Una conversación musical

La compositora grancanaria Laura Vega y el clarinetista tinerfeño Maximiliano Martín, solista de la Scottish Chamber Orchestra, serán dos de las estrellas de prestigio internacional de la 39ª edición del Festival Internacional de Música de Canarias. El 40% de los músicos participantes son oriundos del archipiélago o residentes en él

Laura Vega y Maximiliano Martín no se conocían hasta ahora; sabían de los logros del otro, pero nunca habían tenido oportunidad de charlar. Porque ella es de Vecindario, a 35 kilómetros de Las Palmas (Gran Canaria), y él nació en La Orotava (Tenerife). Islas diferentes y, para dos niños que lo fueron en tiempos previos a las redes sociales, dos mundos alejados y casi estanco: “Hasta la filosofía, el clima o la cultura son distintos”, afirman ambos. Les faltaban nexos. Lo que sí existía, desde 1985 –cuando ella tenía 7 años y él, 9–, y conectaba ya entonces las ocho islas y las vidas de sus habitantes, era este festival internacional de música clásica en el que ahora, en su 39ª edición, toman parte ambos como protagonistas; un acontecimiento que ya dejó huella en ellos de adolescentes, cuando acudieron como público.

Ejercer como anfitriones de esta celebración de la música, que tiene lugar entre el 12 de enero y el 9 de febrero de 2023, les llena “de nervios y les provoca un cúmulo de sentimientos”. Para celebrarlo, EL PAÍS ha invitado a la compositora y al clarinetista a una conversación en la que comparten recuerdos de infancia y se emplazan a encontrarse en un futuro próximo: ¿para cuándo una pieza de Vega para el clarinete de Martín?

LOS INICIOS

Vega: Ninguno de mis parientes se dedicaba a la música. No tenía referentes.

Martín: Mis padres tampoco habían sido músicos, aunque ellos tuvieron claro que su primer hijo tocaría algún instrumento. Recuerdo tener 9 años y que me llevaran a la tienda de música del pueblo: “Queremos que este chico toque algo”. Y en la tienda les dijeron: “Pues miren, ahora mismo en la banda necesitan clarinetes”. Y así empezó todo…

Vega: Yo tuve la suerte de tener una madre que me veía con 2 o 3 años feliz aporreando un piano de juguete, y que con 4 me apuntó a una escuela particular. A los 8, en el conservatorio, ya tenía claro que quería dedicarme a la música, más todavía cuando con 11 conocí a Salvador Mir, el profesor que me introdujo en la composición.

Martín: Aquí [en Canarias], la música clásica nos llega como algo natural. Recuerdo que, con 12 o 13 años, en un período en el que el el festival tuvo sede en La Orotava, de pronto Sabine Meyer [eminencia alemana del clarinete y catedrática de música en la Universidad de Lübeck] iba a tocar el Concierto para clarinete de Mozart a cinco minutos andando de mi casa. Estuve durante días como en una nube. Fui con mi partitura fotocopiada para que me la firmara… ¡Era una gigante!

Vega: Yo me acuerdo de que, creo que en el año 1995 o 1996, Xavier Zoghbi [compositor palmeño) estrenó su Sinfonía número 2 en el festival. Y yo estaba ahí presente y sentí algo. Con 18 era oboísta en la banda municipal y unos meses después, asustada, me acerqué a mi profesor y le dije: “Quiero apostar por la composición”. Pensé que me reñiría, pero me animó. ¡Había un camino!

Compositora e instrumentista hablan de lo habitual que es que una casualidad –el instrumento que escasea en una banda queda libre en un conservatorio– determine sus vidas desde tan niños y para siempre, de la relación perpetua de amor y odio que establecen con ese instrumento o de la férrea disciplina que aprenden tan temprano, porque el estudio de la música no termina nunca ni el dominio perdura sin la práctica. Una enseñanza que podría aplicarse la sociedad. Maximiliano Martín recuerda la aversión que profesó hacia un concierto de Nielsen [compositor danés de finales del XIX y principios del XX], los sinsabores que le produjo de joven: “No tenía la madurez ni la técnica”, reconoce ahora, que acaba de grabarlo y se ha convertido en uno de sus favoritos. Superación. Laura Vega habla sobre cómo, desde su posición de docente en el Conservatorio de Gran Canaria, trata de enseñar justo eso: “Elige vocación, elige solo aquello a lo que estés dispuesto a dedicarte con todas tus fuerzas”. Luego, su intercambio de frases toca tierra…

El clarinetista tinerfeño Maximiliano Martín durante el FIMC 2019 con la London Conchord.
El clarinetista tinerfeño Maximiliano Martín durante el FIMC 2019 con la London Conchord.FIMC

CANARIAS, INSPIRACIÓN MUSICAL

Martín: Yo soy un bicho raro. Llevo la mitad de mi vida en el extranjero. Sentí que, como clarinetista, necesitaba salir, conocer otras perspectivas y tradiciones.

