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Los árbitros, atletas a dieta

Un estudio revela el porcentaje de grasa corporal de los colegiados españoles, que han bajado ocho kilos de media en el siglo XXI

Juan José Mateo
Mateu Lahoz, en el R. Madrid-At. Madrid de la temporada pasada.
Mateu Lahoz, en el R. Madrid-At. Madrid de la temporada pasada. JESUS A. ORIHUELA (DIARIO AS)

Se le conoce por Tanita BC 418-MA y es el aparato responsable de que hasta 243 árbitros españoles hayan revelado un dato muy íntimo: su porcentaje de grasa corporal, que midieron subiéndose a esta báscula que cuesta más de 4.000 euros y que es capaz de distinguir la composición corporal del sujeto a estudio, sin que importe que sea colegiado de Primera, Segunda, Segunda B o uno de sus asistentes. Los resultados, recogidos por investigadores de la Universidad de Zaragoza y de la Federación española en el estudio Body Composition in Spanish Soccer Referees, han sido publicados este verano en Measurement and Control y muestran que los árbitros de Primera y Segunda B están más en forma y tienen menos grasa corporal que sus asistentes, que son los que supuestamente corren la banda (9,6 y 9,8%, respectivamente, frente a más del 12%). En lo que va de siglo XXI, dicen los investigadores, el peso medio del colectivo se ha reducido en ocho kilos.

“Desde el 2.000, el Comité Técnico de Árbitros hace un control, un seguimiento, ya que el de los árbitros es un colectivo especial, porque no se entrenan juntos, sino que siguen una preparación individual, siendo al mismo tiempo un grupo disciplinado y exigente”, explica José Antonio Casajús, exfutbolista, catedrático de Actividad Física y Salud de la Universidad de Zaragoza, coautor del estudio y encargado médico para los árbitros de la Federación española de fútbol. “Descubrimos que solo bajando la grasa corporal, que al principio era superior a la recomendable, podía mejorar su rendimiento. Ese cambio comenzó hace quince años, y es sustancial”, añade. “Poco a poco, con charlas didácticas y educativas, dietas y entrenamientos, se ha ido reduciendo. Hoy podemos decir que el peso de los árbitros ha bajado ocho kilos de media, con un incremento de músculo y el consecuente rendimiento superior. El nivel de grasa corporal ahora es óptimo”, sigue. “Es como comparar a Di Stéfano o Puskas, unos fenómenos, con los futbolistas de ahora. Físicamente no están igual. La exigencia de la competición y del deporte han obligado a futbolistas y árbitros a adaptarse”, cierra sobre los exámenes trimestrales, en los que se plantean seis series de 40 metros en 5,8 segundos cada una, con 1 minuto y medio de recuperación; una interválica de 10 vueltas de 400 metros alternando 150 corriendo y 50 andando en 30 segundos cada vez, y una prueba de campo.

No podemos dosificar ni flaquear. Dos kilos de más se notan Mateu Lahoz

“La báscula está en mi rutina, la uso 320 días al año, pero en mi día a día también están los microciclos de entrenamientos, cinco días a la semana, con dos de descanso, en función de los partidos”, explica Mateu Lahoz, internacional español. “Antes hacía un entrenamiento de mediofondista, de atleta, ahora lo hago más centrado en la velocidad y la resistencia a la velocidad, para poder llegar lo más rápidamente posible al sitio y tener la frescura mental necesaria para decidir”, sigue el árbitro, que se entrena con un preparador físico personal, tiene 37 años y pesa 77 kilos. “Somos el único deportista que en ningún momento se puede permitir flaquear o dosificarse: tienes que estar al ciento por ciento fresco en el minuto 93 o tras un esprín de 70 metros trazando una diagonal. Si corres con dos kilos de más, pican, y mucho”, cierra el colegiado, que como todos sus compañeros recibe asesoramiento de FIFA, UEFA y Comité de Árbitros.

Los tiempos de árbitros con físicos felices y estómagos liberales han terminado. De la figura oronda de Pes Pérez se ha pasado a la de Mateu Lahoz, con perfil de fondista. Su trabajo técnico y físico ha seguido la lógica evolutiva. Cuando el césped se puebla de velocistas como Bale, capaces de devorar cien metros en menos de 11 segundos, los colegiados tienen que limar allí donde hay margen de mejora para seguir la jugada de la mejor manera posible. No buscan solo la explosividad, sino también la resistencia, porque recorren 11,7 kilómetros de media por encuentro (6,5 km en el caso de los asistentes), llegando a entre el 85 y el 95% de su frecuencia cardiaca máxima. Sobre el campo, 25 deportistas de elite comienzan un partido que todos preparan desde mucho antes, en el gimnasio y la cocina.

“Se les explica qué alimentos son prescindibles”, cuenta Casajús, que recoge en el estudio que los árbitros, de media, tiene entre 10 y 15 años más que los jugadores; “lo negativo de las grasas saturadas, los precocinados o el alcohol, y cada tres meses se les hace un control de composición corporal. Es una cuestión de educarse en lo que es beneficioso para la salud, porque así la tarea se les hará más fácil”.

Primero, enfrentarse a la báscula, a la dieta y la preparación técnica sobre cómo son los equipos. Luego, a intentar seguir a Messi en uno de sus esprines marcianos.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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