¿Es realmente Luis Miguel tan buen cantante? Los expertos opinan
Los especialistas analizan lo que el artista mexicano, de gira por España (con dos conciertos en el Santiago Bernabéu), es capaz de hacer con su instrumento: la voz
El 3 de agosto de 2023, Luis Miguel comenzó con una serie de ¡10! conciertos en el Movistar Arena Buenos Aires, una de las giras más ambiciosas de su dilatada carrera. Lo prolongado del itinerario (con alguna breve pausa, se extenderá hasta noviembre de 2024) y el hecho de que la afrontase a sus 53 años (ahora tiene uno más) refrendan lo exigente de la experiencia. A su paso por Chile, al poco de empezar, saltaron las alarmas: su voz parecía debilitada. Los rigores de la gira, su drástica pérdida de peso y un inoportuno proceso gripal se barajaron como posibles explicaciones. En la capital chilena hubo de ser hospitalizado de urgencia. Sus admiradores se echaron a temblar; también compañeros de profesión como su compatriota Yuri, quien declaró: “Veo a Luis Miguel y digo: ‘Padre, cuídale la voz’. Es el icono de nuestro México”. Para muchos, que el veterano cantante pierda la voz es un drama.
Restablecido de sus problemas, Luis Miguel ha recalado ahora en España, donde desde el 28 de junio y durante más de un mes —hasta el 3 de agosto, que actuará en Marbella—, ha convocado a sus fans en plazas de toros, pabellones de gran aforo y recintos deportivos. En el estadio Santiago Bernabéu lo esperan dos noches: las del 6 y el 7 de julio. Y aunque seguramente exista gente que haya comprado su entrada por otros motivos, es de suponer que la mayoría lo ha hecho o hará para deleitarse con el atributo que descuella por encima de su atractivo o su carisma: su voz.
Es su inapelable capacidad vocal, que pasa sin despeinarse del bolero a la canción melódica y del pop a la ranchera, lo que le ha convertido en uno de los artistas de habla hispana más populares de las últimas cuatro décadas. Podrá ser de tu gusto o no, pero solo los muy puntillosos podrán ponerle alguna pega. No solo canta bien: desde que se hizo adulto —había debutado a los once años como profesional de la música—, su voz luce sello propio, inconfundible. Eso por lo que se pirra cualquier cantante que se precie (el que el oyente lo identifique al instante de escucharlo), Luis Miguel lo tiene. Tanto es así, que cuando hace ya más de veinte años un joven David Bisbal se abría paso en la industria y aún no había encontrado su sonido, la opinión generalizada era: “Canta muy parecido a Luis Miguel”.
Para explicar cómo canta Luis Miguel es obligado recurrir a un detallado análisis técnico. Es lo que le pedimos a Marianne Ax, profesora de canto sueca afincada en Madrid con más de cuarenta años de trayectoria. “Su instrumento [su voz] ha tenido un desarrollo perfecto”, indica. “Aprecio un balance entre su apoyo (musculación diafragmática y abdominal) y la relajación de la laringe que hace su voz sonora, alcanzando un timbrado con resonancia que solamente se logra con una perfecta técnica vocal”. La docente destaca, además, la amplitud de su registro: “Posee buenos bajos y vibratos en los agudos. Un cantante sin técnica vocal normalmente no tiene vibrato, porque fuerza la voz en la laringe y no usa su respiración correctamente, por lo que en ocasiones se ven obligados a abandonar sus carreras”.
En cuanto a su versatilidad, señala que “cuando un cantante como Luis Miguel atesora esas condiciones de voz, es posible que pueda cantar cualquier estilo musical”. Ha demostrado a lo largo de los años que casi nada se le resiste: además de los estilos ya citados, en 1984 lanzó el disco También es rock, que si bien pertenece a su etapa adolescente, incluye versiones de Jailhouse Rock, King Creole, Black is Black o Twist and Shout; en 1985 probó con la balada italiana (Canta en italiano); y en su álbum Amarte es un placer (1999), en el que tocan esclarecidos músicos de Los Ángeles como el batería Vinnie Colaiuta, los guitarristas Paul Jackson Jr. y Michael Landau y el teclista Robbie Buchanan, contiene temas como Sol, arena y mar, Te propongo esta noche y Dímelo en un beso, que lo acercaron al jazz comercial e incluso al funk.
Es tal la variedad de estilos que aborda, que tal vez la mejor etiqueta para describir a Luis Miguel sea la de crooner; un crooner latino, en cualquier caso, pero que conmueve al espectador interpretando una música en general elegante y agradable al oído. “Cuando hace arreglos con big band [gran orquesta de viento y metales] es un crooner vestido de tres piezas”, coincide otro crooner, en este caso español, como Zenet. “Incluso deja espacio para los solos de los músicos. Lleva dicho concepto a su cultura musical: en vez de hacerlo como Frank Sinatra, se pega a Vicente Fernández y te suelta una ranchera abolerada”.
