_
_
_
_

Talking Heads: “Éramos realmente buenos. ¡Qué lástima de banda!”

Los cuatro miembros de una de las bandas más influyentes de la música ‘indie’ hablan en una charla a propósito del reestreno en cines de ‘Stop Making Sense’, el concierto que dieron en Hollywood en 1984. Separados desde 1991, repasan en esta entrevista sus comienzos y su legado

Talking Heads, 'Stop Making Sense'
Un momento de la película 'Stop Making Sense' en el que se ve a David Byrne con su particular 'big suit' (gran traje) sobre el escenario.
Fernando Navarro

Estrenado en 1984, Stop Making Sense ha llegado hasta nuestros días como uno de los conciertos mejor filmados de la historia. Grabado a partir de cuatro actuaciones en el Pantages Theatre de Hollywood, Talking Heads, banda referencial de la música independiente anglosajona y uno de los grupos más innovadores del pop-rock mundial, se aliaron con el director Jonathan Demme para alcanzar una cumbre entre la fusión del cine y la música en el registro de un concierto en directo. El Nuevo Hollywood, cuyos máximos representantes venían marcados por formar parte de la generación del rock and roll, cambió la forma de entender la dimensión sonora en el séptimo arte. Películas como American Graffiti (1973), de George Lucas; La conversación (1974), de Francis Ford Coppola; Impacto (1981), de Brian de Palma, y Nashville (1974), de Robert Altman, abrieron nuevas vías de exploración para que los creadores de sonido tomasen el protagonismo que antes tenían artistas vinculados a la imagen y la fotografía. Poco después, Martin Scorsese plasmó magistralmente la vivencia colectiva de la música en directo en El último vals (1978), el primer gran rockumentary, que registra la despedida de The Band. Con las sofisticaciones posmodernas propias de Talking Heads, Stop Making Sense, al igual que El último vals, se convirtió inmediatamente en otro clásico.

Aquel acontecimiento documental se repite ahora con el reestreno de la película restaurada con mejoras de sonido e imagen este viernes 8 de marzo en las salas de cine. Desde sus respectivos hogares en Estados Unidos, David Byrne, Chris Frantz, Tina Weymouth y Jerry Harrison, los cuatro heads que se separaron en 1991, charlan por videoconferencia sobre este reestreno, aquellos años en los que marcaron una época desde las calles de Nueva York y su legado. Una reunión histórica después de años de disputas y demandas legales por parte de Byrne, cuya carrera en solitario ha sido la más destacable y que nunca quiso que el resto de la banda pudiese girar sin él con el nombre de Talking Heads.

Pregunta. Cuarenta años después, ¿qué han pensado al verse de nuevo en el documental?

David Byrne. Llevaba 15 años sin ver el concierto y he pensado de todo al verme. ¿Quién ese tipo tan intenso?, ¿tiene sentido del humor?, ¿aflojará?, ¿se relajará? Parece muy concentrado.

Chris Frantz. A todos se nos ve guapos y a Tina muy hermosa [Tina es la pareja de Chris y hablan ambos desde la misma cámara].

Tina Weymouth. ¡Anda ya! A ver, es maravilloso que tengamos esta película. Es una joya. Es maravilloso que Jonathan Demme llegase a nuestras vidas para hacer esto.

Jerry Harrison. Tocamos muy bien. Fuimos increíblemente estrictos y disciplinados para no pisarnos los dedos de los pies unos a otros. Éramos realmente buenos.

Tina Weymouth. ¡Qué lástima de banda!

Pregunta. El espectador se sumerge dentro de un escenario. Se ven las sonrisas cómplices, los movimientos impulsivos, el sudor…

J. H. Tiene algo de película de terror. Es como estar dentro de una cripta.

D. B. Jonathan era muy bueno capturando a cada parte y, luego, haciendo que cada una interactuase. Se ve muy bien cómo unos y otros conectamos con una sonrisa o, simplemente, tocando.

T. W. La nueva impresión está hecha a partir del negativo original. Ahora es tan fácil ver los colores, la iluminación… pero también los ojos, los labios, las lenguas e incluso los dientes. Y, por supuesto, tiene mucho mejor sonido. Es hermoso ver esta película y tener ganas de bailar.

Un fotograma de la película 'Stop Making Sense' en el que se ve a David Byrne y Tina Weymouth en el escenario.
Un fotograma de la película 'Stop Making Sense' en el que se ve a David Byrne y Tina Weymouth en el escenario.

