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Feria de San Fermín
Crónica
Texto informativo con interpretación

Dos toros encastados y un catedrático (El Juli)

Cayetano, que destacó por sus alardes, acompañó al madrileño a hombros por la puerta grande ante una vibrante y noble corrida de Jandilla

Cayetano y El Juli, a hombros, en la feria de Pamplona.
Cayetano y El Juli, a hombros, en la feria de Pamplona.Jesùs Diges Efe
Antonio Lorca

Sin duda alguna, la mejor corrida de lo que va de feria, con dos toros, primero y quinto, mansos los dos en varas, pero encastados, vibrantes y exigentes en el tercio final. Y tres toros más con cualidades suficientes para el triunfo, y solo el cuarto fue el menos lucido, con la cara a media altura y desfondado con prontitud.

Ya era hora, y ha sido la ganadería de Jandilla la que ha puesto al toro en su sitio en esta feria, y ha permitido un sonado triunfo (ya son 13 salidas a hombros en su larga carrera en esta plaza) de El Juli, que ha demostrado ante el quinto su magisterio en la técnica, el poderío y la profundidad con la que ha muleteado a ese toro por ambas manos en distintas secuencias de su intensa labor. Intensa, sobre todo, por la codicia con la que el animal perseguía el engaño, su recorrido largo, su humillación y ritmo, no exento de la exigencia propia de los toros encastados.

El Juli, que lo había recibido con templados delantales, se lució de verdad en un par de tandas de profundos redondos y una tercera de largos y hermosos naturales. El animal se resintió por la entrega que había derrochado, y, aunque mantuvo su calidad, perdió velocidad en su embestida. Fue entonces cuando El Juli trazó un molinete de rodillas y un circular para animar a los tendidos, y no contento aún, continuó dos o tres tandas más y unas luquesinas finales antes de cobrar una estocada de efecto fulminante.

Es decir, que El Juli es un catedrático y hoy ha vuelto a demostrarlo ante un gran toro, pero ha alargado en exceso su labor en su afán por interesar al sol. Un borrón, porque toro tan bueno no necesitaba una faena tan extensa.

En el segundo, bien, fácil, ante otro toro de calidad, pero frío, con una labor de escasa personalidad; mató con rapidez y cayó la oreja de turno.

Cayetano también cortó tres orejas y lo acompañó a hombros, pero lo suyo fue otra historia. Destacó más por sus alardes, algunos de ellos muy apasionados, que por un toreo de altura.

Ante el último, otro toro de clase, estuvo variado con el capote, con verónicas y un airoso galleo por chicuelinas. Después, muleta en mano, comenzó con ayudados por alto y varias tandas en las que sobresalió el bueno aire del animal en detrimento del muleteo anodino del señor de luces.

Él asumió la situación y tiró por la calle de en medio: se plantó de rodillas en los terrenos de sol, toreó por alto, provocó con gestos al público, y en un descuido el toro lo enganchó por la faja cuando estaba de espadas a los pitones y la escena lo enrabietó sobremanera. Volvió de hinojos frente a su oponente, y lo retó con la cara demudada mientras los tendidos entraban en trance. Después, es verdad, cobró una buena estocada que tiró al toro patas arriba, y aquello ya fue el éxtasis total.

Al tercero lo recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio; y de hinojos comenzó la faena de muleta (está visto que si te pones de rodillas en esta plaza no te comes una rosca). Encastado y codicioso era el animal, y Cayetano lo muleteó por aquí y por allá, pero con poca historia. Volvió al rodillazo y al desplante en tal postura, y una estocada trasera le proporcionó la primera oreja.

Y Antonio Ferrera se encontró en primer lugar con el ejemplar más encastado de la corrida, ‘Vibrante’ de nombre, que no se empleó en varas, pero embistió con fiereza, codicia y prontitud. Exigía una muleta muy avispada y poderosa, y el torero estuvo correcto, sin apreturas, pero con escaso lucimiento. Faltó intensidad a una labor decorosa y carente de emotividad. En su favor hay que destacar que no utilizó el comodín de las rodillas en tierra, lo cual le honra.

Y el cuarto, que fue el único bravo en el caballo, se desfondó en la muleta, se afligió, se quedó muy corto en la embestida, y ofreció pocas opciones.

Jandilla/Ferrera, El Juli, Cayetano

Toros de Jandilla, bien presentados, mansurrones en los caballos, a excepción del bravo cuarto; primero y quinto, muy encastados; nobles y con movilidad, segundo, tercero y sexto; deslucido el cuarto.

Antonio Ferrera: pinchazo, estocada y un descabello (ovación); cuatro pinchazos y estocada baja (silencio).

El Juli: casi entera trasera y caída (oreja); estocada trasera (dos orejas).

Cayetano: estocada trasera y caída (oreja); gran estocada (dos orejas). Salió a hombros en compañía de El Juli.

Plaza de Pamplona. 12 de julio. Sexta corrida de San Fermín. Lleno. 


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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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