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Países Bajos revisa sus Colecciones Reales en busca de obras de arte de origen colonial

La investigación está auspiciada por los reyes, Guillermo y Máxima, que apoyan la devolución de piezas que pertenecen a la Casa de Orange y fueron expoliadas desde Indonesia, Surinam o los territorios en el Caribe

Países Bajos Colecciones Reales
Guillermo y Máxima de Holanda, en la Carroza Dorada ahora retirada el día de su boda, en Ámsterdam, en febrero de 2002.KORPA
Isabel Ferrer

El arte procedente de antiguas colonias de Países Bajos, como Surinam (en Sudamérica), Indonesia y lo que fueron las Antillas Neerlandesas (Caribe) constituye un patrimonio que suma unas 450.000 piezas. Guardado en su mayoría en los museos nacionales holandeses, tiene una derivación en las Colecciones Reales de la casa de Orange. En su caso, se trata de un conjunto privado compuesto en su mayoría de lo que se consideran regalos, pero cerca de 10.000 objetos pueden tener lazos coloniales. A instancias de los reyes, Guillermo y Máxima, un equipo de expertos se dispone a investigar el origen de esas piezas y cómo fueron reunidas. La pareja real no quiere tener obras expoliadas que pudieron haber sido obtenidas bajo amenazas, y esperan que el estudio despeje dudas sobre la legalidad de su posesión.

Conservada en palacios y archivos, la colección privada de la familia real holandesa se formó a finales del siglo XIX. En ella hay desde pinturas y manuscritos a cerámica o muebles. Rudi Ekkart, historiador del arte y experto en arte saqueado por los nazis, lidera la comisión independiente encargada de revisarla y señala que “el apartado colonial incluye sobre todo obsequios”. En conversación telefónica añade: “Tendremos que distinguir entre los que fueron hechos de forma voluntaria y los que llegaron bajo presión”. Lo primero que hará su equipo es “trazar su origen en el propio archivo de la familia real”. “Hay que saber cuándo y cómo llegaron, y quién los hizo. Tal vez debamos consultar los archivos de Indonesia, Surinam y en el Caribe [Aruba, San Martín, Curazao, Bonaire, San Eustaquio y Saba]. No creemos que haya cosas de colonias anteriores, como Brasil”, dice. También analizarán los regalos enviados por militares que participaron en aquellas guerras y los remitidos por otros reinos europeos. El periodo colonial holandés se prolongó entre los siglos XVII y XX, hasta los distintos procesos de independencia. Brasil fue también un territorio colonial entre 1630 y 1654.

Pasado similar de las monarquías europeas

La mayoría de las monarquías con un pasado similar tienen obras de esta clase en sus colecciones, “por ejemplo, la familia real británica”, añade. “No hay más que pensar en su antiguo imperio en India. Por otro lado, hay diferencias. En Bélgica, con territorios en África, se ejerció una presión tremenda en el Congo durante el reinado de Leopoldo II”, explica Ekkart. Los lazos familiares o de amistad entre la realeza tienen también repercusiones en este contexto. “Nos fijaremos en los regalos hechos por soberanos europeos que pudieran proceder de sus antiguas colonias”. En caso de señalarse obras para su devolución, “habrá apoyo de los reyes Guillermo y Máxima”.

A lo largo del siglo XIX, una parte de los regalos transportados a Países Bajos desde territorios coloniales fueron cedidos a los museos por los tres primeros reyes de Países Bajos: Guillermo I, II y III. Estuvieron en el trono, sucesivamente, entre 1815 y 1890, y las obras se guardan en centros públicos, como el Rijksmuseum o el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (ambos en Ámsterdam). ¿Qué pasará con estas piezas? “Si bien hay que colaborar con los museos, ahí la responsabilidad es suya y del Gobierno, que cuenta con un informe al respecto elaborado por el Consejo para la Cultura”, indica el historiador. En sus conclusiones, este organismo asesor indicó en octubre de 2020: “El retorno del patrimonio cultural arrebatado entre el siglo XVIII y 1975 debe hacerse sin condiciones, siempre que lo pida el territorio de origen y se demuestre la fuerza ejercida”.

Aunque no forma parte del actual estudio, hay un símbolo reconocible de la Casa de Orange apartado ya por el rey holandés. Es la Carroza Dorada, utilizada para acudir a la apertura del Parlamento y en grandes ceremonias, y que permanece fuera de servicio. Fue un regalo de la ciudad de Ámsterdam para su bisabuela, la reina Guillermina, con motivo de su coronación en 1898, pero tiene dos problemas: unos dibujos con una joven blanca que representa a la nación holandesa recibiendo el “tributo de las colonias”, y su madera cubierta con pan de oro extraído en minas de Surinam. En enero de este año, el soberano renunció, por ahora, a su uso.

Desde el punto de vista oficial, el encargo recibido por el equipo de Ekkart proviene de la Fundación de las Colecciones Históricas de la Casa de Orange-Nassau (Shvon, en sus siglas neerlandesas). La investigación se prolongará por lo menos año y medio, y coincidirá en el tiempo con otro estudio encargado este diciembre por el soberano holandés. Quiere que se analice el papel de su familia en la historia colonial: la actitud y responsabilidad de sus antepasados ante un sistema que incorporó el comercio de esclavos, generando una enorme riqueza en la metrópoli. Este trabajo tendrá una duración de tres años y estará a cargo de la universidad de Leiden, un centro académico que cuenta con los principales especialistas del país en la Historia holandesa.

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