Marisa Paredes se despide a 140 metros de la casa de su infancia
La capilla ardiente de la actriz, fallecida el martes, se ha celebrado en el Teatro Español, que veía de niña desde su hogar y le inspiró a ser intérprete, y con un patio de butacas repleto de amigos
El domingo pasado, Marisa Paredes asistió a la última representación de la temporada de Luces de bohemia en el Teatro Español en la plaza de Santa Ana, en la que participaba su hija, la actriz María Isasi. Tres días más tarde, ese mismo escenario ha albergado el féretro de Paredes. Desde las 10 de la mañana a las 12:21 del mediodía, poco más de dos horas estuvo abierta la capilla ardiente de la actriz —que aunó la leyenda de una diva con la militancia de la clase obrera— en el emblemático edificio que le impregnó el amor a la interpretación cuando era la hija de la portera y del trabajador de la fábrica de cervezas El Águila. Porque Paredes, fallecida el martes a los 78 años, se ha despedido de sus amigos, familiares, compañeros de compromiso, políticos y público en general a 140 metros de la casa en la que se crio, en la misma plaza, en el número 13, el que alberga un icónico bar hawaiano, un edificio que ahora trasciende su aire gris.
En una mañana fría, glacial, al ataúd de Paredes no le faltó calor ni cariño. Fuera se agolpaban los medios de comunicación; dentro, el patio de butacas se llenó rápidamente de familiares —su hija, María, sus hermanos Petra y Ángel, su compañero de las últimas cuatro décadas, Chema Prado, albergando una tormenta interior que no trasmitía su semblante— y de sus amigos y compañeros. En la cola, a 10 minutos de las 10, justo mientras llegaba el coche funerario desde el tanatorio, ya estaban compartiendo recuerdos el diseñador de vestuario Paco Delgado, doble candidato al Oscar, y el cineasta Juan Antonio Bayona. Abiertas las puertas, en el interior del Español se conjugaron los mil mundos de Paredes: teatro, cine, televisión, desde la vieja escuela pasando por el mundo Almodóvar hasta los Javis. Y por supuesto, su faceta política, su compromiso por la gente que le llevó a apoyar a Sumar. De ahí que la presencia de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, fuera más allá de lo protocolario: despedían a su compañera de lucha.
Urtasun y el presidente de la Academia de cine, Fernando Méndez-Leite, aprovecharon para anunciar “un gran homenaje” en la próxima edición de los Premios Goya, el 8 de febrero en Granada. “Vamos a realizar un gran homenaje a Marisa, que además es el lugar de hacerlo, entre su gente, la del cine. Es donde creo que a ella le hubiera gustado ser homenajeada y recordada”, explicó el ministro. A continuación, en presencia de Ignasi Camós, director del ICAA, y de la directora de la Filmoteca Española, Valeria Camporesi, desveló que esa institución preparará “una retrospectiva de lo que fue la grandísima y extensísima obra” de la actriz. Tanto Urtasun como Díaz describieron a la fallecida como “amiga”. La vicepresidenta definió a Paredes como “marca España y en este día triste queda su legado y su espíritu de lucha”. “Coincidí hace muy poquito con ella y me echó la bronca, porque decía que había que pelear todavía más contra la derecha y que no podían avasallarnos”.
Para Bayona, “Marisa es el icono del cine español, y en persona en cambio era muy cercana, lo que ella combinaba maravillosamente”. El también director Pablo Berger apuntaba: “Fue la primera actriz que conocí... En el festival de San Sebastián en una noche inolvidable de los ochenta con Iván Zulueta”. El guionista y director Joaquín Oristrell recordaba que estaba junto a Marisa Paredes en la cúpula directiva de la Academia cuando la gala del “No a la guerra”. “Fue una batalla durísima. Después de la ceremonia, se encerró con Chema en casa y recuerdo verla vestida como una diva, dando un discurso maravilloso, analizando los comentarios, y se puso los guantes de cocina y comenzó a lavar los platos. Y ahí se fundía la imagen de diva de Hollywood con la hija de la portera”, contaba sonriendo.
