Filmar una pandemia después de haberla vivido
Cineastas, directores de festivales y ensayistas analizan cómo cambiarán las películas de catástrofes causadas por virus, un género que a causa de la covid-19 ha pasado de la ciencia ficción al drama social
Guerra Mundial Z parecía hasta febrero de 2020 la mejor guía para saber cómo comportarse ante una pandemia, en este caso de zombis: Brad Pitt, helicópteros y explosiones. Anteriores epidemias, como el sida, la gripe aviar o el ébola, asomaron en contadas ocasiones en la pantalla, con carreras contrarreloj como en Estallido (1995), de Wolfgang Petersen. Pero cuando llegó la covid-19, Steven Soderbergh pasó a la categoría de profeta: su Contagio (2011) resultó ser un certero anuncio de la cadena de transmisión del coronavirus, y se convirtió en la película más buscada en plataformas digitales, donde durante meses no estuvo disponible (ahora ya es accesible). Su mirada, centrada más en la fatal banalidad de la enfermedad que en grandes heroicidades, es la mejor pauta para un género cinematográfico que va a cambiar: su público ya ha vivido una pandemia. Hoy, cineastas, directores de festivales y expertos reflexionan sobre hacia dónde irá el cine de catástrofes mundiales.
Para Ángel Sala, responsable del festival de Sitges, el más importante del mundo centrado en el cine fantástico y de terror, “ganarán los tratamientos más serios; había un peligro que se veía como posible y no probable, y que ahora es cotidiano”. Ingrid Guardiola, profesora de la Universidad de Girona, investigadora audiovisual y realizadora (Casa de ningú), explica: “Contagio hablaba de la zoonosis, de una enfermedad que deriva del contacto entre la especie humana y otros animales. Este relato se va a multiplicar en los próximos años”. Desirée de Fez, periodista cinematográfica especializada en terror y fantástico, y autora de Reina del grito (Blackie Books), cree que habrá una mezcla de reacciones: “Algunos seguirán tirando de los tropos y los clichés del cine de contagios, porque sabemos que funcionan, y los creadores más ambiciosos buscarán reflexiones más ambiciosas, centradas en las sensaciones”.
Hay varios cineastas españoles que han filmado pandemias o desastres mundiales: Juan Carlos Fresnadillo en 28 semanas después, Nacho Vigalondo en Extraterrestre o Jaume Balagueró y Paco Plaza en la saga [·REC]. Este último advierte: “Ha habido un cambio tan grande en nuestras vidas, en nuestras maneras de comunicarnos y de comportarnos, que es imposible que no marque el cine futuro”. Para Fresnadillo, “el cine de pandemias, y en general el apocalíptico, se llenará de una mirada muy humanista”.
Ha habido un cambio tan grande en nuestras vidas, en nuestras maneras de comunicarnos y de comportarnos, que es imposible que no marque el cine futuroPaco Plaza
El coronavirus, según Sala, “no ha tenido grandes reflejos visuales más allá del vacío en las calles, porque los enfermos han fallecido en su mayor parte alejados de la vista pública. Eso empujará a que los argumentos que nazcan de la covid abandonen el fantástico para viajar a otros géneros”. Plaza lo confirma: “Ha sido una enfermedad de gran intensidad dramática, por supuesto, y nos deja imágenes de hospitales impactantes, pero, como dice Balagueró, en ritmo cinematográfico es una pandemia aburrida, por poco dinámica”.
El equipo de programación de Sitges ha estado viendo, en línea, películas de los certámenes de Sundance y de SXSW (en Austin), y ha oteado ese viraje en la pantalla. “Se usan otras claves, como la comedia romántica o el conflicto familiar. De hecho hemos visto dos, The End of Us y Recovery, que juegan con esos elementos: la primera cuenta cómo le afecta la pandemia a una pareja y la segunda describe el viaje de dos hermanas a través de Estados Unidos para rescatar a su abuela de una residencia de ancianos”, recuerda Sala. “Creo que estamos esquivando la pandemia”, apunta De Fez, y “puede que hablen más de ella películas que no se centran en el confinamiento aunque su gestación nazca ahí, como Malcolm & Marie”.
