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Óscar Castro en la memoria ardiente

El director teatral chileno, quien refundó la compañía Teatro Aleph durante su exilio, murió el domingo a consecuencia del coronavirus

Óscar Castro, en Santiago de Chile en 2016
Óscar Castro, en Santiago de Chile en 2016Ministerio de Bienes Nacionales de Chile

Cuando Óscar Castro —un eminente hombre de teatro chileno que falleció el domingo en París de covid a los 73 años— decidió quedarse en su país y no partir al exilio después del golpe militar contra Salvador Allende en septiembre de 1973, no podía saber que iba a convertirse en un ejemplo luminoso de cómo el arte puede derrotar a la desesperanza en los peores momentos de dolor colectivo.

Dispuesto a desafiar la feroz censura del régimen, Óscar y su compañía estrenaron algo más de un año después del golpe, una obra teatral en la que un capitán naufraga junto a su barco, prometiendo días mejores y, en otra escena, un profeta muere prometiendo que sus palabras habrán de continuar más allá de la muerte. El público entendió las referencias alegóricas a Allende, quien había muerto en el palacio presidencial defendiendo la democracia. Desafortunadamente, también lo entendió la policía secreta que, un mes más tarde, detuvo y torturó a Óscar y a su hermana actriz, Marietta. Algo peor les esperaba: su mamá, Julieta Ramírez, y Juan Macleod, el marido de Marietta, fueron aprehendidos y permanecen hoy en calidad de desaparecidos.

Esta terrible tragedia no amortiguó la creatividad de Óscar. Durante dos años, en varios centros de detención chilenos montó obras de teatro del repertorio universal (Sófocles, Brecht, Albee) así como de su propia cosecha, obras llenas de melancolía, anhelo y humor.

Tuvo que usar mucho ingenio para burlar la vigilancia de las autoridades, llegando en una ocasión a convencer al comandante del campo de Melinka de que la obra programada había sido compuesta por Emil Kan (anagrama de Melinka), un supuestamente insigne autor judío austriaco refugiado en Buenos Aires.

También organizó Óscar unos happenings delirantes. Fingiendo que el centro de detención era una aldea y que él era su alcalde, recibía a cada nuevo contingente de harapientos, apaleados prisioneros con alegría, dándoles la bienvenida al único espacio libre en el país. Se disculpaba por el hecho de que los medios de transporte, tan eficientes para transportarlos hasta ese lugar, fueran tan irregulares en cuanto a las partidas, lo que haría difícil predecir cuándo los visitantes podrían marcharse. Y en los días que seguían, Óscar Castro prolongaba la ilusión, animando con su jocosidad y optimismo a los atribulados prisioneros.

Ese mismo espíritu indomable acompañó a Óscar cuando le tocó salir al exilio de Francia, donde reconstituyó El Aleph, montando algunas de las obras escritas en los campamentos y otras nuevas que exploraban los desafíos del exilio.

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Arraigado en el vernáculo chileno y manteniendo una relación visceral con los desposeídos de su tierra, encontró un lenguaje que trascendió fronteras, asentándose en sus maestros, Fellini y Grotowksi, Augusto Boal y los Beatles.

También trabajó en el cine, notablemente en 1983, cuando Antonio Skármeta, al filmar su novela Ardiente paciencia, eligió a Óscar para encarnar el rol de un tímido cartero que, enamorado de una chica inalcanzable, busca el consejo de Pablo Neruda para conquistarla, una historia emocionante que el mundo conocería bajo el nombre de Il postino, aquella galardonada película que hizo Michael Radford 11 años más tarde, con Massimo Troisi actuando de cartero.

Troisi murió unas horas después de que la filmación en Capri terminó. Óscar, el primer postino, vivió, en cambio, muchos años adicionales, asombrando a diversos públicos con su versatilidad e inventiva, hasta que la pandemia se lo llevó, acosando al hombre al que la plaga de la dictadura fue incapaz de someter o suprimir, matando al actor que, hace décadas, se subió a un pequeño escenario en Santiago de Chile y, encarnando a un profeta, prometió que su obra lo sobreviviría, continuaría más allá de la muerte.

Ariel Dorfman es autor chileno

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