en busca de su quinto Masters (y ponerse a uno de los seis del Oso Dorado) y su 15º grande. Claro que esos mismos expertos, todos, añaden un pero. Uno dice que en una de las dos rondas de práctica que jugó en Augusta esta semana, Woods no fue capaz de bajar de 72 golpes, el par del campo, y que mostró los mismos problemas con el juego corto que se le habían visto en los dos últimos años, los que le han llevado del número uno mundial, de 39 años, a más allá del 100 en el ránking. Según Hank Haney, uno de sus exentrenadores, el problema del juego corto de Woods se llama yips, un proceso neurofisiológico que se manifiesta en forma de temblor de manos a la hora de golpear la bola y que impiden controlar el palo y enviar la bola a donde la cabeza quiere: los nervios se meten por medio y vuelven locos a los músculos. Y eso, añade Haney en el Golf Digest, la revista de referencia antes del Masters, es muy complicado de curar.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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