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Así hemos vivido el Concierto de Año Nuevo 2022

La Filarmónica de Viena, dirigida por tercera vez por Daniel Barenboim, ha dado inicio a la temporada cultural a ritmo de valses, marchas y polcas

Daniel Barenboim
Daniel Barenboim durante el concierto.DIETER NAGL (AFP)

La Sala Dorada del Musikverein, la sede de la Sociedad de Amigos de la Música de Viena, ha acogido un año más el tradicional Concierto de Año Nuevo. Daniel Barenboim (Buenos Aires, 79 años) ha dirigido un exquisito Concierto de Año Nuevo, superior a los dos anteriores de 2009 y 2014. Con enorme reverencia hacia la tradición de la Filarmónica de Viena y hacia las partituras de los Strauss y sus coetáneos, que ha leído con extrema modestia desde el atril. Pero también con una extraordinaria sabiduría musical, como hemos visto en su maravillosa versión del famoso vals Sonidos de las esferas, de Josef Strauss. También ha reivindicado, en un breve discurso frente al público que ocupaba la mitad del aforo de la Sala Dorada del Musikverein, que la unidad que simboliza la música nos permitirá superar la terrible catástrofe humana de la pandemia.

Franz Welser-Möst será el director del Concierto de Año Nuevo de 2023, será su tercera vez tras 2011 y 2013. Así lo hemos vivido durante más de dos horas.

Vídeo para cerrar esta retransmisión tal y como ha cerrado el Concierto. Gracias a Pablo L. Rodríguez por sus comentarios y a ustedes por seguir ahí. Feliz 2022. 

Y faltaba para terminar...

"La Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, otra vez con las palmas acompasadas dirigidas por Daniel Barenboim. Se ha escuchado, un año más, la versión de la orquesta vienesa que desdeña el arreglo del miembro del partido nazi Leopold Weninger. Barenboim ha dejado tocar a la orquesta prácticamente a su aire y, de hecho, ha cerrado la partitura. Y ha exhibido mucha complicidad con el público, al conseguir pianos y crescendos. Hemos visto un estupendo Concierto de Año Nuevo. Ha sido un placer comentarlo para ustedes. Gracias por su atención y feliz año nuevo", por Pablo L. Rodríguez. 

Reverencia y humildad, por Pablo L. Rodríguez. 

"Barenboim ha demorado y luego alargado la tradicional felicitación del nuevo año con la Filarmónica de Viena. Ha dado bello discurso en inglés donde ha insistido en la importancia del Concierto de Año Nuevo; y donde también ha puesto a la comunidad de músicos de la Filarmónica de Viena como inspiración para superar la difícil situación sanitaria y humana que estamos viviendo. A continuación ha dirigido el vals En el bello Danubio azul, de Johann Strauss hijo, que es una especie de himno no oficial de Austria y también una pieza obligada de todos los directores al frente del Concierto de Año Nuevo. Una composición con la que Johann hijo triunfó en París, durante el verano de 1867. Barenboim ha vuelto a mostrar su reverencia y humildad frente a esta orquesta y esta música, pero también su capacidad para elevarla musicalmente, al aportar fluidez, cohesión y variedad.

Las palabras de Barenboim en la Sala Dorada. 

¿Quién lo dirigirá el año que viene? 

Adelantamos en primicia: Franz Welser-Möst será el director del Concierto de Año Nuevo de 2023, será su tercera vez tras 2011 y 2013.

Insigne lector straussiano, por Pablo L. Rodríguez

La primera de las tres propinas, que suele ser una polca diferente cada año, es este año En la caza, de Johann Strauss hijo, compuesta en 1875 a partir de motivos de su opereta Cagliostro en Viena. Su asociación con la caza es algo añadido en la polca, con cierto tono humorístico, pues no parece en la opereta. Es otra obras con solera en el Concierto de Año Nuevo, desde 1950, en que la introdujo Clemens Krauss, hasta Mariss Jansons, que la programó en 2016.  Barenboim sigue su tarea como insigne “lector” straussiano.

Vamos ahora con las tres propinas. 

El mejor momento hasta ahora, según nuestro crítico.