En lo que sí coinciden todos es que hay poco valor cinematográfico en el cine hecho durante el encierro, con honrosas excepciones como Madrid, interior, de Juan Cavestany. Plaza incide en cómo lo verá el público: “Hacer cine sobre una pandemia será un reto mayor, porque todos tenemos experiencia de primera mano”. Sala subraya: “Van a triunfar los tratamientos muy serios o los mejores delirios alejados de lo real con oleadas de zombis. Y las que antes se quedaban a medio camino, como Estallido, que mezclaba ciencia con algo de diversión, desaparecerán. Otro género en alza será el que base sus guiones en el negacionismo o el fanatismo. En Sundance se estrenó In the Earth, de un director con prestigio como Ben Weatley, que además la rodó durante el confinamiento, un ejemplo de película sobre grupos de personas que degeneran por el aislamiento”. Fresnadillo explica en esa línea: “Yo mismo sufrí el coronavirus, y lo peor no fue lo físico, sino lo psíquico, el encierro en soledad”.
El Hollywood del 11-S
Hay ejemplos de acontecimientos mundiales del pasado reflejados en la gran pantalla que pueden iluminar sobre cómo será el cine pandémico futuro. Ya en 1918, por culpa de la llamada gripe española, parte de la población mundial usó mascarillas, y se puede ver en cortos de la época como Dr. Wise on Influenza, que el British Film Institute ha puesto a disposición de cualquier internauta en su web: allí se habla de cuarentenas en casa, distancia social, lavados de manos y mascarillas. Décadas más tarde, Pánico en las calles (1950), de Elia Kazan, ilustraba la lucha de la policía en Nueva Orleans contra una ola de neumonía. “Otro ejemplo”, subraya Sala, “lo vemos en el cine sobre el 11-S. Primero Hollywood retrasó estrenos de películas sobre desastres por miedo al rechazo, y luego intentó plasmar los atentados en pantalla y no supo hacerlo, con excepciones como United 93. Sospecho que ahora ocurrirá igual: pasará un tiempo hasta que las majors hablen de la covid-19″. Ya lo ha intentado con la recién estrenada Inmune, producida por Michael Bay, y el resultado solo provoca risa avergonzada. Guardiola ve claras “relaciones entre la Guerra Fría y el cine de catástrofes biológicas en los sesenta y setenta, entre el sida y títulos como La mosca o Alien 3; y en este siglo XXI el audiovisual se ha alimentado de amenazas terroristas globales que pasan a ataques extraterrestres″. Y llama la atención sobre lo profético del El incidente (2008), de M. Night Shyamalan, “porque no se sabe qué ha provocado la crisis y porque el mal se transmite a través de aerosoles”.
Sí hubo tras el 11-S películas de terror que usaban la alegoría para hablar de los sentimientos provocados por los atentados. “El ansia, el miedo, la incertidumbre son sensaciones que volverán a la pantalla, seguro, sobre todo en el terror, sin estar centradas en el coronavirus”, cuenta Sala. Dos ejemplos: la versión de La guerra de los mundos de Steven Spielberg, o Take Shelter, de Jeff Nichols, hablaban sobre los miedos creados por el 11-S. De Fez subraya: “Es que el cine de terror tiene una habilidad increíble en captar el pulso de los tiempos. La pérdida, el dolor o los cuidados son temas que rebrotarán”. Para Fresnadillo, “ahí estarán los buenos trabajos sobre cómo confrontar la muerte en soledad y cómo asumir la muerte como parte de la vida”. Guardiola apunta a otras temáticas: “Espero que abandonemos el supervivencialismo de lucha contra zombis nacido de una elucubración de cómo será el fin del mundo y que asimilemos más que estamos en una crisis sistémica y que tenemos que hacer algo”.
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