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La Junta andaluza destituye al director del Museo Arqueológico de Granada acusándolo de falta de atención a la gestión

El exresponsable, con décadas de reconocido prestigio profesional, defiende su trabajo “en el ámbito de la conservación, la investigación y la difusión”

Patio del Museo Arqueológico de Granada. Al fondo, la Alhambra
Patio del Museo Arqueológico de Granada. Al fondo, la AlhambraMyLoupe (Universal Images Group via Getty)
Javier Arroyo

Con 144 años a sus espaldas y un siglo en su actual localización, el palacio renacentista de Casa de Castril, en el Albaicín granadino, que alberga al Museo Arqueológico de Granada, da dos pasos atrás por cada uno adelante. Es uno de los museos peor dotados de Andalucía, con una exposición limitada a tres salas que exhiben solo 120 piezas. Y eso que sus almacenes tienen catalogados alrededor de 80.000 objetos, sean unidades completas o fragmentos de ellas. El último episodio ha sido el cese del aún director Manuel Ramos ―perderá el puesto cuando se nombre a quien lo suceda por libre designación― por falta de atención a la gestión, según alega la Junta andaluza, y también de confianza. Sin embargo, más de 110 investigadores de las universidades de Granada, Almería, Alcalá de Henares y La Laguna han firmado un comunicado manifestando su “más profundo desconcierto ante su incomprensible cese”.

La destitución de Ramos ha soliviantado a los profesionales del sector. Los investigadores que han rubricado el comunicado afirman que “ha desarrollado una excelente labor profesional tanto en la gestión interna como externa del museo. Las actividades de difusión y divulgación cultural se han dinamizado considerablemente”. También que “ha contribuido a fomentar el desarrollo de la investigación arqueológica, facilitando el acceso a materiales, participando activamente en proyectos (…) uniendo además a investigadores y profesionales no solo de Granada sino del resto del Estado e incluso internacionales”.

El museo cerró en 2010 por sus malas condiciones de conservación y los Gobiernos central y andaluz tardaron ocho años en encontrar los 640.000 euros que costó volver a abrirlo. En octubre de 2021, se jubiló su entonces director y no hubo nuevo responsable hasta cinco meses después. Ahora, un año y nueve meses más tarde, la Junta de Andalucía cesa a Ramos Lizama. El delegado de Cultura del Gobierno andaluz en Granada, Fernando Egea, explica que durante estos dos años se han quedado muchos “temas importantes sin atender en materia de gestión personal y de expedientes, así como de ejecución de presupuesto. Muchos de esos asuntos se han atendido desde la delegación por no hacerlo el director. Y hemos tenido que tomar la decisión de cesarlo”.

Manuel Ramos no quiere entrar en detalles sobre los motivos de su cese. “Declino entrar en eso, pero sí defiendo mi gestión profesional en el ámbito de la conservación, la investigación y la difusión”. Recuerda que hasta hace un par de meses, la plantilla del museo no tenía ningún técnico especializado que no fuera él. La conformaban el director, dos administrativos, dos ordenanzas y el personal de vigilancia en sala. Hace un par de meses se incorporó una conservadora. Con esos medios, defiende Ramos, “el esfuerzo en difusión y divulgación y el trabajo con los investigadores ha sido muy notable”.

Fernando Egea responde que los ceses no dejan de ser una decisión normal en el ámbito de los nombramientos de libre designación, porque todo se basa en “la confianza del delegado” y este no era el caso. El museo “tiene un proyecto en marcha muy importante y esta persona no está en ese compromiso, lo que ha sido determinante”, comenta. El proyecto es ampliar las tres salas actuales a algunas más. La discordia está en que lo que a la Junta le parece un edificio apropiado, ese palacio renacentista, a casi nadie del sector de la arqueología se lo parece.