 

El vals Sonidos de las esferas ha sido, hasta el momento, lo mejor de este Concierto de Año Nuevo. Fue una imposición de Barenboim en el programa de este año, aunque ya había dirigido este bellísimo vals de Josef Strauss en 2009. Según ha confesado, se enamoró de esta obra cuando se la escuchó a Karajan en el Concierto de Año Nuevo de 1987. Es una obra con mucha solera en esta cita musical, pues fue programada por vez primera, en 1943 por Clemens Krauss, y Christian Thielemann lo dirigió aquí por última vez, en 2019. Su comienzo recuerda el canto a la estrella vespertina de Wolfram, en Tannhäuser, lo que muestra la honda influencia wagneriana en el más imaginativo musicalmente de los Strauss. Este vals se estrenó en una asociación médica, en 1868, a la que no gustó su título alusivo a la teoría pitagórica, pues no estaba al nivel de una música que parecía evocar el más allá. Curiosamente, Josef Strauss falleció prematuramente tan solo dos años después su estreno. 

Este es, para quien no lo haya podido ver, el segundo vídeo de ballet, rodado en la Escuela Española de Equitación

Y por si alguien se ha perdido el primero, se puede recuperar en este vídeo 

La última de ballet 

 

"Hemos visto la segunda y última escena pregrabada de ballet filmada en la Escuela Española de Equitación. Una exhibición de equitación clásica con ocho magníficos caballos de raza lipizzana y la atractiva realización de Michael Beyer. Resulta curioso que la selección de la obra la realizaron los propios caballos, pues la orquesta se trasladó al lugar y tocó varias piezas del programa, y la que mejor funcionó con ellos fue esta Polca de las ninfas, de Josef Strauss, que es la sexta y última novedad de este año en el Concierto de Año Nuevo. Una refinada polca francesa, de 1858, que alude a las  mujeres y doncellas libres e independientes de Viena, que se conocían como “ninfas”, y que acudían a los salones y bailes de la ciudad en solitario o como damas de compañía". Por Pablo L. Rodríguez.

Novedades del programa de 2022, analizado por Pablo L. Rodríguez.

 

"Hemos escuchado la quinta novedad en esta edición del Concierto de Año Nuevo: la pieza de carácter titulada Duendecillos, de Joseph Hellmesberger hijo, de 1903. El compositor, que ese año tuvo que renunciar a su puesto en la Ópera Imperial y la Filarmónica de Viena por un lío de faldas, trata de evocar lo fantástico por medio de cromatismos y una colorista orquestación, a medio camino entre lo ruso, lo francés y lo wagneriano. Una obra menor que ha gustado mucho este año a los integrantes de la Filarmónica de Viena. Barenboim ha vuelto a velar por la excelencia musical de cada detalle de la partitura".

Así es el inicio de la parte final

Encaramos la parte final del programa, ahora ya sin nexos aparentes, con la polca francesa Saludo a Praga, de Eduard Strauss, que tan solo se ha escuchado una vez en el Concierto de Año Nuevo, con Riccardo Muti en 2000. Una refinada polca lenta que pretendió contentar a las facciones alemana y checa de la Universidad de Praga en el baile de carnaval de 1876. En esta ocasión, Beyer nos ha mostrado la admirable decoración floral que ha realizado el Departamento de Parques y Jardines de Viena con esos tonos pastel de anturios, claveles, rosas, azucenas y orquídeas. Barenboim ha vuelto a extraer toda la elegancia del fraseo y el rubato natural de la orquesta vienesa. Por Pablo L. Rodríguez.  

Seguimos con Oriente. Pablo L. Rodríguez nos cuenta: 

Con la segunda obra vinculada con Oriente, el vals Las mil y una noches, de Johann Strauss hijo, hemos visto la primera escena pregrabada de ballet con diez bailarines del Ballet de la Ópera Estatal de Viena y coreografía de su responsable, Martin Schläpfer. Arthur Arbesser ha buscado mucha variedad en su vestuario, algo que forma parte de la intención de modernizar y dar variedad cada año a los ballets del Concierto de Año Nuevo. Se filmó en agosto pasado, en el palacio de Schönbrunn y en la Glorieta de sus jardines, que forman también parte de los lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El vals escrito a partir de fragmentos de la opereta Índigo y los cuarenta ladrones y se estrenó, precisamente, en esta misma Sala Dorada del Musikverein, en 1871. Fue recibido con elogios por la prensa vienesa que lo aclamaron como rey del vals y lo compararon con el flautista de Hamelín, pues nadie podía resistirse a su encanto. 