Ese “compromiso con su tiempo” fue el que destacó José Sacristán, que dirigió a Paredes en su segunda película como realizador, Cara de acelga. “Yo la recuerdo desde sus inicios, y siempre en nuestras andaduras en pos de una sociedad mejor”, remataba.
Otros presentes en una capilla ardiente que se cerró a las 12:00 en punto, aunque el coche fúnebre no partiera hasta las 12:21 fueron guionistas como Lola Salvador o Juan Luis Iborra; productores Antonio Pérez, Enrique Cerezo, Antonio Saura o Esther García, que además, como parte de El Deseo, representaba a los hermanos Almodóvar, de promoción en París; el responsable del Instituto Cervantes Luis García Montero; la directora de producción Sol Carnicero; los dramaturgos Mario Gas y Lluís Pasqual, que estaba rematando su próxima obra con Paredes y que abandonó el teatro en silencio, sin llamar la atención; el compositor Alberto Iglesias; la gestora cultural Alicia Moreno; los directores Manuel Martín Cuenca, Juan Vicente Córdoba o Julio Medem; los actores Vicky Peña, Miguel Ángel Muñoz, Jorge Calvo, un apesadumbrado Juan Diego Botto, la pareja de protagonistas de Luces de bohemia Ginés García Millán y Antonio Molero, Bárbara Lennie, Pastora Vega, Juan Echanove, Alberto Ammann, Eulalia Ramón, Daniel Freire, Ruth Gabriel, Lluís Homar, Guillermo Montesinos, Elena Anaya...
Y por supuesto, Rossy de Palma, liderando un grupo de chicas Almodóvar. Bibiana Fernández contó a la salida de la capilla ardiente: “Cuidado, que no solo era una actriz española, sino internacional. Al menos se fue sin sufrimiento, y nos dejó la pena a los amigos. Fue una reina y se va como una reina. Hoy va a ser un día difícil. Recordemos su compromiso”. A su lado, Loles León contaba: “Se va una amiga y una luchadora por los derechos de todos, una agitadora de corazones, con mucho carácter. Nos hemos quedado sin nuestra brújula, ahora tendremos que hacer lo que diga Rossy”. Porque en el escenario del Español se habían unido ante un féretro rodeado de coronas —destacaban la de Caetano Veloso y la de los hermanos Almodóvar— y una foto no muy grande aunque sí muy certera de una Paredes sonriente.
Javier Ambrossi y Javier Calvo, los Javis, habían trabajado con la actriz en la que ahora ha devenido en su último trabajo, Vestidas de azul. En la calle, explicaron: “La semana pasada hablamos de un proyecto futuro. Tenía millones de planes. Recordaremos su alegría, su ilusión, sus ganas, su fuerza. La creíamos eterna”. Eduard Fernández, que representó con ella Hamlet, contaba con lágrimas en los ojos: “Recordaré su locura feliz. Marisa era una mujer de colores, con un secreto con la vida... ¿Cuál era? Nunca se lo descubrí”.
Hubo más políticos, como Marta Rivera de la Cruz, delegada de Cultura del Ayuntamiento de Madrid; el nuevo líder del PSOE-Madrid y ministro para la Transformación Digital, Óscar López; y de las portavoces municipales de PSOE y Más Madrid, Reyes Maroto y Rita Maestre; o Francisca Armengol, presidenta del Congreso de los Diputados.
Y al final, María Isasi, cerca de un cartel que aún anunciaba Luces de bohemia con su nombre, habló en un hermoso final: “Luchar en la calle, pedir los derechos de todos, luchar contra la guerra. Ese sea su legado. Este mundo es un mundo maravilloso. Hay sitio para todos y nos merecemos vivir en paz y tener todos los derechos que necesitamos tener [...]. Solo así cambiaremos el mundo y lo haremos mejor. Gracias por quererla tantísimo. Hemos recibido tanto amor que creo que ni ella era consciente de lo que le amaban. Y ahora tendremos que aprender a caminar sin ella, pero con su ejemplo y su imagen. Ahí queda. Es vuestra para siempre. Gracias”. Los aplausos despidieron el féretro de Paredes que partió para siempre de la plaza de Santa Ana.
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