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Casas flotantes vistas desde la vivienda de la escritora Ahdaf Soueif.
Casas flotantes vistas desde la vivienda de la escritora Ahdaf Soueif.

Egipto destruye las históricas casas flotantes del Nilo en El Cairo

El plan de las autoridades, que ya han retirado la mayoría de estas estructuras, ha recibido críticas por parte de quienes las consideran un símbolo cultural y urbano de la capital

Marc Español

Cuando la célebre novelista egipcia Ahdaf Soueif regresó a su Cairo natal poco después de que estallara la revolución de 2011 en Egipto, pensó que le gustaría mudarse y pasar los últimos años de su vida en algún lugar donde pudiera ver el Nilo. Quería formar parte del nuevo país que parecía que se abría paso entonces, y hacerlo sintiéndose cerca de él.

La suerte le sonrió pronto, y en 2013 le regaló la oportunidad de comprarse una de las icónicas casas flotantes que descansan sobre las mansas aguas del célebre río a su paso por el barrio de Imbaba, en el noroeste de la capital. “He vivido en diferentes lugares del mundo y he hecho muchos hogares, pero este es el único que cuando lo hice pensé que nunca me iba a mover”, desliza Soueif desde la veranda con vistas al Nilo de su casa.

Conocidas por los egipcios como awamat (“flotantes”), estas peculiares casas empezaron a volverse populares en El Cairo en tiempos del imperio otomano y la dinastía de Mehmet Alí, hacia principios del siglo XIX. De hecho, para algunos son una herencia del Antiguo Egipto, cuando ya existían residencias erigidas sobre barcos para navegar por el Nilo.

Su versión moderna ha reposado durante décadas atracada a orillas del río, y en su punto de mayor popularidad se cree que llegaron a contarse varios cientos. Con el paso de los años, su número fue decayendo hasta quedar alrededor de una treintena, que, como la de Soueif, se convirtieron en una estampa emblemática de la capital egipcia. “Puede que no sean un aspecto crucial en la relevancia urbana de El Cairo, pero son superimportantes para la memoria de la ciudad”, señala el arquitecto e investigador urbano Ahmed Zaazaa.

Una de las excavadoras participando en el desalojo.
Una de las excavadoras participando en el desalojo.

Ahora, sin embargo, los últimos modelos de estas particulares casas flotantes están en peligro de desaparecer por completo. En los últimos años, las autoridades egipcias han ido aumentando la presión y el hostigamiento sobre sus propietarios con el objetivo de expulsarles de su privilegiada ubicación, según denuncian algunos de ellos. Y la disputa escaló hasta que el pasado martes 21 de junio recibieron una notificación de desalojo en la que se les comunicó que tenían entre una y dos semanas para hacer las maletas. Hasta la mañana de este jueves, una veintena de ellas habían sido ya desgarradas de la orilla.

Las autoridades aseguran que la retirada de las casas flotantes forma parte de un proyecto de desarrollo urbano orientado a fines comerciales y turísticos en la zona donde se ubican. Pero su decisión ha sido criticada por quienes consideran que estas pintorescas estructuras del Nilo se han convertido en la última víctima de los agresivos planes de transformación urbana impulsados por el Gobierno en distintos puntos de El Cairo sin apenas diálogo ni alternativas para los vecinos. En muchas ocasiones, representan además una amenaza para el patrimonio de la ciudad y sus tejidos sociales. “No les gusta nada que sea diferente, que no se entienda del todo, y que no esté controlado y en una caja”, se lamenta Soueif.

Ayman Anwar, director del Departamento Central de Protección del Nilo en el Ministerio de Irrigación, que se encuentra detrás de estos planes de desalojo, ha afirmado a medios locales que las órdenes afectan a 32 casas flotantes construidas sin autorización, que no tienen licencia, no cuentan con permiso de amarre y que en algunos casos se destinan a fines no residenciales. También ha anticipado que una vez se hayan retirado las casas la gestión del espacio se cederá a una agencia de las Fuerzas Armadas.

