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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Luisa Fernanda’, el amor como pandemia

El estreno de David Livermore en la zarzuela se salda con un espectáculo que funciona, pero en el que la historia acababa enredada

Una escena de 'Luisa Fernanda' en el Teatro de la Zarzuela, con dirección de escena de Davide Livermore.
Una escena de 'Luisa Fernanda' en el Teatro de la Zarzuela, con dirección de escena de Davide Livermore.JAVIER DEL REAL (TEATRO DE LA ZARZUELA)

Turno para una de las grandes zarzuelas, la más popular y apreciada de Federico Moreno Torroba, Luisa Fernanda, estrenada en la noche del jueves en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, otra vuelta de tuerca sobre la mujer madrileña a cargo de la factoría de Romero y Fernández-Shaw, los últimos grandes libretistas de la historia del género.

La música de Luisa Fernanda es un prodigio de inspiración y de buen hacer técnico. La cantidad y variedad de sus números musicales todavía sorprende y no creo equivocarme si afirmo que esa música sostiene a la zarzuela en el pedestal de la inmortalidad del género. Pero, ¿y el libreto? Técnicamente es sólido; el dúo prodigio de la lírica madrileña bordó otro de sus grandes éxitos. Ahora bien, Luisa Fernanda no es Doña Francisquita, no está Lope de Vega detrás. No es que falle, es que envejece mal. Especialmente, porque la temática del amor, con sus ínfimas variantes, daba buenas zarzuelas y no menos apreciables óperas, pero está llena de incongruencias. Hoy, que tanto se habla del amor romántico y de la necesidad de deconstruirlo, cuando no de destruirlo, deberíamos afilar el análisis y hablar también del amor caótico, ese baile constante entre el amor destino y el amor obligación. En La Chulapona, por citar otro título del mismo equipo artístico, la protagonista debe renunciar a su amor destino para que se cumpla la obligación de la paternidad legal. Sin embargo, en esta Luisa Fernanda, el amor destino se impone más allá de la lógica de que el pretendiente bueno, el hacendado Vidal, deba renunciar a su cuota de amor destino para que la amada cumpla con su llamada al amor eterno en brazos de un berzas, uno de los galanes más incoherentes del repertorio lírico, como si el enamoramiento fuera una enfermedad incurable, hoy diríamos una pandemia. Entender esto hoy día cuesta y mucho.

Todo esto viene a cuento porque cuando dos profesionales de muchos quilates, el director musical británico Karel Mark Chichon y el regista italiano Davide Livermore, se enfrentan a una obra de calidad musical incontestable y de difícil actualización, bueno… pues a veces se acierta y otras menos. Les motiva el esplendor de la música, pero la historia se enreda. Livermore, un brillante profesional de la regiduría lírica, propone llevar la acción de la Primera República a la Segunda, momento de la composición y estreno de la obra. Nada que objetar, le añade una visión cinematográfica que funciona muy bien al principio, aunque pierde fuerza gradualmente, sosteniéndose en un buen hacer teatral. En el estreno Livermore fue ululado en los saludos, de modo incomprensible en mi opinión. Pero, es cierto, que al final la historia se hace poco lógica, y no solo la amorosa.

En todo caso, lo que sí funciona, y muy bien, es el espectáculo. No hay apenas disonancias en la puesta en escena, bien los actores, los bailarines, la escenografía y sus aparatosos cambios, y la lógica dramática asociada a la puesta en escena.

La música, en edición crítica del hijo de Moreno Torroba y en la ya tradicional reducción a 23 músicos que obliga la pandemia, resulta muy bien y el director disfruta y hace disfrutar.

En cuanto al reparto, el primero, que fue el del estreno, tiene un nivel coral excelente y prestaciones teatrales de alta dignidad. En lo vocal, que es el meollo, la soprano Yolanda Auyanet brilla a muy buen nivel en Luisa Fernanda, así como Rocío Ignacio en la pérfida Carolina, y graciosa y solvente como suele ser habitual en ella María José Suárez. El reparto masculino tiene más irregularidades. El barítono Juan Jesús Rodríguez fue de menos a más, aunque salió a cantar con una afección laríngea que es digna de alabanza. En cuanto al tenor Jorge de León, bien en lo musical y con algún desequilibrio en la emisión.

En resumen, un espectáculo que los menos habituales del género disfrutarán y mucho reconociendo temas que la abuela les habrá cantado mil veces.

LUISA FERNANDA

Música, Federico Moreno Torroba. Libreto, Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw. Dirección musical, Karel Mark Chichon / David Gómez-Ramírez. Dirección de escena, Davide Livermore. Escenografía, Giò Forma. Reparto: Luisa Fernanda, Yolanda Auyanet / Maite Alberola; Vidal Hernando, Juan Jesús Rodríguez / Javier Franco; Carolina, Rocío Ignacio / Leonor Bonilla; Javier Moreno, Jorge de León / Alejandro del Cerro; Doña Mariana, María José Suárez; Rosita, Nuria García-Arrés; Don Florito, Emilio Sánchez; Luis Nogales, Antonio Torres; Anibal, Didier Otaola; Jeromo, Rafael Delgado; Bizco Porras, César Diéguez. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro Titular. Teatro de la Zarzuela, Madrid. 28 de enero al 14 de febrero.

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