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CRÍTICA DE DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La Compañía Nacional de Danza se proyecta de nuevo hacia el ballet contemporáneo

El programa que Joaquín de Luz ha presentado en el Teatro Real sentencia la presencia del ballet académico en la formación

Maria Kochetkova y Joaquín De Luz, en Kübler-Ross.
Maria Kochetkova y Joaquín De Luz, en Kübler-Ross.Javier del Real (TEATRO REAL)

La Compañía Nacional de Danza presentó este lunes en el Teatro Real de Madrid el espectáculo Pura danza, un programa recurrente pero esclarecedor de la línea definitiva que quiere adoptar Joaquín de Luz en su papel de director artístico y, a la vez, coreógrafo emergente y bailarín estrella del conjunto (esta vez, baila todos los días y se ha traído de partenaire a una brillante y muy reputada primera bailarina internacional, la rusa radicada desde hace años en occidente Maria Kochetkova [Moscú, 1984], hoy bailarina principal del Ballet Nacional de Finlandia, tan refinada como adaptable, en lo estético, a su pareja). Vuelve así otra vez a ser útil aquella apreciación de Arnold J. Toynbee de lo caprichosa que puede ser a veces la historia con sus observadores al repetirse de manera elíptica, volviendo desde el pasado como una sombra de advertencia. Con unos prolegómenos dubitativos y un clásico fallido (Giselle), la compañía titular española fuga hacia su pasado rupturista de cuando la dominó Nacho Duato dos décadas. Es un tipo de exclusivismo que debe analizarse; este lunes en el Teatro Real no se vio una sola zapatilla de puntas en cuatro obras y dos horas de programa. Es un horizonte de extrañezas y estupor.

Kochetkova es una bailarina deliciosa en toda regla; su Bella durmiente, especialmente, es un cofre de placer en el estilo y la ejecutoria, y cosas parecidas pueden decirse de su Giselle. Su técnica es segura, limpia, precisa y ajustadamente musical. Casi lo tiene todo. Sus muy menudas proporciones (lo que para algunos roles podría ser un lastre), ella las convierte en una virtud a través de lo expresivo y de jugar con sus armónicas proporciones para dar al espectador una ilusión de orden y racionalidad. De eso sabían mucho ya los arquitectos del Renacimiento, los pintores neoclásicos y, al tiempo, en la música clasicista también lo encontramos usufructuando. En ballet hay varios ejemplos que preceden a la gentil Maria Olegovna (desde Lynn Seymour a la propia Sofia Golovkina), que para muchos especialistas rusos fue la última gran creación precisamente de la eminente maestra Golovkina, a la sazón entonces directora de la Academia Estatal de Coreografía de Moscú (conocida comúnmente con la errónea denominación de Escuela de Ballet Bolshói). Cuando Maria Kochetkova llegó a la escuela, Golovkina seguía en activo y la carrera de la joven coincidió exactamente con el último periodo de la gran mentora antes de jubilarse. La estética de una ballerina nace de la direccionalidad del magisterio que se haya ejercido sobre su maniera bailable. Este es un caso claro de ese tipo de égida en la construcción de una personalidad artística.

Bailarinas de la Compañía Nacional de Danza en 'Morgen', de Nacho Duato.
Bailarinas de la Compañía Nacional de Danza en 'Morgen', de Nacho Duato.Javier del Real (TEATRO REAL)

De Luz trae a Madrid a Kochetkova para un breve dúo contemporáneo de cinco minutos titulado Kübler-Ross y creado expresamente por una coreógrafa casi aún debutante aunque lleva algo más de 10 años instalada en Estados Unidos, la exbailarina Andrea Schermoly (Sudáfrica, 1981), que se ha desenvuelto y adquirido fama sobre todo entre el pop musical y el cine. Este paso a dos se exhibe con un potente vídeo a gran pantalla de fondo, en sí mismo agradable pero que por momentos dificulta, y mucho, ver la acción bailada en vivo por los dos menudos bailarines, solitarios en medio del enorme y desangelado escenario del Real. Ellos se comunican bien en escena, se conocen (ya Kochetkova bailó antes en Madrid en tiempos de José Carlos Martínez, como invitada de la CND en Don Qujote, con Joaquín de Luz como pareja; ellos regalaron una bonita función entonces).

La CND tiene en plantilla a muy buenos bailarines, un grupo de artistas no del todo cohesionado pero que con mucha evidencia se afana en darlo todo y en dar lo mejor de sí mismos; se baila bien, otra cosa es la materia coreográfica sobre la que deben evolucionar y demostrarse. La pieza Sad Case (NDT1, 1998 / NDT2, 2014), de León y Lightfoot, es simplemente indigna de profesionales serios, aunque bien empacada, es un juego lleno de mal gusto y trazos gruesos, vulgaridades expeditivas y una pretensión humorística que se queda en chanza barriobajera. ¿Qué aporta esta obra al repertorio de la CND, su prestigio y su lustre? ¡Nada! Gastar dinero en estar a la moda. Y hay que decirles a estos coreógrafos que el mambo no es mexicano, sino oriundo de Cuba. Con mirar la Wikipedia se puede saber quién es Arcaño y qué ritmos musicales recreó.

Todo lo contrario de Bella figura (NDT1, 1995), de Jirí Kylián (Praga, 1947), obra introspectiva compleja, abigarrada y de recreo tenebrista que responde a una etapa precisa del checo y nace entre Tiger Lily (1994) y Wings of Wax (1997). Fue singularmente productivo 1995 para este gran creador, pues produjo también Anna and Ostriches y el monumental Arcimboldo. En todas estas piezas hay un hilo que en Bella figura extrapola hacia el apogeo plástico, coral y de goce escultórico.

Morgen, de Duato, estrenada hace poco, mejora en el Real, ayudada por la majestuosidad del escenario y el rodaje, ratificando que su mejor valor es la música de impacto de Pedro Alcalde y el refinado arreglo final que hace la breve pero poderosa pieza vocal de Richard Strauus. Existe otro ballet de homónimo título de Wayne McGregor que bailan los artistas de Royal Ballet, pero los dos coreógrafos ven de manera diametralmente opuesta la idea de redención y recomenzado vital. Quizás McGregor luce más esperanzado que Duato, en este caso, abisal y doblemente umbroso. Dos obras sobre muerte, suicidio y duelo en la noche, pues Kübler-Ross es un homenaje a la psiquiatra suizo-estadounidense del mismo nombre (1926-2004), cuyas investigaciones versaron sobre la muerte y el morir y el duelo posterior de las personas.

La CND se decide así, en la práctica, por volver a ser una compañía exclusiva de ballet contemporáneo, con obras que escasamente sobrepasan la docena de bailarines en acción y proyectada hacia una modernidad de postín, pero sin un fondo realmente justificado.

Pura danza

Bella figura: J. Kylián / Foss, Pergolesi y otros; Kübler-Ross: A. Schermoly / A. Vivaldi; Morgen: N. Duato / P. Alcalde-R. Strauss; Sad Case: D. Pérez Prado, E. Leuona, Trío Los Panchos y otros. Compañía Nacional de Danza. Director artístico: Joaquín de Luz. Teatro Real, Madrid. Hasta el 6 de octubre.

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