Vega: Si yo hubiera escogido convertirme en oboísta me habría sentido igual. Pero lo cierto es que ¡en Canarias hay mucho talento! No solo en música. Ese cruce de culturas que históricamente nos ha envuelto. La libertad de que hemos gozado precisamente por estar lejos. Hay demasiadas escuelas coartadas en lo creativo por el respeto hacia la herencia… Aquí cada compositor escribe como le da la gana y todos aceptamos cómo escriben unos y otros. Yo utilizo mucho material pictórico, plástico o poético canario como inspiración de mis obras. Una vez recibí un encargo: tenía que integrar el silbo gomero en una pieza sinfónica. ¡Nunca se había hecho! Lo utilicé como si fuera un texto, porque lo que se silban son palabras. Coloqué algunos silbadores entre el público y otros con la orquesta…

Martín: A ver si de esta charla pudiera salir una obra para clarinete…

Entonces, Vega y Martín se detienen y ríen un segundo. Vega reconoce que, a pesar de la tradicional rivalidad en la familia de viento-madera entre oboe y clarinete, y de haberse formado ella como oboísta, compone mucho más para clarinete, y cita los nombres de varios músicos célebres a los que les gustaría escribirles piezas, entre ellos, el de otro tinerfeño, Cristo Barrios. Y el cauce verbal regresa indefectiblemente a las islas, a los nervios por su participación en el FIMC y a la influencia que su música pueda tener en el futuro para otros.

La compositora Laura Vega en 2010 durante el estreno en el FIMC con la Sinfónica de Tenerife de su pieza 'In Paradisum'.
La compositora Laura Vega en 2010 durante el estreno en el FIMC con la Sinfónica de Tenerife de su pieza 'In Paradisum'.FIMC

PROFETAS EN SU TIERRA

Martín: Mis dos hijos tocan. El mayor, Lucas, de 12 años, el violín. Estaba escuchando la radio y preguntó: “¿Qué es eso que suena?” “Un violín”. “Pues quiero eso”. El pequeño, Mauro, de 9, ha empezado con el clarinete porque me escucha a mí…

Vega: Yo tengo una sobrina violonchelista, y es cierto que la animé a que eligiera ese instrumento, que me encanta.

Martín: Estrenar en casa, para mí, supone una responsabilidad. Vengo como solista de mi orquesta [la Scottish Chamber Orchestra]. Tiene algo de sentimental. Voy a ser el anfitrión de mis compañeros. Nunca me pongo más nervioso que aquí: el chiquito de La Orotava que vuelve a tocar a casa.

Vega: Yo vivo aquí, pero cuando uno de mis trabajos se estrena en el archipiélago y siento el respaldo, se vuelve muy especial. Y, como en tu caso, los nervios están muy presentes. Esta vez, gracias al festival, pude componer por primera vez para guitarra y orquesta. Conocí el año pasado a Pablo Sáinz-Villegas y, aunque todavía no tenía nada en mente, se lo propuse. El resultado es una obra que revela mucho de nosotros.

Los dos, Vega y Martín, concuerdan en la importancia de que oficios creativos y tan solitarios como los suyos aprendan a abrirse, a contarse, a explicar al aficionado sus procesos. Vega trata de hacerlo sobre su última composición:

Vega: Es una obra autobiográfica, íntima. Trabajada codo a codo con Sáinz-Villegas, con el que compartí confesiones y lecturas en el proceso. También traté de incluir citas musicales: el inicio del concierto recuerda al segundo movimiento del Concierto de Aranjuez. Esta obra es más alegre y vital, va a suponer un cambio en mi escritura.

La despedida no se parece a una despedida. En breves días, Vega y Martín se encontrarán y esta charla telemática se tornará física, y se concretará también la ilusión que inunda a ambos en la víspera de un acontecimiento que, esperan, abrace el público y toda Canarias. Su festival. Su privilegiada puerta a la música.

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