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Muere Mike Hoare, ‘Mad Mike’, el mercenario de los Patos Salvajes

El legendario soldado de fortuna, referencia cinematográfica, luchó contra los rebeldes simba en Katanga en los sesenta y protagonizó un fallido golpe de Estado en Seychelles en 1981

El mercenario Mike Hoare. En vídeo, imágenes del combatiente y de las películas que inspiró.
Jacinto Antón

Ha muerto a los cien años mientras dormía, el 2 de febrero en un asilo de Durban (Sudáfrica), en calmado traspaso que contrasta con su pasada vida turbulenta, el británico Mike Hoare, Mad Mike, el mercenario más famoso de los tiempos modernos. El título se lo podría disputar acaso Bob Denard (1929-2007), que aunque vivió similares peripecias tenía en su contra ser francés, tránsfuga religioso y polígamo.

En las experiencias reales de Hoare, el mercenario por excelencia en la guerra civil del Congo de los años sesenta, icónicamente ataviado con uniforme de camuflaje y boina de comando y empuñando un subfusil MAT-49, se han basado grandes filmes clásicos de aventuras como Patos salvajes (The Wild Geese, 1978) o Último tren a Katanga (1968), ese gran programa doble. De hecho, Patos salvajes —en puridad gansos—, película en la que Richard Burton encarnaba al ficticio coronel jefe de mercenarios Allen Faulkner que era una idealización shakespeariana de Hoare (aunque a este le gustaba el Bardo y podía recitar varios millares de líneas de sus obras), tomó su título del apelativo del 5º Comando, la unidad de mercenarios que mandaba Mad Mike en la guerra congolesa y que tenía el ganso en vuelo como insignia. Mike Hoare, de raíces familiares irlandesas (aunque nacido en 1919 en Calcuta cuando era parte del Raj británico), escogió para su heterogénea tropa el nombre de "gansos salvajes" porque era el que se daba a los soldados irlandeses que abandonaban su país para luchar en los ejércitos continentales europeos en los siglos XVI, XVII y XVIII.

Hoare ha inspirado en última instancia también, como emblemático soldado de fortuna, otras populares creaciones de ficción, desde Los perros de la guerra a El equipo A, o más recientemente la serie de películas Los mercenarios. Y es que Mad Mike —el peyorativo apodo se lo pusieron en la radio de Alemania del Este— representaba como nadie al mercenario arquetípico, ese combatiente valiente y descreído, resolutivo y muy adiestrado, capaz de poner su vida en juego al servicio de una causa por dinero. Y más si había más dinero.

El ataúd de Michael Hoare es llevado por sus amigos y familiares.
El ataúd de Michael Hoare es llevado por sus amigos y familiares.ROGAN WARD (REUTERS)

Mad Mike, como los mercenarios de ficción de las películas, tenía incluso sus principios: combatía sobre todo —siempre que le pagaran bien— al comunismo, al que consideraba "una insidiosa enfermedad" y "el mayor cáncer que el mundo ha conocido". Decía que había luchado en el Congo en 1965 contra el mismísimo Ernesto Ché Guevara y se jactaba de haber sido el único que había vencido al guerrillero cubano en batalla, haciendo que saliera por piernas en un enfrentamiento, ambos con sus hombres al frente de tropas negras, en Baraka, en las orillas del lago Tanganika.

Thomas Michael Hoare, que es como se llamaba nuestro hombre, no consiguió entrar en Sandhurst, la gran escuela de oficiales británica, para estudiar la carrera militar, y en cambio fue contable. Pero se unió al Ejército de la Reserva y con 20 años, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, se alistó en los Fusileros irlandeses de Londres. Posteriormente sirvió, y bien, en el Segundo Regimiento de Reconocimiento del Real Cuerpo Blindado donde alcanzó el rango de teniente y combatió contra los japoneses en Birmania y en la batalla de Kohima, el Stalingrado del Este.

Tras la guerra, con toda su experiencia militar atesorada y el grado de mayor, Hoare emigró a Durban y se convirtió en los años cincuenta en guía de safaris en el Kalahari y el delta del Okavango (consiguiendo de paso un gran conocimiento del terreno africano, el bush), y en soldado de alquiler, instigado por la CIA.