Pregunta. La película es un testimonio de su amor por el funk y el rhythm and blues.

D. B. La primera vez que nos juntamos todos los Talking Heads fue en el loft que teníamos. Allí reunimos todas nuestras colecciones de discos, las tiramos al suelo y había álbumes de Parliament, Funkadelic, Hamilton Bohannon, James Brown, pero también de Velvet Underground, Lou Reed, David Bowie y The Stooges. Si imaginas todos esos discos juntos, algo así era lo que queríamos ser nosotros.

Pregunta. ¿Qué fue lo más excitante para ustedes de aquellos setenta, cuando empezaron en el CBGB de Nueva York?

J. H. La propia existencia del CBGB y de su dueño, Harry Crystal. Fue muy generoso con esas noches de micro abierto. Probablemente, podríamos sobrevivir un mes con lo que ganábamos en un fin de semana tocando allí. Había una gran sensación de apoyo. Hasta que no entraron los grandes sellos no empezó a haber algo de competición entre las bandas.

D. B. Nueva York ha cambiado mucho. El CBGB ya no existe. Entonces, todos sentíamos que estábamos en uno de los lugares más importantes del mundo, donde estaban sucediendo la nueva música y las cosas realmente artísticas. Todos estábamos siendo ignorados, pero nos sentíamos dentro de una pandilla con diferencias musicales. Estuvimos de gira con Ramones y no teníamos casi nada que ver, pero los respetábamos y ellos nos amaban. ¡Dios mío! Estuve en Nueva York recientemente... ¿Qué ha sido del Soho? Se lo han llevado. Parece un aparcamiento público, sin tiendas. ¿Dónde están esos edificios de fábricas? Nosotros nos movíamos por Bowery, que estaba lleno de borrachos y drogadictos. Quizá no era un paisaje bonito, pero aquello fue un mundo increíble. La ciudad estaba en bancarrota en ese momento y, entonces, ignoraban a todos, ignoraban al centro y ahí pudieron suceder cosas. Vivíamos con la sensación de estar en un club de ignorados.

C. H. F. Y, sin embargo, fue mejor que ahora. ¿Quién lo hubiese pensado entonces? Solíamos hacer carteles y ponerlos nosotros mismos por el Soho y Bowery porque pensábamos que ese era nuestro mundo.

T. W. A los artistas se les permitía vivir allí. Nosotros inauguramos varias pequeñas salas por toda la ciudad. Ahora, en cambio, no pueden. Se tuvieron que mudar. Primero, a Brooklyn. Después, a otras partes del mundo. Nueva York ya no es el centro artístico de antes. Todavía tiene grandes museos, pero esos son gente muerta. Entonces, la ciudad estaba en déficit, los camiones de basura no recogían la basura y todo parecía estar abandonado, pero había tanta vida… Se abrió una nueva vitalidad en Estados Unidos. Podías imaginarte a ti mismo siendo cualquier cosa. No necesitabas el dinero para divertirte. Hoy, si no formas parte de un gran espectáculo y producción, no existes.

J. H. Dos cosas son importantes. Primero, en ese Nueva York habían construido muchos lofts y estaban vacíos por la fuga de la industria ligera. Eso propició que hubiese alquileres baratos. La otra cosa fue aún más importante: había un maravilloso sentido de comunidad. No solo entre músicos, sino también entre bailarines, artistas visuales, pintores… Todo lo que habíamos leído de París o Viena en el pasado estuvo pasando en Nueva York en esa época. Era verdaderamente vanguardista. La calle era vanguardista. Y teníamos tiempo para desarrollar las ideas unos con los otros antes de que fuéramos descubiertos.

Talking Heads
Talking Heads en diciembre de 1977 en Hollywood, California. Luego tirarían para el CBGB neoyorquino.

Pregunta. ¿Se consideraban exploradores ya entonces?

T. W. No pensábamos que pudiésemos competir con Steely Dan, The Eagles y todo ese tipo de grupos. No nos interesaba. Supongo que éramos los chicos nuevos del barrio. Teníamos a Patti Smith y Television a dos calles de distancia. Podíamos ir a verlos y luego pensar: ¡Guau! Verlos nos hacía desafiarnos y abordar qué queríamos hacer con nuestra música.

D. B. Creo que fuimos muy reflexivos. Dejamos espacio para desarrollarnos. Hicimos saber a nuestra audiencia que íbamos a cambiar, que íbamos a probar cosas diferentes y que no les gustaría todo. Eso fue importante.

