‘Agentes 355’: mujeres espías, violencia atenuada
Un refrito de infinidad de películas igual de discretas o de infumables, aunque ahora se sustituye la camaradería masculina por la complicidad femenina
Ahora que se elucubra sobre la posibilidad de que el próximo 007 sea una mujer, aquí van cinco de una tacada. Es imposible no enmarcar Agentes 355 dentro de la corriente contemporánea de necesario feminismo en todos los aspectos, incluido el de las mujeres espías que practican la acción y la seducción con igual garbo y fisicidad que los hombres. Pero eso está fuera de toda duda y, además, tampoco es nuevo. El problema de la película dirigida por Simon Kinberg, ideada y coproducida por Jessica Chastain, y repleta de estrellas femeninas, es que no solo es insustancial, lo que sería el menor de sus desperfectos; es que es un refrito de infinidad de películas semejantes, e igual de discretas o de infumables, protagonizadas por hombres, en la que se sustituye la camaradería masculina por la complicidad femenina.
Cierto que los mcguffins hitchcockianos, con el microchip (o el microfilm) como paradigma, no deben ser nunca fundamentales en la historia; que no son más que la excusa argumental, lo que mueve a los personajes. Pero incluso para componer un mcguffin hay que tener cierto arte o, al menos, inventiva. Y el arma ultrasecreta creada por el hijo de un terrorista colombiano, que igual sirve para un roto que para un descosido, es casi de risa. A partir de ese elemento se unen las vidas de tres agentes —una estadounidense de la CIA, Chastain; una alemana, Diane Kruger, y una ex analista el MI6 británico, Lupita Nyong’o—, junto con una misteriosa mujer china (Fan Bingbing) y una prestigiosa psicóloga colombiana, a la que interpreta con su especial talento para los acentos Penélope Cruz.
El carisma y la belleza cinematográfica de las cinco actrices es lo único que puede sostener (sin lograrlo) una película en la que la espectacularidad de las secuencias de acción queda a enorme distancia de títulos recientes de espionaje protagonizados por mujeres, como Atómica o Gorrión rojo. Kinberg, también coguionista, que ya nos abrasó hace dos años con la vacua solemnidad de X-Men: Fénix oscura, tampoco parece demasiado dotado para el suspense y, hasta que se unen las vidas de las mujeres, han pasado 45 minutos interminables que, eso sí, posteriormente mejoran un tanto con las secuencias de reunión, amistad y solidaridad entre un grupo de féminas que pretende salvar el mundo, como Los ángeles de Charlie globales, mientras se destruye su propio universo interior.
Lo más curioso es que entre tanta mediocridad, con el talento de las actrices fuera de toda duda, lo que termina llamando la atención en una película tan olvidable —que, cómo no, aspira claramente desde su desenlace a convertirse en una franquicia— es su singular representación de la violencia, mucho más blanca y menos explícita de lo habitual. Así, aunque haya infinidad de muertos a causa de sucesivos tiroteos a lo largo del relato, estos nunca se ven en pantalla con la delectación habitual: o las ejecuciones se muestran fuera de campo, o en fase de montaje se ha tenido un especial cuidado en no añadir un solo fotograma de más que muestre las consecuencias de los disparos en el cuerpo y el rostro humanos. Si esa (casi) anómala representación de la muerte en los tiempos que corren viene dada por una visión más femenina que masculina deberá responderlo cada espectador, pero desde luego salta a la vista.
AGENTES 355
Dirección: Simon Kinberg.
Intérpretes: Jessica Chastain, Penélope Cruz, Lupita Nyong’o, Diane Kruger, Fan Bingbing.
Género: espionaje. EE UU, 2021.
Duración: 122 minutos.
Estreno: 21 de enero.
Babelia
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