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Crítica | El fotógrafo de Minamata
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘El fotógrafo de Minamata’: intrahistoria de una imagen mítica

El trabajo del director Andrew Levitas con Johnny Depp como el retratista W. Eugene Smith carece de creatividad y de arte

Johnny Depp, en 'El fotógrafo de Minamata'. En el vídeo, el tráiler.
Javier Ocaña

Entre el hecho y la recreación de ese hecho se suele interponer la creatividad, sobre todo su ausencia. W. Eugene Smith, reputado fotógrafo de la revista Life tanto por sus insignes trabajos en Iwo Jima y Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial como por sus incomparables borracheras, abandonos y desplantes a los medios que le pagaban, hizo en junio de 1972 una de esas imágenes capaces de cambiar el estado de las cosas: una obra de arte de inspiración pictórica, luz tenue, blanco y negro sombrío e impacto social, en la que una madre baña y limpia a su hija adulta, con múltiples deformidades a causa de los vertidos industriales tóxicos, en una bañera que no es sino un gran barreño. El baño de Tomoko, una piedad, mostró al mundo los efectos de la contaminación, y la empresa química Chisso, hasta entonces impune, empezó a purgar por sus pecados.

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El fotógrafo de Minamata, película del estadounidense Andrew Levitas, da cuenta de aquel hecho, de la mítica imagen, presente en los mejores libros de historia de la fotografía, de la personalidad de Smith y de los entresijos alrededor de su trabajo, su historia de amor con la mujer japonesa que le propuso el encargo y las terribles consecuencias para el fotógrafo, causadas por los sicarios del capital empresarial. Pero hay un problema: el trabajo de Levitas sobre el trabajo de Smith carece de creatividad, de arte, algo que quizá no se le deba pedir a todas las películas, pero sí a una como esta.

El fantástico montaje inicial con las espectaculares fotos de Smith antes de Minamata y su quehacer en el laboratorio, punteado por una preciosa canción de la banda británica de los setenta Ten Years After, quizá el mejor momento de la película, da paso a un relato con tres ejes: la historia de amor, las especialísimas características personales del reportero gráfico, interpretado por un casi irreconocible Johnny Depp, y sus cuitas con Robert Hayes, editor de Life, y finalmente el contraplano de la empresa de los vertidos en el río, que llevaba el mercurio a los peces que servían de casi único alimento a los pescadores de la zona. Las dos primeras vertientes son simplemente correctas; la tercera, casi trivial, estereotipada y sin desarrollo político ni emocional.

I’ve Love to Change the World se titula la canción que ilustra el montaje inicial de la historia. Smith, con su foto, cambió el mundo de unos pobres desfavorecidos. Levitas, con su película, se ha limitado a ilustrarlo sin demasiada inspiración.

EL FOTÓGRAFO DE MINAMATA

Dirección: Andrew Levitas.

Intérpretes: Johnny Depp, Hiroyuki Sanada, Bill Nighy, Tadanobu Asano.

Género: drama. Reino Unido, 2020.

Duración: 115 minutos.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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