J. H. Esta es una de las cosas que realmente han hecho que la música sea menos interesante ahora. Cuando empezamos durante los primeros cuatro años, hicimos un álbum al año y salimos de gira para promocionar ese disco. Los álbumes duraban entre 35 y 40 minutos como máximo. Cuando aparecieron los cedés, la gente empezó a hacer discos de 70 minutos. Las compañías discográficas se volvieron muy conservadoras y trataron de obligarte a duplicar de alguna manera el éxito que habías tenido antes. Si miras hacia atrás, The Beatles hacían más de un álbum en un año y nadie quería que volvieras a hacer el mismo álbum. Por tanto, había una expectativa de cambio.

Pregunta. ¿Consideran que su legado ha sido importante?

T. W. Nunca hemos puesto nuestros discos a nuestros hijos. No supieron bien de Talking Heads hasta que no alcanzaron los 18 o 20 años. Crecieron con otros referentes. Nunca hemos tratado de competir con esos referentes, pero creo que ahora reconocen lo que hicimos y lo sienten. Y saben otra cosa: la edad de oro ha terminado. Ya no volverá. No sé, quizá la energía que solía estar en la música se ha trasladado hoy a la gastronomía.

J. H. Bueno, las generaciones más jóvenes escuchan todo por streaming y eso hace que no sepan de dónde vienen las cosas. Demasiados archivos de canciones todo el tiempo.

D. B. A veces, puedes encontrarte en esos restaurantes a gente escuchando canciones de Talking Heads por ese streaming y diciendo que les encanta sin saber ni preguntarse de dónde viene eso.

T. W. ¿Nos hemos convertido en música de ascensor? (Risas)

Pregunta. ¿Qué consejo le darían a un músico que empieza?

T. W. Trabaja muy duro y no te rindas. Porque puedes trabajar muy duro y luego decir: ‘Oh, no está funcionando’. Pero entonces todo lo que has invertido se ha ido. Así que no lo tires. Sigue.

C. H. F. Vi un Banksy. Una obra de arte de Banksy que decía: “Si te cansas, no te rindas, solo descansa”. Sí, exactamente, nadie duerme lo suficiente. Así es como me siento incluso hoy (risas). Simplemente, descansa.

D. B. Recuerdo que, cuando empezamos, el público era de unas 20 personas. Y luego, unas semanas más tarde, ya eran 40. Puedes construir algo con esa actitud de seguir. Hacer alguna conexión, ¿verdad?

T. W. Mucho de esto trata solo de conexión. Como dices, ni siquiera se trata de la música. Taylor Swift tiene a todas estas chicas jóvenes que la aman. Pueden cantar sus canciones, por supuesto, pero yo no puedo. No podría decirte cómo suena una canción de Taylor Swift. Soy de una generación diferente, pero ella tiene un gancho enorme. Ella gobierna. Es la nueva princesa Diana. Algunos artistas tienen ese tipo de suerte. Recuerdo cuando escuchaba por primera vez a Talking Heads y pensaba: ‘¿Cómo vamos a triunfar en Estados Unidos? A Estados Unidos le gusta Dolly Parton y la música country’. Pero a la gente le gustó también Talking Heads porque también teníamos un sonido que le hablaba a otra persona. Teníamos nuestro propio estilo distintivo y capacidad de conectar.

J. H. Un consejo para los músicos emergentes es que, en su día, trabajamos muy duro y giramos más que cualquier otra banda que salió del CBGB, excepto Ramones. Todas las otras bandas hicieron mucho menos. Se preocuparon menos de construir una audiencia orgánica yendo a ella. Ayudó en parte que nuestro manager tenía experiencia y sabía todo sobre la carretera y cómo podías ganar dinero con ella. Y también mantuvimos las entradas baratas y no nos endeudamos con nuestra compañía discográfica. Nos aseguramos de poder sobrevivir en la carretera. Así que, si diera un consejo a cualquier banda, sería: sé muy cauteloso al gastar el dinero.

Pregunta. Con este buen ambiente en esta charla, ¿es posible confiar en una reunión de Talking Heads?

[Risas de los cuatro]

J. H. Esta entrevista es como un paso de bebé. Lo otro sería como un paso de mayor. No es conveniente pensar en ello por ahora. Estamos centrados en esta película.

C. H. F. Hasta la próxima.

T. W. Hasta la próxima.

D. B. Adiós.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_