Otros ceses polémicos de la Consejería de Cultura

Esta nueva destitución se suma al resto de ceses impulsados por el nuevo consejero de Cultura, Arturo Bernal, envueltos en la polémica y que también han contado con la oposición frontal de los sectores implicados. El caso más reciente fue el sorpresivo relevo en el Centro de Arte Contemporáneo de su responsable durante los últimos 13 años, Juan Antonio Álvarez Reyes, por Jimena Blázquez, a principios del pasado noviembre y sin seguir el Manual de Buenas Prácticas en Museos y Centros de Arte que establece un concurso público previo. El nombramiento a dedo ―la consejería esgrimió que ese código es una recomendación y que la Junta no está obligada a seguirlo― provocó la dimisión de la comisión asesora del museo sevillano y una carta de repulsa de todas las asociaciones de arte contemporáneo de Andalucía.

La designación directa también fue el método elegido por la consejería ―con la anterior responsable, Patricia del Pozo, a la cabeza― para la destitución en 2019 de Rafael Doctor como responsable de Centro Andaluz de Fotografía (CAF), al que accedió en 2017 por concurso público. Doctor calificó su sustitución, en mitad de su contrato, como “un acto de violencia política ejercida contra el sector cultural”. En su caso, el cese también fue acompañado de las críticas por parte del ámbito de la cultura. En 2022 y en plena Feria del Libro de Sevilla, también causó sorpresa, e indignación posterior en el sector, la sustitución de Eva Díaz Pérez al frente del Centro Andaluz de las Letras. Tampoco se despachó sin polémica el nombramiento el pasado mes de julio del nuevo director de la Alhambra, Rodrigo Ruiz-Jiménez, para sustituir a Rocío Díaz tras su designación como consejera de la Junta. La propuesta de Bernal recibió la abstención de los tres miembros del Gobierno que forman parte del patronato, que cuestionaron su perfil, como asesor de empresas, para un cargo de gestión de un conjunto monumental.

En realidad, el problema de este museo arqueológico, como explica Mercedes Murillo Barroso, profesora de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, va mucho más allá de una persona u otra o de una sala abierta más o menos. Además de la ya comentada escasa dotación de personal especializado, la Casa de Castril, a punto de cumplir cinco siglos, tiene una muy difícil, o al menos muy cara, adaptación a los requerimientos museísticos actuales. La climatización de las salas es muy deficiente, el edificio no cumple las condiciones mínimas de accesibilidad y no cuenta con espacios como guardarropía, biblioteca o salón de actos, aunque han adaptado una sala de exhibición para que funcione como tal.

Gran parte de su catálogo patrimonial del museo está almacenado en espacios de la Alhambra que, además, pide periódicamente que le dejen libre sus depósitos. Por eso, y frente a la opinión del delegado de Cultura, que comenta que el edifico actual es un lugar apto para el museo, Mercedes Murillo asevera que “el futuro del museo pasa por un nuevo proyecto estratégico de actualización y ampliación, que implica una renovación integral del actual edificio”, lo que supone una inversión económica muy importante “o uno nuevo”. “Abrir nuevas salas en las mismas condiciones que las que ya hay, sería volver al tipo de museo que había en el año 1974, hace 50 años. Sería abrir un museo antiguo”, explica un arqueólogo que prefiere no dar su nombre.

Por eso, continúa Murillo, “el trabajo de Ramos ha sido impecable. Ha dinamizado la actividad divulgativa con conferencias, talleres y actividades dirigidas a mayores y pequeños y, también, ha abierto el museo a los investigadores. Ha hecho todo lo que se podía hacer porque, en definitiva, ha recuperado un museo que estaba bastante muerto”. Ramos es conservador de museos y funcionario desde hace 35 años de la Junta de Andalucía, donde ha trabajado en el Museo de Almería, de Málaga, de la Alhambra y en el de Granada.

Actualmente, hay abierta una convocatoria pública para cubrir el puesto, que vence a final de mes. No obstante, y con el plazo aún abierto, Fernando Egea ya ha anunciado que sabe quién dirigirá el museo en el futuro porque “hay una persona que se ha presentado ya y cumple los requisitos”, afirma.

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