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Ginés García Millán: “No me permiten ponerme estupendo, siempre alguien me baja los pies al suelo”

El actor encarna a Max Estrella en ‘Luces de bohemia’, de Valle-Inclán, en el exitoso montaje que Eduardo Vasco dirige en el Teatro Español en Madrid

El actor Ginés García Millán, en Madrid, el 11 de noviembre.
El actor Ginés García Millán, en Madrid, el 11 de noviembre.Claudio Álvarez
Jesús Ruiz Mantilla

Con su coleta y su barba hasta el pecho, Ginés García Millán (Puerto Lumbreras, Región de Murcia, 60 años) se enfunda cada noche en el Teatro Español la figura ciega y lúcida de Max Estrella para dotarle de una salvaje fragilidad que conmueve. El montaje de Luces de bohemia que protagoniza en el Teatro Español, dirigido por Eduardo Vasco, arrasa con las localidades agotadas y un público joven que siente retumbar como nunca las palabras de Valle-Inclán. A él recurrimos para formular todas las preguntas de esta entrevista: es al completo un plagio. Gracias.

Pregunta: ¿Tenemos que hacer la revolución cristiana con todas las exageraciones del evangelio?

Respuesta: ¡Que son más que las de Lenin! En esas frases es donde Max te deja tumbado, como cuando dice que la miseria moral de este pueblo se demuestra ante la sensibilidad chabacana que esgrime ante la vida y la muerte.

P. ¿Transforma este pueblo miserable todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras?

R. Sí, nos tomamos todo demasiado a la ligera y no afrontamos las cosas que importan, como la vida y la muerte.

P. ¿Qué seríamos los españoles en un corral nublado? ¿Quizás un poco más tontos?

R. No lo creo, quizás un poco más tristes y menos coléricos, también dice. Y eso nos haría falta, ser menos coléricos. Ante las cosas importantes, no sacar esa cabeza que embiste, esa vehemencia.

P. ¿Pisa usted muchos cristales rotos?

R. Constantemente, lo hacemos todos. Podemos mirar hacia otro lado, incluso optar por la ceguera y aunque haya cosas que no queremos ver, duelen. La actitud está en involucrarse o pasar por encima, pero siempre te puedes cortar.

P. ¿Cuántas veces se ha quedado sin capa, sin dinero y sin lotería?

R. Alguna que otra, pero en eso se resume la vida y en aprender de ello.

P. ¿Se siente pueblo?

R. Sí, trato de estar día a día con la gente que lucha con dignidad y honestidad para sacar a su familia adelante y se interesa por lo que les rodea.

P. ¿Se aburre con Ibsen?

R. ¡No! Me encanta. En eso no soy como Max.

P. ¿Es, en cambio, un cesante de hombre libre y pájaro cantor?

R. Muchas veces, sí. He renunciado a eso y me he metido en jaulas sin tener el valor de salir de ellas a tiempo.

P. ¿Se considera un anarquista o lo que han hecho de usted las leyes?

R. Creo que lo que han hecho de mí las leyes y la vida.

P. ¿Viene del dolor de un mal sueño?

R. También, en toda nuestra existencia sufrimos ese dolor y su aprendizaje de pérdidas y derrotas. Lo importante es que podamos contarlo.

Ginés García Millán, junto a la plaza de Santa Ana en Madrid, el 11 de noviembre.
Ginés García Millán, junto a la plaza de Santa Ana en Madrid, el 11 de noviembre.Claudio Álvarez

P. ¿Qué será de los poetas si pierden el derecho al alfabeto?

R. ¡Pues la gran derrota!

P. ¿En España siempre reina Felipe II?

R. No siempre, pero a menudo.

P. ¿Malgasta el ingenio?

R. Hago lo que puedo, pero soy más ingenioso y libre de pensamiento.

P. ¿Es un iconoclasta?

R. Depende del día, lo que no me considero es de una pieza.

P. ¿Siguen siendo los Borbones los mejores humoristas?

R. ¡Sí…!

P. ¿Sentir la patria es un lujo que no se puede permitir?

R. Yo no entiendo la patria de banderas, sino la de la gente que se la curra en su taller, su trabajo y la que hace un esfuerzo porque la vida sea mejor.

P. ¿Nos estará permitido alguna vez tocar el fondo de reptiles?

R. Habrá que ver cómo reaccionamos si nos colocan en esa tesitura…

P. ¿Ha estado en París?

R. Sí, hace dos años me fui un mes entero allí a pasear sin tener nada que hacer, como un flâneur. Para mí era un sueño. Yo me imaginaba como actor francés.

P. ¿Estudia las matemáticas celestes?

R. Siempre se me dieron regular las celestes y las terrestres.

P. ¿Habrá algo tras la última mueca?

R. Es un sueño, ¿por qué no? Si esto se acaba aquí, mejor ilusionarse con eso.

P. ¿Moriremos de rabia mascando ortigas?

R. Puede ser, pero ojalá que no llegue ese momento. No se puede expresar mejor ese dolor. ¡Madre mía!

P. ¿El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada?

R. Esa deformación disemina de manera brillante la barbarie, como Goya y el Greco lo hicieron en imágenes, Valle-Inclán lo logra con palabras. Colocarnos de esa manera en espejo es brutal y bello. Te rompe el corazón.

P. ¿Cuántas veces ha ido al callejón del Gato a mirarse en los espejos cóncavos durante estos meses?

R. Al menos una vez a la semana.

P. ¿Es el mundo una controversia y un esperpento para cráneos privilegiados?

R. Siempre, no hay más que levantarse y abrir el periódico.

P. ¿Cuántas veces al día se pone usted estupendo?

R. No me lo permiten… Siempre tengo un Don Latino al lado que me baja los pies al suelo.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.
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