Hollywood sale con alegría del letargo de la huelga de actores: de los proyectos perdidos al aplauso en el supermercado
Después de casi cuatro meses de paros, Los Ángeles está ansiosa por recuperar el ritmo de rodajes, promociones y estrenos que gira sin parar, más cuando la temporada de premios está a punto de empezar
El miércoles, sobre las cinco y media de la tarde —ya jueves en España—, la megafonía de un popular supermercado de Studio City, un barrio residencial justo más allá de las colinas de Hollywood, que dan forma y parten en dos la ciudad de Los Ángeles, anunciaba algo más que los precios de la libra de la pechuga de pollo. La huelga de actores ha acabado. Repetimos. La huelga de actores ha acabado. La clientela, incrédula y feliz, s...
El miércoles, sobre las cinco y media de la tarde —ya jueves en España—, la megafonía de un popular supermercado de Studio City, un barrio residencial justo más allá de las colinas de Hollywood, que dan forma y parten en dos la ciudad de Los Ángeles, anunciaba algo más que los precios de la libra de la pechuga de pollo. La huelga de actores ha acabado. Repetimos. La huelga de actores ha acabado. La clientela, incrédula y feliz, soltó cestas y carritos y empezó a aplaudir y lanzar vítores en los pasillos.
No fueron los únicos. Los bares cercanos a las céntricas oficinas de la SAG-AFTRA, el sindicato de actores, se llenaron de intérpretes que festejaban, cantaban y brindaban a la salud de quienes, después de 118 días de huelga, habían peleado en su nombre hasta lograr un contrato colectivo justo y que, a falta de saber detalles —se harán públicos cuando se apruebe por votación la propuesta, el viernes—, cambiará las vidas de muchos de ellos y el desarrollo de la industria del cine, gracias a su regulación de la inteligencia artificial. “Cuando luchamos, ganamos”, coreaban, además de gritar los nombres de la presidenta Fran Drescher y del jefe de los negociadores, Duncan Crabtree-Ireland. “Somos sexis, somos divertidos, esos estudios nos deben dinero”, cantaban, cerveza en mano. Hasta el presidente Joe Biden, en un comunicado, se ha alegrado por el acuerdo alcanzado por ambas partes “que permitirá a la industria del entretenimiento seguir contando las historias de Estados Unidos”.
El alivio por llegar a un acuerdo para los próximos tres años del convenio colectivo se manifestó en muchos lugares, en media ciudad, donde el fin de la huelga era la única conversación en los corrillos. En agencias de comunicación, productoras, y oficinas de representación hubo suspiros, exclamaciones de júbilo y aplausos. También en eventos y pases de películas: el miércoles por la noche fue el estreno de Wish, la última película de Disney, y en el teatro El Capitán, en pleno Hollywood Boulevard, no se hablaba de otra cosa. También en la proyección especial para prensa de la próxima entrega de Los juegos del hambre, a la que los periodistas llegaron con la lengua fuera tras dar la noticia. Silvia García, publicista española que lleva 10 años dirigiendo la agencia de representación de talentos SGG Public Relations desde Los Ángeles, reconoce que, tras enterarse de la noticia por EL PAÍS, sus emocionados clientes empezaron a mandarle correos y pantallazos de la comunicación oficial de SAG-AFTRA. El alivio fue total, reconoce, tras 118 días de paros, “meses muy duros, mucho tiempo, muchos trabajos cancelados”. Muchos de ellos ya irrecuperables.
El esperado fin de la huelga se ha convertido en conversación nuclear en una ciudad que es cine. No es que Los Ángeles sea cinematográfica, es que pivota, existe y sobrevive gracias al cine y por el cine. Más allá del Paseo de la Fama o del busto de James Dean oteando la megalópolis desde el Observatorio Griffith, las calles son lugares de continuas filmaciones (este año, con las huelgas de escritores y actores, más de un 40% menos que el año pasado, según la asociación FilmLA) y donde sus habitantes viven literalmente de esa industria: el cine y la televisión son empleadores principales del país y aportan 175.000 millones en salarios anualmente (según datos de la Motion Picture Association de 2021) en EE UU.
