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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

La monumentalización del metro

Dominique Perrault ha concluido en París la estación Villejuif-Gustave Roussy, una infraestructura que quiere borrar la distancia entre el espacio público exterior y el mundo subterráneo deshaciendo la idea del metro como agujero

Fachada principal de la nueva estación Villejuif-Gutave Roussy.
Fachada principal de la nueva estación Villejuif-Gutave Roussy.Michel Denancé
Anatxu Zabalbeascoa

Lo escribió el antropólogo Marc Augé (1935-2023) en su ensayo Los No lugares: la estación parisina de Châtelet es el lugar más visitado por quienes llegan a París. Y era cierto, repleta de comercios, zonas de espera, oficinas, vendedores ambulantes y bares, sigue siendo, más allá de un lugar de paso, un espacio público subterráneo. En su último trabajo en su ciudad, el arquitecto Dominique Perrault y su estudio han trabajado esa idea de espacio público bajo el espacio público.

El autor de la Biblioteca Nacional de Francia habla de desdibujar los límites de la ciudad cuando describe su nueva estación de metro Villejuif-Gustave Roussy. Su proyecto, concluido en diciembre, forma parte de la mayor infraestructura de transporte levantada en Europa: más de 200 kilómetros y 68 estaciones conectarán el Grand París en el año 2030. “Es un reto urbano”, opina Perrault. Su nueva estación, un cilindro de hormigón de 800 metros de perímetro y 50 de profundidad, busca anunciar, e ilustrar, esa escala que permite un cambio en la manera de viajar. También en la de construir: ya que legendariamente, París se ha resistido a crecer en altura, se está multiplicando en sus cimientos. Las 68 estaciones del recorrido del metro no serán solo apeaderos, serán hitos urbanos, “legados arquitectónicos” ha declarado Perrault.

Interior del cilindro de 50 metros de profundidad.
Interior del cilindro de 50 metros de profundidad.Michel Denancé

Apodado el arquitecto favorito de Mitterrand, el instigador de los Grand Travaux —El museo d’Orsay, el Parc de la Villette, el Grande Arche de La Défense, el Grand Louvre o la propia Biblioteca de Perrault entre otros—, este arquitecto firma ahora una intervención helicoidal que revestida de acero inoxidable se desdibuja en los reflejos que dinamita y multiplica el azogue. Así, un cilindro de hormigón está atravesado por puentes y escaleras mecánicas que, en lugar de oscurecerse sepultados, quedan bañados por la luz del día. Por ellos circulan 100.000 personas cada jornada de trabajo. Bajo el cielo, el metro: luz natural en el subterráneo, las nubes como el techo de los andenes.

Ese hueco por el que transitan los viajeros, hacia la luz o desde la luz, es también un pozo de aire fresco. El techo físico de la estación tiene tres capas. La central —transparente— permite la entrada de luz e interrumpe el paso de la lluvia. A ella se enganchan cables que soportan las piezas de efte (un polímero resistente, ligero y transparente) que lo rodean. Hay dos discos metálicos más, de distintas alturas que extienden la cubierta como marquesinas protectoras de la lluvia y el sol.

Sección del proyecto de Dominique Perrault.
Sección del proyecto de Dominique Perrault.

El acero inoxidable de los acabados, el tejido, las redes metálicas perforadas clásicas del estilo Perrault, forman un espacio limpio, brillante, reflectante y luminoso. Entre tanto brillo, la acústica está cuidada con paneles coloreados que, alternándose con las lámparas, y con las obras del chileno Iván Navarro, decoran caleidoscópicamente la estructura de la estación.

Con el fin de instalar “un gran museo en las estaciones del metro”, la Sociéte des Grands Projets dedica un uno por ciento de sus presupuestos al arte público. En Villejuif-Gustave Roussy, Navarro ha hecho brotar en la estructura su propio cielo caleidoscópico con tubos de neón y espejos. Ese juego se hermana con la arquitectura para fomentar el carácter dinámico de la estación.

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