Los vecinos, sin embargo, explican una historia diferente. Soueif asegura que ellos solo son propietarios de las casas flotantes, y que tenían que pagar un impuesto por la franja de tierra que se extiende entre la calle y el barco, el permiso de amarre, y una inspección técnica anual. Cuando ella se mudó, en 2013, el impuesto para el amarre se calculaba en función de los metros de eslora, y ella pagaba al inicio el equivalente a unos 20 euros al año.

Interior de la casa flotante de Ahdaf Soueif.
Interior de la casa flotante de Ahdaf Soueif.

En 2017, el Ministerio de Irrigación decidió cambiar la fórmula para calcular la tasa del amarre “y disparó su precio un 1.400%”, afirma Soueif. Los vecinos llevaron el aumento a los tribunales y propusieron seguir pagando mientras tanto la tarifa anterior, algo que los primeros no aceptaron. En 2020, las autoridades también dejaron de renovar las licencias residenciales, pero los vecinos aseguran que no se les comunicó la decisión y que solo lo han descubierto cuando han recibido la notificación de desalojo. Los propietarios no van a recibir además ninguna compensación, y se les continúan exigiendo los pagos atrasados.

“Hace tiempo que sabemos que quieren el terreno. Pero nunca pensamos que nos darían una semana para irnos. Es puro estilo militar, como una potencia ocupante. Ahora somos completamente vulnerables y no tenemos forma de salir de esta situación”, lamenta el director de cine Omar Robert Hamilton, hijo de Soueif. EL PAÍS contactó con Anwar y el portavoz del Ministerio de Irrigación Mohamed Ghanem, pero ninguno accedió a hablar

Uno de los minaretes que se puede ver desde las casas flotantes del río Nilo.
Uno de los minaretes que se puede ver desde las casas flotantes del río Nilo.

Más allá de los vecinos afectados, la decisión de desalojar las casas flotantes ha generado fuertes críticas, sobre todo en las redes sociales, por partes de quienes las consideran un distintivo símbolo cultural, arquitectónico y urbano que debería protegerse. Una petición online para salvar las estructuras que quedan ha reunido unas 5.000 firmas en una semana. Para muchos egipcios, estas casas y sus alegres jardines ocupan un lugar especial en el imaginario colectivo de El Cairo por haber sido el escenario de numerosas películas en blanco y negro. También se han ambientado en ellas novelas icónicas como Veladas del Nilo, del premio Nobel de literatura Naguib Mahfouz, en la que un grupo de amigos se reúne cada noche en una de estas flotantes para fumar y charlar bajo la luz de la luna.

La fama de estas viviendas ha estado además envuelta tradicionalmente de un aura de encanto y misterio, reforzada por su relativo aislamiento y algunas de las historias ocurridas en su interior. En la II Guerra Mundial, por ejemplo, dos espías nazis alquilaron una y, como parte de la Operación Cóndor, instalaron en ella una sofisticada sede de inteligencia para obtener información sobre las tropas británicas, que habían ocupado la mayoría.

Las casas flotantes son llamadas "awamat" en El Cairo.
Las casas flotantes son llamadas "awamat" en El Cairo.

Hasta ahora las autoridades no han detallado los planes que tienen para esta zona de El Cairo, pero Zaazaa, el arquitecto, apunta que lo más probable es que quieran transformarla en un paseo con cafés y restaurantes, tal y como están haciendo a lo largo de la orilla opuesta del Nilo. En este sentido, la mayoría de proyectos ejecutados en El Cairo en los últimos años siguen el plan de reorganización urbana 2050 elaborado por el entorno del exdictador Hosni Mubarak a principios de los 2000, y recuperado ahora por el Gobierno actual. Cairo 2050 preveía un paseo justo en frente de donde se hallan las casas flotantes.

“[A las autoridades] no les importa el patrimonio, creen que van a construir el patrimonio del futuro, y que de esto se hablará dentro de 100 años, lo que representa un desastre para la ciudad, su memoria y su valor”, señala Zaazaa. Pero incluso en este escenario, muchos siguen sin entender por qué no se han podido explorar maneras de integrar las casas flotantes en los nuevos planes del Gobierno. “A mí no me importaría tanto si tuviera que irme y esto se convirtiera en un restaurante de lujo”, nota Soueif refiriéndose a su casa. “Es la idea de destrucción lo que me conmueve”.

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