Que haya habido un porcentaje mucho menor de rodajes y estrenos implica que no se han necesitado cámaras, maquilladores, conductores, empresas de cátering y de vestuario, agentes de seguridad, hoteles donde celebrar eventos, flores para engalanarlos. Una enorme porción del condado de Los Ángeles, y sus 10 millones de habitantes, se ha visto afectada por un tejido empresarial angustiosamente menguante. Se calcula que las pérdidas son de unos 6.000 millones de dólares. Pero también se espera que, con la mejora de las condiciones salariales del nuevo convenio colectivo, escritores y ahora actores vivan mejor, y que conducir Ubers ya no tenga que ser obligatorio para sobrevivir en una ciudad con un alquiler medio de 2.800 dólares mensuales (2.600 euros).
En la ciudad imparable, en estos meses todo se ha ralentizado. A diferencia de los guionistas, fundamentales para establecer las bases de un proyecto, sea serie o película, los actores son posteriores: forman parte del proceso de rodaje pero también del acceso del público a ese producto. No hay películas sin guionistas o actores. Pero, cuando ya están hechas, sin esos actores es casi como si no existieran. Y esa invisibilidad ha puesto terriblemente nerviosos a los estudios, que llamaron al sindicato de intérpretes para sentarse a la mesa a charlar con los premios a las puertas y unas cifras de taquilla desesperanzadoras.
Un ejemplo basta. Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese, se estrenó en el teatro Dolby —el mismo en el que se celebrarán los Oscar el domingo 10 de marzo— el pasado 16 de octubre. Una première que habría sido por todo lo alto, con todas las butacas llenas, pero que quedó deslucida al faltar las grandes estrellas de la temporada, Leonardo DiCaprio, Robert de Niro y la revelación del momento, Lily Gladstone. Hasta el propio Scorsese lamentó, en su discurso sobre el escenario, que no estuvieran presentes; aseguró que echaba de menos a sus actores y alabó sus interpretaciones. La película apenas recaudó 23 millones de dólares (21,5 millones de euros) en su estreno. Lleva unos 52 en total, y no está ni entre las 15 más vistas del año.
En estos meses ha seguido habiendo, en mucha menor cantidad, estrenos, premières, eventos con fans, críticos y prensa, fiestas. Pero sobre todo de películas pequeñas o extranjeras, que tienen acuerdos aprobados por el SAG; de series que arrastran mucho fandom detrás (como Loki, que tuvo un gran estreno de su segunda temporada sin Tom Hiddleston y Owen Wilson, pero lleno de seguidores disfrazados); o de proyectos de los que simplemente había una proyección, pero sin actores ni apenas publicidad al respecto. Perfil bajo. Muchos actores han sufrido las consecuencias de una huelga que parecía que nunca iba a acabar. La publicista García reconoce que algunos de sus representados han regresado a sus hogares durante estos meses. “Tengo una clienta que se iba a mudar a Atlanta, porque allí hay muchas producciones y no tantos actores; ella se iba justo antes de la huelga y al final no lo ha hecho. Hay gente que se ha vuelto a España porque no pueden sobrevivir o no tienen nada que hacer. Otra clienta se ha vuelto a México. Esta es una ciudad muy cara”, reconoce. “La gran mayoría de actores es gente normal. Afortunadamente los que han podido, como La Roca, han donado dinero y los demás han conseguido salir adelante y no ceder ante los estudios”.
Asegura García que las informaciones que les llegaban a los actores subrayaban que, si los estudios se plantaban y la propuesta no salía adelante, ya todo se paralizaría hasta después de Navidad. Con la temporada de premios a las puertas (los Globos de Oro son el 7 de enero, y a partir de ahí hay una ristra incesante de entregas hasta los Oscar, dos meses después), habría sido una puñalada mortal a los actores, la industria y la ciudad. Ahora, la esperanza ha florecido, y se espera una mejora de las condiciones y un liderazgo en cuanto a la gestión de la inteligencia artificial, clave en el futuro de la industria.
Con todo volviendo a su ser, vienen unas semanas de mucho, muchísimo trabajo. Días de locura, donde se solapan los estrenos y los eventos, con los publicistas llamando a la prensa y los miembros votantes de los premios, rogándoles que acudan a sus películas y sus entrevistas con escasa antelación. Todo rápido, todo para ya. El magnífico caos de Hollywood regresa en todo su esplendor y, al menos durante los próximos tres años, para quedarse.
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