Musicalmente, es esa mezcla de tradición popular con música ligera el terreno donde Zenet sitúa a Luis Miguel. “Le gustan mucho los autores clásicos mexicanos, y cuando saca una versión de ellos en su tierra, se cae el estadio”, dice. Aunque hoy cuando se habla de música latina se piensa en otra cosa, El Sol de México, como lo apodan, es capaz de seguir llenando recintos como los que visita en su gira actual manteniendo su apego a sonidos para algunos pasados de moda. “Es un resistente”, define Zenet. “Ha sabido mantenerse. Me recuerda a Frank Sinatra cuando apareció Elvis Presley. Al principio lo criticaba, pero luego el tipo, muy listo, accede a cantar con él y hace uno de los discos más bonitos que tiene”.
Sin embargo, en la música popular la capacidad de expresar y generar emociones suele valorarse más que la perfección técnica. Los anales del pop están plagados de portentos que fracasaron por su acendrada frialdad y de cantantes normalitos que cautivaron porque tocaban la fibra. En este sentido, Marianne Ax subraya que Luis Miguel sobresale también por su don para la interpretación: “Gracias a ella, y a su dicción y estilo en el escenario, ha conseguido tantos éxitos y fama. No es suficiente tener una buena voz: lo más importante es saber llegar al público”.
El cantar con sentimiento (feeling) es algo en lo que los productores hacen mucho hincapié. Saben que si el vocalista se cree la historia que está cantando, el público también lo hará. Javier Limón, productor madrileño especializado en música de raíces (ha trabajado con Bebo Valdés, Diego El Cigala, Concha Buika, Pepe de Lucía, Niño Josele y Andrés Calamaro, entre muchos otros), considera que “Luis Miguel es un cantante que ha sabido transmitir sentimientos a su público, que es amplio y multigeneracional”.
Cuando un cantante con esa clase de facultades entra por la puerta del estudio de un productor, este lo considera una bendición: el proceso se simplifica (no son necesarias muchas tomas porque en todas va a cantar bien) y no es preciso dedicar tiempo extra de posproducción a corregir errores mediante programas digitales. “Teniendo en cuenta que la calidad musical objetiva está basada en las cualidades, me parece que Luis Miguel tiene una afinación, ritmo y registros muy buenos”, afirma. Y añade: “Hizo su carrera en una época donde no había autotune, tan de moda ahora, aunque le dio igual porque lo tenía de fábrica en su garganta. Es difícil afinar mejor”.
Otros cantantes que iniciaron su andadura a principios de los ochenta están semirretirados o han caído en el más ominoso olvido. No es el caso de Luis Miguel, que lleva un año dándose baños de masas por todo el mundo con su último espectáculo. Zenet piensa que se debe a que el gusto por su música ha pasado de padres a hijos. “Aunque el público envejece contigo, siempre hay admiradores que son iniciados por gente mayor. Estoy seguro de que en los conciertos de Luis Miguel hay transversalidad. Todavía hay público que se siente atraído por la canción melódica, para el que todavía existe el romanticismo”.
Aunque no se considera fan (“No es el estilo que me pongo en los cascos, pero cuando estoy zapeando y veo un vídeo de él, me paro a escucharlo. Le tengo un absoluto respeto”), Zenet solo le encuentra virtudes. “Utiliza todos los resonadores perfectamente, el diafragma lo utiliza a capricho, tiene unos sostenidos que duran lo que él quiere. Alarga la nota, sube, cambia de nota, baja, vuelve a subir y arriba del todo cambia de nota otra vez. Hace lo que le da la gana. Usa muy bien esa dinámica de separar el micro dependiendo de la potencia que vas a lanzar, para poder cantar más potente sin reventar la señal, y acercarte cuando vas a susurrar. A veces se aleja tanto del micro que vuelve locos a los técnicos. Me consta que cuando aparece en las pruebas, muchos se echan a temblar. Es un tipo perfeccionista, que ha sido centro de atención constante, y eso ha debido de ser difícil”, apunta. Puesto a reprocharle algo, lamenta que no haya explotado más su vena jazzística y políglota. “Tendríamos un Michael Bublé, sin duda”.
No estamos en disposición de asegurar que el paso de los años no haya mermado sus capacidades vocales; pero sí que la experiencia ha hecho de Luis Miguel una especie de superprofesional, habituado desde niño a una forma de hacer música hoy en desuso. “Es uno de los grandes que nos quedan de esa cultura musical que no sé si volverá a ser igual”, sentencia Zenet.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.