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La película de la semana | Otra ronda
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Anverso y reverso del alcohol

El planteamiento inicial provoca la sonrisa y la solidaridad con estos revolucionarios que creen encontrar en Baco la tabla de náufrago para su insatisfacción existencial

Mads Mikkelsen, en 'Otra ronda'. En el vídeo, tráiler de la película.
Carlos Boyero

Uno de los profesores de Otra ronda les propone a sus desconcertados alumnos que descubran la identidad de tres legendarios dipsómanos, de gente que pasó su trascendente existencia soplando alcohol. No la adivinan. Son Churchill, Hemingway y el héroe de la guerra civil estadounidense Ulises Grant. Pero los chavales tampoco intuyen quién fue un político militantemente abstemio y lleno de amor hacia los animales y los niños. Era Hitler. Esta comparación entre borrachos y sobrios que han pasado a la Historia puede ser tendenciosa y facilona. En cualquier caso, los protagonistas de esta compleja y excelente película siguen el consejo, aunque lo desconozcan, que alguna vez ofreció Baudelaire a sus semejantes: “Emborrachaos de vino, de poesía o de virtud, pero emborrachaos”.

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Son profesores de instituto y también antiguos e íntimos amigos. Su cotidianeidad es grisácea. Hace tiempo que dejaron de soñar, les abandonó la alegría, solo existe la inercia, el aburrimiento y la resignación ante su trabajo y sus relaciones familiares y sociales, la certidumbre de sentirse solos. Después de una cena etílica y muy divertida se propondrán ingerir sin prisas y sin pausas, diariamente, la suficiente cantidad de priva en su organismo, con la intención de recobrar la vitalidad, el deseo, la comunicación con las personas que aman y con el alumnado. Quieren desterrar el aislamiento interior, ser creativos, constatar el gozo de vivir. Y el alcohol programado les ofrece ese punto, todo parece funcionar, nada les resulta artificioso o vacío. Pero después de los fugaces días de vino y rosas, llegará el caos, el desmadre, los temibles resacones, el mono, la alarmante pérdida del control anímico, el consecuente reproche de su entorno, el vértigo diario, el abandono sentimental, el terror.

Otra ronda la coescribe y dirige Thomas Vinterberg, fundador del Dogma, creador de un cine tan original como inquietante, autor de películas que te remueven, que te hacen sentir y pensar, como la agridulce Celebración y el terrible alegato sobre el linchamiento moral de un hombre inocente en La caza. En su última entrega, el planteamiento inicial provoca la sonrisa y la solidaridad del espectador con estos revolucionarios que creen encontrar en Baco la tabla de náufrago para su insatisfacción existencial. Pero nuestra risa se va congelando cuando asistimos a la factura que deben pagar por su transgresión. En la explosiva secuencia final, después de momentos fúnebres y del fracaso de su experimento, volvemos a recobrar el vitalismo. El juego implica mucho riesgo. Ojalá que les vaya bien a los supervivientes que un día se empeñaron en sentirse vivos. Que al igual que aquel personaje de un cuento de Scott Fitzgerald, podrían confesar: “Bebo, porque al hacerlo, ocurren cosas”.

Los intérpretes, habituales en el cine de Vinterberg, te resultan creíbles y cercanos. Y, como siempre, es imposible desviar la mirada del rostro del protagonista Mads Mikkelsen, actor con personalidad magnética, con variados matices, desasosegante sin recurrir al efectismo, auténtico. Y celebras que en esta época sombría para la vida aparezcan algunas perlas en el cine. Muy pocas, pero reconfortantes. Lo son, para mis gustos nada atrabiliarios ni exóticos, esta película danesa y la estadounidense Mank. Cada una de su padre y de su madre. Pero con algo común, esas cositas llamadas talento y sensibilidad.

Otra ronda

Dirección: Thomas Vinterberg.

Intérpretes: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang, Lars Ranthe.

Género: tragicomedia. Dinamarca, 2020.

Duración: 117 minutos.

 

 

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