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Yolanda Ramos: “La ‘Filomena’ casposa sigue en España”

La actriz y cómica cree que la televisión ha sido “hipócrita” con los maltratadores

Natalia Junquera
Yolanda Ramos, en su casa de Madrid.
Yolanda Ramos, en su casa de Madrid.álvaro García

Como tantos en su profesión, Yolanda Ramos (Sabadell, 53 años) compatibilizó el sueño de ser actriz con todo tipo de trabajos: comprobar apuestas deportivas, vender mantas en Mallorca, bailar en un cabaré... Hasta que un día José Corbacho acudió al club de jazz donde ella era taquillera, le habló de una prueba para el programa de humor Homo zapping y su vida cambió. Rodó seis horas con Pedro Almodóvar, del que no guarda buen recuerdo, para Volver. La honestidad brutal, que diría Calamaro, es marca de la casa.

Pregunta. ¿Qué ha sacrificado por su vocación? ¿Cuál es la penitencia de hacer lo que le gusta?

Respuesta. Sobre todo, estabilidad. Emocional y económica. En cuestión de días, horas incluso, te crees la reina del mambo y una mierda como una catedral.

P. ¿Cómo recuerda la primera noche en el cabaré El molino?

R. Tenía 25 años. Me pesaba mucho el gorro con plumas y los collares nos daban alergia; nos pasábamos el día rascándonos. El número que más me gustaba era uno muy absurdo con Antonio Vargas, un hombre mágico que hacía chistes. Yo salía con una capa, las tetas al aire y la pedrería que picaba, y él, que hacía de diseñador, decía: “Soy Antonio Dupont, estas son tres putas y yo soy un maricón”. Suena raro, pero a mí aquello me fascinaba.

P. Escogió Carmen, de Bizet, de música para su striptease.

R. Sí. Había posado mucho para pintores y escultores y quería hacer algo fino, artístico. La música clásica amansa a las fieras... Salía con un mantón de Manila. Era muy chulo. Casi no se me veía nada.

P. Ha hecho mucha comedia, pero su vida no ha sido fácil.

R. Para transmitir algo tienes que fijarte mucho en los sentimientos porque, si no, solo llegas a unos pocos. Soy muy sensible, sufridora de nacimiento y a veces es un arma para poder hacer reír.

El gran problema de esta sociedad es que cuando quisimos ser madres, muchas estábamos en paro; la estabilidad llega tarde y el tiempo se acaba”

P. ¿Por qué reveló que toma pastillas contra la tristeza?

R. Para normalizarlo y que la gente no se sienta un bicho raro por eso. Porque no tomarlas cuando las necesitas es peligroso.

P. También ha compartido sus dificultades para ser madre, los abortos, los cinco procesos in vitro… ¿Se sintió incomprendida? ¿Quiso ayudar a otras mujeres?

R. Sí. No quiero ir de Teresa de Calcuta, pero de esto apenas se habla y es el gran problema de esta sociedad: cuando quisimos ser madres, muchas estábamos en paro; la estabilidad nos llegó tarde porque en este país el acceso a la vivienda, por ejemplo, es complicadísimo. Lo vas dejando, y llega un momento en que se acabó el tiempo. Intentaba quedarme embarazada y me sentí incomprendida por mucha gente, pero también encontré ángeles que me animaron. Cómo no iba a decirle a una mujer desesperada que me pasaba igual y que al final lo conseguí. Somos una cadena.

P. Apoyó públicamente a Rociíto cuando denunció malos tratos. Dijo que usted también había sido maltratada moralmente. ¿Cómo?

R. Creo que muchas mujeres hemos salido mal preparadas de casa. Se habla mucho de las parejas, pero poco de los padres, madres o hermanos machistas. Parte de esa educación que no deja ser a las mujeres como quieran ser, que piden que seas como ellos creen que deberías ser.

P. Telecinco despidió a Antonio David Flores, el acusado del maltrato, cuando estrenó el programa, no previamente, cuando escuchó por primera vez la denuncia. ¿Es hipócrita la televisión?

R. Sí. Es hipócrita. Es un negocio, no una ONG. Era una buena jugada para ellos. Pero esto no viene de ahora. Recuerdo que con el maltratador de Carmina Ordóñez, una productora tenía un programa en el que lo criticaban y otro en el que salía como colaborador.

Sabía que José Luis Moreno le debía dinero a más gente. Por eso lo dije. Anunció una demanda, pero no la presentó. No podía”

P. En Paquita Salas es experta en redes. ¿Sabe por qué en Twitter la gente está tan enfadada y en Instagram es tan feliz?

R. ¡Es verdad! Creo que porque en Instagram se nos ve por fuera, con la foto, y en Twitter por dentro, con la opinión. Yo al principio decía, jolín, todo el mundo es feliz menos yo o soy la actriz más fea. Luego descubrí los filtros [ríe].

P. Al recoger el premio Feroz en 2020 a la mejor actriz de reparto advirtió: “Está empezando a nevar caspa en España”. ¿Ha parado?

R. No, la Filomena casposa sigue. Tiene que haber una revolución contra partidos como Vox y más allá. Que si me preguntan por Almodóvar y para mí no significó nada, lo diga y que se dé oportunidades a más gente.

P. Fue muy comentado su enfrentamiento con José Luis Moreno, cuando le reclamó 25.000 pesetas en directo. ¿El tiempo siempre le da la razón?

R. Cuando se habla desde la verdad, sí. Si me deben 25.000 pesetas a mí lo aclaro con el productor y listo. Pero sabía que aquello era algo recurrente, que le había pasado a más gente. Por eso lo dije. Anunció una demanda, pero no me llegó a demandar. No podía.

P. ¿Alguna vez ha estado a punto de tirar la toalla y renunciar a su vocación?

R. Sí, pero me dura poco.

P. ¿Cuándo fue la última vez?

R. Hace poco, cuando me enteré de que una mujer tenía un caché más alto que yo en el mismo programa. Trabajar tantos años en algo es duro para cualquiera porque acumulas chascos, cansancio… Hay días que me digo: ‘quiero trabajar en una oficina’. Luego me doy cuenta de que en la oficina acabaría subida a la mesa haciendo un monólogo. La mierda de la vocación.


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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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