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Madres tatuadas, impulsivas y sin depilar que sufren el peso de la culpa

La película ‘Ama’ pone el foco sobre la maternidad. “El sistema busca que seamos cuidadoras y que perdamos nuestra identidad”, afirma su directora, Júlia de Paz, que debuta con 26 años

La actriz Tamara Casellas y la directora Júlia de Paz, de la película 'Ama', en los cines Princesa. Foto: Álvaro García. En el vídeo, el tráiler.

Pepa sale de fiesta, llama a su novio de madrugada, se droga, bebe, baila, vuelve por la mañana con la cara desgastada de la noche y su compañera de piso la echa de la casa. A ella y a su hija de seis años. A lo largo de Ama (que se estrena el 16 de julio), la directora barcelonesa Júlia de Paz muestra que la protagonista “no es una mala madre”. “Esa definición está relacionada con la imposición de una maternidad construida por parte de un sistema que busca que seamos las cuidadoras, que perdamos toda la identidad y nuestro espacio personal. Provoca que vivamos en una continua frustración, incluso si decidimos no ser madres. Para mí, es un concepto que viene de este sistema patriarcal y capitalista”, critica la debutante, que a sus 26 años plasma el “sentimiento de culpa” que aprieta a esas mujeres.

El papel de Pepa lo interpreta Tamara Casellas (Sevilla, 35 años) con el pelo teñido de rojo, tatuajes falsos y una actitud chulesca e impulsiva. Ambas, directora y actriz, sentadas en una cafetería madrileña, conversan con este periódico sobre que algunos espectadores rechazan a la protagonista y no llegan a preguntarse dónde está el padre. “Esa gente se debe platear por qué juzga a la madre”, propone la actriz. “No estamos acostumbrados a ver una madre así, nuestros modelos son madres muy idealizadas y aquí Pepa no cumple este estereotipo, no se depila y tiene un cuerpo no normativo”, señala De Paz.

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La temática y la estructura de Ama se parece a Techo y comida, un filme de Juan Miguel del Castillo que fue una de las inspiraciones de De Paz. Se diferencia, entre otras cosas, en que en Ama la madre muestra ese espíritu indócil y provocador. “Techo y comida se focaliza más en los conflictos externos, en lo difícil que lo pone el sistema, y aquí nos centramos en la relación”, resume sobre la comparación con la historia con la que Natalia de Molina ganó el Goya a mejor interpretación femenina protagonista en 2016.

Pepa busca su camino, aprende a perdonarse, a aceptarse y a romper un vínculo familiar de incomprensión que se mantuvo férreo de generación en generación. “Ella tampoco tiene un referente. No sabe cómo actuar hasta que es consciente de que se ha sentido abandonada. Al final de da cuenta de que la única que no la ha dejado es su hija”, señala Casellas. La soledad rodea a Pepa mientras pasea por la ciudad, Benidorm, un lugar que vende una falsa diversión y oculta unas precarias condiciones laborales. “Es un sitio hostil. En el trabajo que ella tiene [vende entradas de discoteca] va intrínseca una crítica al turismo: ¿A qué profesión se puede optar en una situación así?”, se pregunta la andaluza.

El oasis es el mar. “Para ella el agua es purificación”, define la actriz, y la directora señala que se trata de un personaje más: “Es ese espacio personal que a las mujeres, cuando son madres, se les exige que pierdan”. El otro motivo es que la directora es de costa, que el proceso de investigación comenzó en una ciudad marítima y querían encontrar un espacio que se pareciera. “Ama nació porque tenía que hacer el trabajo de final de carrera de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales (ESAC) y me senté con Nuria Dunjó, la coguionista. Queríamos hacer un proceso de sanación y de exploración íntima sobre el arrepentimiento y el abandono. Yo me encontré con el libro de Orna Donath que se llama Madres arrepentidas, y nos dimos cuenta de que estaba vinculado a nuestras dos ideas”. Hablaron con psicólogas, con educadoras sociales y con un hombre al que abandonaron a los siete años. De ahí salió un corto, y en el festival Ibicine, de Ibiza, ganó un premio para convertirse en largo.

Mientras De Paz elaboraba el guion, escuchaba los temas cañeros de la rapera cordobesa Gata Cattana, que falleció en 2017 a los 26 años a causa de un shock anafiláctico. Esa compañía se la llevó a la pantalla: esa música comprometida con las causas sociales persigue a Pepa cuando va de un sitio para otro, con su hija agarrada de brazo. “Utilizar los temas de Cattana es una decisión política. Ella era ejemplar: cantante, poeta, artista, militante. Su madre ayudó, nos dio esa preciosa canción, con amor”, se refiere a La prueba. A Casellas también le gustan los escritos de la rapera y anima a la gente a que se acerque a esta poesía porque muestra “una imagen tras otra”.

“No aman de igual forma/ los ricos y los pobres./ Los pobres aman con las manos. /Los pobres aman en la carne y con gula,/ en las peores estampas,/ en condiciones famélicas y con/ todo en su contra”, escribe la autora Cattana (llamada en realidad Ana Isabel García Llorente) en su poema Las manos. “En la película hablamos las clases sociales, que influyen en la forma de amar y afrontar la maternidad”, señala la directora, y considera que hay cosas que no se eligen, que vienen de base y hay que aprender a tratarlas: “Hemos hecho esto para decirles a nuestras madres que lo han hecho bien, que no se tienen que responsabilizar de lo malo que nos ocurre. Es para contarles a las mamás que no es su culpa; nosotras también decidimos”.

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