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Crítica | La maldición de Lake Manor
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Secreto de mente y piernas

El engranaje del filme es de terror gótico con casona solitaria, niño con infinita curiosidad por el mundo y madre posesiva

La madre y el hijo protagonistas de 'La maldición de Lake Manor'. En vídeo, el tráiler de la película.
Javier Ocaña

A simple vista, es probable que la película de terror La maldición de Lake Manor, debut en el largometraje del italiano Roberto De Feo, sea percibida como poseedora de una única (y muy buena) idea, pero que aupada en el misterio que transmite y en el enigma que guarda hasta un preciso final, del que nos guardaremos las pistas, no contenga muchos más valores. Falsa idea. Y aunque es verdad que De Feo, autor también de la historia, sostiene su relato a partir de las pesquisas que los espectadores vamos haciendo conforme avanza, con mínima información acerca de los personajes y del entramado argumental, la película aglutina también otras virtudes.

El engranaje es de terror gótico: casona solitaria; niño en silla de ruedas con parálisis en las piernas e infinita curiosidad por el mundo, al que le tienen prohibido salir al exterior; madre posesiva y castradora, bellísima y con un singular sadismo. Sin embargo, la utilización de la fotografía y del color entronca con el giallo: rotundos verdes en el interior y rojos en el exterior. Como añadidos, una bonita trama acerca del despertar afectivo, amoroso y sexual del niño por una cría algo mayor, que entra a trabajar en la mansión como criada, y unos ribetes de lucha de clases entre los de arriba, la dueña de la casa y su inquietante mano derecha, y los de abajo, los que allí trabajan para el mantenimiento de un estatus de poder y para la conservación del gran secreto.

Con ecos de La caída de la casa Usher, de Edgar Allan Poe, de El bosque, de M. Night Shyamalan, curiosos anacronismos en un tiempo nunca conocido —teléfonos de los años sesenta, papel pintado de los setenta, iPods de principios del siglo XXI—, y una estupenda utilización de las músicas diegéticas, las que suenan desde dentro —la Sonata para piano nº 14, de Beethoven, junto a Where Is My Mind?, de los Pixies—, La maldición de Lake Manor se eleva sobre su solo aparente parsimonia. Y De Feo es capaz de resumir toda su historia en una digresión que en principio no parece tener mucho sentido, un cuentito sobre caballos y cerdos que un trabajador le cuenta a otro, pero que esconde lo que no acabamos de ver, pero sí empezamos a sospechar.

LA MALDICIÓN DE LAKE MANOR

Dirección: Roberto De Feo.

Intérpretes: Francesca Cavallin, Justin Korovkin, Ginevra Francesconi. Maurizio Lombardi.

Género: terror. Italia, 2019.

Duración: 107 minutos.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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