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“Se quisieron, se ayudaron y se enfrentaron”: Hélène de Beauvoir pintó a la sombra de su hermana Simone

Olvidada por la historia del arte, la pintora quedó eclipsada por la fama de la autora de ‘El segundo sexo’. Una exposición en Londres rescata ahora una obra adelantada a su tiempo

La escritora Simone de Beauvoir, en primer plano, y su hermana, la pintora Hélène de Beauvoir, en una imagen sin fecha.
La escritora Simone de Beauvoir, en primer plano, y su hermana, la pintora Hélène de Beauvoir, en una imagen sin fecha.APP / Ute Achhammer / Courtesy Amar Gallery
Álex Vicente

Cuando Picasso descubrió sus cuadros en el París de 1936, le dedicó el mejor de los piropos: la obra de Hélène de Beauvoir le pareció “original”. Con solo 26 años, la artista inauguraba su primera exposición, sin saber todavía que pasaría gran parte de su vida a la sombra de su hermana mayor, Simone de Beauvoir, futura autora de El segundo sexo, que la convirtió en un icono del feminismo. La muestra tuvo lugar en la galería Jacques Bonjean, cofundada por Christian Dior antes de que se dedicara a la moda, y que exhibió a artistas en boga como Dalí. Con el tiempo, las obras de Hélène de Beauvoir llegaron a la colección del Centro Pompidou, pero también fue conocida por su militancia feminista: creó uno de los primeros refugios para mujeres maltratadas y firmó la histórica declaración de 1971 en la que 343 mujeres—rebautizado por la prensa conservadora como el manifiesto de “las 343 zorras”— admitían haber abortado ilegalmente.

Por todo ello, asombra la dureza con la que el tiempo ha tratado a Hélène de Beauvoir, relegada a un cajón polvoriento de la historia del arte. Su nombre había caído en el olvido hasta la inauguración de una nueva muestra en la Amar Gallery de Londres, donde se puede visitar hasta el 30 de marzo. Su fundador, el galerista indio Amar Singh, especializado en recuperar a artistas olvidadas, dio con el nombre de Hélène de Beauvoir mientras investigaba la escena artística del París de los años treinta. “Me pregunté si tendría algún parentesco con Simone, como fue el caso”, recuerda Singh. Así inició una investigación de cinco años que lo llevó a rastrear sus obras en Francia, Suiza, Italia y Alemania, de la que surgió la muestra, The Woman Destroyed, que toma prestado el título del libro publicado por Simone de Beauvoir en 1967, que sería la única colaboración artística entre las dos hermanas. Hélène lo ilustró con 16 grabados que reflejaban las emociones de una de las protagonistas de la obra, engañada por su marido.

'Sin título' (1963), acrílico sobre lienzo de Hélène de Beauvoir.
'Sin título' (1963), acrílico sobre lienzo de Hélène de Beauvoir.APP / Ute Achhammer / Courtesy Amar Gallery

En las paredes, lienzos abstractos recuerdan a las obras de Robert y Sonia Delaunay, con quienes coincidió en el París de las vanguardias, y luego avanzan hacia un expresionismo más visceral. A partir de los setenta, su estilo deriva hacia un surrealismo extemporáneo, del que da fe un misterioso cuadro que parece ambientado en el espacio exterior. Hay obras que beben del futurismo o de un neocubismo colorista, acuarelas de paisajes nevados, óleos con castillos de Alsacia y algún desnudo femenino. Hélène de Beauvoir jugó con la figuración y la abstracción, instalándose en un espacio intermedio que convirtió su obra en inclasificable.

“Sus obras resisten el paso del tiempo. Si no es más recordada es por su linaje. Tener un familiar célebre puede abrir puertas, pero también cerrarlas. Lo mismo ocurrió con Elaine de Kooning y Lee Krasner, eclipsadas por sus esposos, que fueron pintores más conocidos. Hélène sufrió el mismo destino: su hermana era tan famosa que la opacó”, relata Singh. La muestra londinense ha despertado el interés de coleccionistas privados y de museos franceses, españoles y británicos (la emisaria de un importante centro londinense visitaba la exposición durante la entrevista). Los precios oscilan entre los 3.000 dólares para sus dibujos y los 40.000 dólares para los grandes formatos. Conocedor de un mercado en expansión —el de las artistas arrinconadas a la segunda fila a lo largo del siglo XX—, Singh predice que no se mantendrán tan bajos por mucho tiempo.