Lo curioso es que la música de este vals fue inicialmente pensada para otra opereta titulada Las alegres esposas de Viena, por lo que no incluye ningún detalle exótico, a pesar de su exquisitez musical con ese solo de violonchelo inicial que, aunque no lo hemos podido ver, lo ha tocado admirablemente Tamás Varga. Barenboim ha seguido gestionando con exquisita musicalidad la tradición de la Filarmónica de Viena en tocar esta obra, que fue introducida en el Concierto de Año Nuevo por Clemens Krauss, en 1949, y se escuchó por última vez, en 2017, con Gustavo Dudamel en el podio.

Más con menos, por Pablo L. Rodríguez. 

Empezamos otra sección de dos obras, propuesta por Barenboim, y dedicada a Oriente Próximo y Oriente Medio. Hemos escuchado la Marcha persa, de Johann hijo, otra composición muy habitual en el Concierto de Año Nuevo, que dirigió por vez primera Josef Krips, en 1946, y por última Mariss Jansons, en 2012. Lo compuso para la temporada de 1864 de sus conciertos veraniegos rusos en Pavlovsk y está dedicada al rey persa Nasereddín Sah Kayar que le otorgó a cambio la Orden Imperial del León. Strauss utiliza colores y armonías muy exóticas, aunque su principal modelo fue la ópera Ruslan y Ludmilla de Glinka, cuyo coro persa se cita en el segundo trío. Y Barenboim ha vuelto a conseguir más con menos. 

Noctámbulos, por Pablo L. Rodríguez.

Y seguimos con obras ligadas al champán (y sus excesos). Acabamos de escuchar el vals Noctámbulos, de Carl Michael Ziehrer, que fue uno de los rivales de los Strauss en Viena. Una composición, de 1897, que es la cuarta novedad de este año en el Concierto de Año Nuevo. Incluye, tras una introducción de aire militar, una curiosa intervención cantada de los músicos de la Filarmónica de Viena, donde se preguntan si deben volver a casa o seguir de juerga. Optan por lo último y silban la melodía del vals con nostalgia. La música continua hasta que se interrumpe y suenan las doce campanadas, que invitan a volver a casa, y también a volver cantar y silbar. Barenboim ha dado entidad dramática a este curioso vals, una vez más, sin perder detalle de la partitura. Por cierto, que la realización de Michael Beyer nos ha mostrado detalles de la decoración de la Sala Dorada de inspiración clasicista diseñada por Theophil von Hansen.

¡¡¡¡Champán!!! 

"Estas primeras composiciones de la segunda parte están unidas por el burbujeante nexo del champán. De hecho, la opereta El murciélago concluye con la siguiente afirmación de Eisenstein a su esposa: “Créeme, toda la culpa ha sido del champán”. Hemos escuchado la broma musical, conocida como Polca del champán, que Johann hijo escribió, en 1858, para su temporada veraniega de conciertos en Pavlovsk, cerca de San Petersburgo. Utilizó su dedicatoria al ministro de finanzas de los Habsburgo y secretario de la Embajada en San Petersburgo para aumentar su influencia. De hecho, le añadió un guiño, en el trío central, con una cita de una popular canción de taberna de János Fusz alusiva al desenfado económico. Fue Willi Boskovsky quien la introdujo en 1958 y Riccardo Muti quien la dirigió por última vez en 2004. De hecho, han repetido la misma broma de ese año descorchando una botella de champán. Barenboim ha optado por una versión más lenta y con menos chispa, pero nuevamente apegada admirablemente a cada inflexión de la partitura de Johann hijo que sigue con precisión desde el atril", comenta Pablo L. Rodríguez.

Igual que en 2009 y 2014. Por Pablo L. Rodríguez. 

Barenboim ha iniciado la segunda parte con una obertura de una opereta, al igual que hizo en 2009 y 2014. Pero en esta ocasión ha optado por la más popular de Johann Strauss hijo, El murciélago, un admirable popurrí de fragmentos de esa opereta, estrenada en 1874, que narra una trama de venganza y equívocos protagonizada por el ocioso caballero Gabriel von Eisenstein y su esposa Rosalinde. Se trata de una obra muy ligada a la Filarmónica de Viena y también a la historia del Concierto de Año Nuevo desde su primera edición en 1939, y donde se han escuchado interpretaciones inolvidables de la misma, con Herbert con Karajan, en 1987, y con Carlos Kleiber, en 1989. Barenboim ha seguido su propio camino muy atento a dotar de entidad musical a cada sección. Una versión fluida donde exige a la orquesta con precisión cada indicación dinámicas y agógicas de la partitura.

Empieza la segunda parte. 

Durante el descanso, esta mariposa nos está llevando por los lugares patrimonio de la humanidad de Austria 

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