‘Annette’, cuento de canciones, risas y tormento
Las películas del francés Leos Carax siempre han explotado en forma de descargas musicales de amplio impacto. Así que tiene todo el sentido que haya acabado rodando uno
Denis Lavant, desplazándose por las calles a un paso del descoyuntamiento y al ritmo del Modern Love de David Bowie, en la prodigiosa Mala sangre (1986); el festín de fuegos artificiales, con el Danubio azul de Johan Strauss de fondo, y Lavant y Juliette Binoche, ebrios de pasión, en la obra maestra Los amantes del Pont-Neuf (1991); la apoteosis de los acordeones, comandada también por Lavant y de intensidad creciente, en forma de tráveling eclesial tras el entreacto de la suicida Holy Motors (2012). Las películas de Leos Carax, bautizado desde sus inicios como el enfant terrible del cine francés, siempre han explotado en forma de descargas musicales de amplio impacto. Así que tiene todo el sentido que haya acabado componiendo un musical: el formidable Annette, cuento de canciones, risas y tormento acerca del amor y la muerte, la creación y desolación, el ego y el martirio, la envidia y la valentía, la pasión y los malos tratos, la paternidad familiar y la paternidad artística. Y lo ha hecho de la mano del grupo estadounidense de culto Sparks, nacido en la década de los setenta, de continua experimentación, y con el sello operístico como principal seña de identidad.
Los hermanos Ron y Russell Mael, miembros de Sparks, son los autores de la idea original de la película y los compositores de las canciones. Pero Carax, claro, no se conforma con ilustrar los temas en imágenes. Añade una pátina de excentricidad e innovación, de gusto estético y de coraje, acorde con una filmografía como la suya: con cuentagotas pero de huella indeleble, incluso en sus fracasos, como en la interesantísima Pola X (1990).
Es Annette una obra sin apenas texto que no se parece a (casi) nada. Quizá en su concepto pueda entroncar con ciertas óperas rock, sobre todo con Tommy (The Who / Ken Russell) y The Wall (Pink Floyd / Alan Parker). Pero trasciende a ambas porque su sello también está muy anclado en las particularidades del musical clásico, con la composición gráfica de inspiración pictórica de los distintos elementos en el plano, con su unidad expresiva, y con la exteriorización del estado interno de los personajes a través de las canciones. Mientras, en el fondo del relato, Sparks y Carax describen el lado oscuro, ególatra, dominante, envidioso, cruel y hasta criminal de ciertos hombres en sus relaciones de pareja, y de un mundo capaz de explotar a sus héroes tanto en sus cimas como en sus socavones. Adam Driver, también coproductor, y Marion Cotillard, sus protagonistas, hacen una majestuosa faena física y vocal. Y el resto lo pone el maravilloso trabajo de inventiva, arte y técnica con la bebé, y con las dos niñas posteriores, que forman parte desde ya de la historia del cine.
Una voz en off nos invita en el primer minuto de metraje a contener la respiración ante lo que aún está por venir. Signo de confianza absoluta en la valía de la obra de unos creadores que, según esa misma voz, pueden pecar de vanidosos. Quizá lo sean, pero hay fundadas razones para su seguridad como artistas. Su película, premio a la mejor dirección en Cannes, es una conquista.
ANNETTE
Dirección: Leos Carax.
Intérpretes: Adam Driver, Marion Cotillard, Simon Helberg.
Género: musical. Francia, 2021.
Duración: 140 minutos.
Babelia
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