“Desde niña no fue tratada de la misma manera que Simone, que había sido educada como un varón, y arrastraba cierto complejo”, dice la biógrafa de las hermanas Beauvoir, Claudine Monteil

Con todo, el olvido de Hélène de Beauvoir no solo se debe a la sombra de Simone. No vivió en París y nunca cultivó las relaciones necesarias para ascender en el mundo del arte. Se estableció en las afueras de Estrasburgo con su marido diplomático, que trabajaba en el Consejo de Europa, lo que la alejó del microcosmos artístico en un momento en que las mujeres lo tenían especialmente difícil. Como prueba de ello, Hélène firmó sus primeros cuadros como “H. de Beauvoir”, lo que sembró una duda razonable: ¿estarían pintados por un hombre?

La relación entre ambas hermanas fue ambivalente. Se ayudaron mutuamente, pero también se enfrentaron. Según Claudine Monteil, escritora e historiadora que participó en la fundación del Movimiento de Liberación de las Mujeres con Simone de Beauvoir, Hélène siempre se sintió menos legítima que su hermana. “Desde niña, no fue tratada de la misma manera que Simone, que había sido educada por su padre como un varón, y arrastraba cierto complejo”, explica Monteil, que resumió su compleja relación en el libro Las hermanas Beauvoir (Circe), al teléfono desde París.

'Castillo en Alsacia' (hacia 1960), de Hélène de Beauvoir.
'Castillo en Alsacia' (hacia 1960), de Hélène de Beauvoir.APP / Ute Achhammer / Courtesy Amar Gallery

“Simone siempre la protegió: desde su primer salario como profesora de filosofía, le pagó un estudio en la rive gauche para que pudiera pintar. También costeó los envíos de los cuadros de sus exposiciones y sus billetes de avión”, recuerda la autora. Pero también fue cruel con ella en su correspondencia, editada por su hija adoptiva Sylvie, donde sostiene que su hermana no tuvo talento. “Se quisieron y se apoyaron, pero también tuvieron diferencias. Simone nunca apreció la pintura, como deja claro en El segundo sexo”. Sartre fue aún más mordaz y despectivo. “La apreciaba, era como la hermana que nunca tuvo, pero solía menospreciar a todo aquel que no tuviera su nivel intelectual. Y, con el tiempo, esa condescendencia acabó contagiando a Simone”. Esta última también tenía algún motivo, tal vez menor, para sentir celos: no sabía dibujar ni pintar, lo que le hizo sentirse superada por su hermana. “Y Hélène se casó con un hombre apuesto con el que formó una pareja estable durante décadas, algo que contrastaba con la vida que tuvo Simone”.

A partir de Mayo del 68, su pintura cambió. Empezó a retratar a los jóvenes que levantaban los adoquines en busca de una playa utópica y a los policías que intentaban sofocar la revuelta en un París de aire revolucionario. Su obra abordó otros temas poco habituales, como la opresión de las mujeres o la amenaza atómica, como demuestra un cuadro expuesto estos días en el Museo de Arte Moderno de París. “Su obra fue a contracorriente de su tiempo”, señala Monteil, compañera de promoción de Daniel Cohn-Bendit en Nanterre, que hizo de puente entre la juventud francesa y las hermanas Beauvoir, 40 años mayores que ella. La escritora vio morir a Hélène en 2001, a los 91 años. La recuerda en su lecho de muerte, preguntándose si sus cuadros importarían a alguien en el futuro. A la espera de que los museos del mundo redescubran su obra, perspectiva cada vez menos imposible, ella tiene uno colgado en su comedor: un retrato de Simone de Beauvoir, sonriente y vestida con una blusa amarilla, en 1935.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.
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