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El mercado mundial del arte desciende a cifras de 2009

El informe de Art Basel & UBS certifica el auge de las galerías virtuales y retrocesos en igualdad y vaticina que las ferias serán híbridas y más selectivas

Arte
Un paseante ante uno de los trabajos de Maria Malinina, expuesto durante la feria internacional Cosmoscow, celebrada en Moscú en septiembre de 2020.SERGEI ILNITSKY (EFE)

El informe anual de Art Basel & UBS ha puesto cifras al desplome del mercado mundial del arte durante el año de la pandemia. Las ventas alcanzaron los 50.000 millones de dólares, lo que supone una caída de 14.300 millones. Los números suponen un retroceso a los números de 2009. El informe engloba no solo arte, sino también antigüedades y objetos decorativos, incluido el esqueleto de un T-Rex, llamado Stan. De ahí que China, con menor presencia en la parte de las artes plásticas, haya desbancado este año a Estados Unidos como el líder mundial de las subastas (36% frente al 29% de la cuota).

El diagnóstico, elaborado por la economista Clare McAndrew a partir de datos oficiales complementados con encuestas a galeristas y coleccionistas, muestra que 2020 ha sido el año de internet, del auge de las galerías virtuales y del uso de sofisticadas salas de exposición en línea (Online Viewing Rooms, OVR). La plataforma tecnológica Artlogic calcula que el número de sus clientes que las utilizó aumentó el 3.000%. Otra web, Artsy, reveló que el 35% de sus encuestados operan sin una ubicación física, más del doble que en 2019. Poco más de la mitad (54%) de estos lo hacen principalmente en el mercado primario (venta directa de obras de artistas), y la mayoría son microempresas individuales (65%) o con solo dos o tres personas (más del 25%).

La economista experta en arte Clare McAndrew.
La economista experta en arte Clare McAndrew.Paul McCarthy

Al hilo del auge de internet para esquivar el confinamiento, las ventas en línea han superado por primera vez las de las galerías tradicionales. En el caso de las subastas virtuales, estas rara vez superan el millón de euros y siempre con precio publicado, porque el coleccionista no se acaba de fiar, según el informe. Los encuestados están seguros de que este canal crecerá cuando acabe la pandemia.

El estudio brinda también un aviso para navegantes: se está produciendo una saturación de ofertas en la red muy similares entre ellas que despistan al comprador de arte, cuando este prefiere la “singularidad, la emoción del descubrimiento y el contacto directo con los coleccionistas”. En otras palabras, por muy avanzada que sea la tecnología virtual, resulta útil pero incompleta. De ahí que se dibuje en el futuro inmediato la irrupción de nuevos modelos: menos ferias internacionales y menos abarrotadas (cuanta más edad tiene el coleccionista, menos dispuesto está a viajar, aun cuando ya esté vacunado), y certámenes híbridos (presenciales y virtuales), con galerías pequeñas con artistas emergentes bajo el cobijo de las grandes con creadores consagrados o bajo el paraguas de ferias de renombre (como Art Basel). También se apunta a experiencias como la de la londinense Frieze, con un espacio abierto todo el año, exposiciones simultáneas en red con otras ciudades o la creación de asociaciones de galerías y ferias solo virtuales. Y se ofrece un consejo: que las galerías sean transfonterizas, adecuadas a las distintas normativas de los territorios.

Por primera vez, las ventas ‘online’ han superado las de las galerías tradicionales

El informe revela además un dato inesperado. El 28% de los vendedores aumentó los beneficios netos, mientras que el 18% lo igualó, pese a que las casas de subastas fueran las que más sufrieron (30% de caída), sin que les compensara el aumento de las opacas pujas privadas. En su conjunto las galerías perdieron el 20%, siendo las más perjudicadas las que se dedican a la reventa (el llamado mercado secundario un 39%). La sorpresa es positiva solo a medias. Sus buenos resultados se debieron a reducciones de plantilla, cambios de locales con alquileres más baratos y, sobre todo, a que la masiva cancelación de ferias internacionales les supuso un suculento ahorro en viajes y en el elevado precio de inscripción. La cara negativa es que a la larga corren el peligro de perder presencia y clientes, con el lastre del endeudamiento que la pandemia les ha obligado a asumir. La asistencia a ferias es algo sobre lo que ya llevaban meditando los galeristas antes de la covid. En el futuro reducirán el número de eventos, elegidos de manera más realista.

2020 fue también un año de retroceso en la búsqueda de la paridad entre hombres y mujeres artistas. Han pasado del 44% al 41% en cuota de representadas por galerías. Un inapreciable 7% de lotes vendidos en subastas fueron de artistas femeninas, donde destacaron Joan Mitchell (con un récord de 71 millones) y Yayoi Kusama (62 millones). Malos tiempos también para artistas jóvenes en un mercado centrado abrumadoramente en 20 nombres consagrados (Hockney, Richter, Condo, Cui Ruzhuo...) con precios más bajos que en 2019 y subastas con precio garantizado.

Contra el blanqueo de dinero

El informe de Art Basel & UBS dedica una especial atención a las leyes europeas y británicas contra el blanqueo de dinero. El mundo financiero vio en las inversiones en arte una alternativa de inversión ante el fin del secreto bancario. Ahora los compradores de obras de más de 10.000 dólares tienen que revelar su identidad. Incluso en Estados Unidos, que ha aumentado las tasas federales y reducido los beneficios fiscales de las herencias, está estudiando hacerlo. En España, el Gobierno tiene pendiente la transposición de la directiva de la UE y el control de las monedas virtuales. Aunque hay sistemas para seguir sorteando las normas, el papeleo exigido está desanimando a muchos inversores y los deriva hacia otros instrumentos financieros o las subastas privadas.

El estudio, sin embargo, no trata el impacto del emergente mercado bitcoin y el ethereum, ni la promoción del criptoarte por parte de las necesitadas casas de subastas. A diferencia de la crisis del 2008, el número de multimillonarios aumentó un 7% y su riqueza creció un 32% (En España quienes tienen más de 50 millones de dólares ha bajado un 9%). La compra de arte como método para diversificación o retorno de inversiones ocupó el lugar más alto de las motivaciones financieras de los mayores coleccionistas en todos los mercados.

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