La operación de las Seychelles fue un desastre: a uno de los hombres de Hoare le descubrieron en el control del aeropuerto un fusil de asalto -que no es lo que sueles llevar si vas de vacaciones-  y otro montó en un pispás el suyo y comenzó a disparar.

Su gran hora, si podemos denominarla así, fue durante la llamada Crisis del Congo, esa extensión de la Guerra Fría en el corazón de África, donde sirvió como líder de mercenarios primero en 1961 al servicio de la secesión de Katanga y después en 1964, en el otro lado, en las filas del ejército congoleño, contra el famoso levantamiento en esa misma provincia conocido como la rebelión Simba (curiosamente las dos veces le contrató el mismo político, Moïse Tshombe). Fue durante ese episodio, que horrorizó al mundo por la violencia rebelde primero y luego por la de los dos bandos, cuando Mike Hoare se hizo mundialmente famoso. Especialmente por su enérgica marcha contra Stanleyville (actual Kisangani) al frente del 5º Comando, una fuerza de 300 soldados encabezada por medio centenar de sus mercenarios, sus wild geese ("les affreux", los terribles, para los congoleños), entrenados con los estándares británicos, y sin dejar casi de disparar (y de pillar por su camino oro en las minas abandonadas).

En la tropa, que cobraba entre 400 y 1.000 dólares de entonces al mes según el rango, había algunos que eran de lo peor de cada casa. Como Siegfried Müller, Kongo Müller, que había luchado en el ejército nazi y lucía su Cruz de Hierro en el pecho y cabezas de rebeldes en el coche (inspiró el deleznable personaje de Heinlein en Último tren a Katanga). O el capitán John Peters, desertor del SAS, que disparó al cocinero de la unidad al encontrar una mano de mono en la sopa.

En una emboscada en ruta, Mad Mike permaneció erguido desplegando su mapa bajo las balas para dar ejemplo. En la ciudad, los temidos simba, que mezclaban el marxismo con la magia tribal, el destripamiento y el canibalismo, sin desdeñar los bazookas, mantenían como rehenes a 1.600 civiles en su mayoría colonos europeos y misioneros, a los que amenazaban con ejecutar con sus pangas, sus machetes, de las maneras más espantosas. Tras la operación, que logró salvar vidas, pero que derivó en un saqueo generalizado, Hoare, que llegó matar a 13 rebeldes con su propia mano "antes de dejar de contar", fue promovido a coronel del ejército congoleño y su fuerza se incrementó hasta constar de dos batallones.

En los años setenta le contrataron (no hacía nada sin cobrar, claro) como asesor de la película Patos salvajes, en la que figuraba como actor algún exmercenario que había luchado bajo su mando. Tras no participar en la guerra de Biafra (1967-1970), donde los dos bandos declinaron ficharlo, en 1981 Hoare volvió a hacer de lo suyo, otra merc operation, al involucrarse en un golpe de Estado contra el presidente de las Seychelles orquestado por su antecesor y el Gobierno sudafricano, con la aquiescencia de EE UU.

Mad Mike reclutó 40 mercenarios incluyendo exmiembros de las fuerzas especiales sudafricanas, soldados rodesianos y antiguos combatientes en el Congo. Aterrizaron en las Seychelles caracterizados de jugadores de un equipo de rugby y con las armas escondidas en el doble fondo de sus equipajes.La operación fue un desastre: a uno de los hombres de Hoare le descubrieron en el control del aeropuerto un fusil de asalto —que no es lo que sueles llevar si vas de vacaciones a las Seychelles— y otro montó en un pispás el suyo y comenzó a disparar. La situación degeneró en un tiroteo generalizado y con los mercenarios capturando un Boeing 707 de Air India que había aterrizado en medio del fregado. Hoare y sus hombres se largaron en el aparato dejando a cuatro de los suyos en tierra. Murieron un soldado gubernamental y un mercenario. En Sudáfrica, Mad Mike fue juzgado a causa de la presión internacional y condenado por secuestrar el avión a diez años de cárcel, de los que cumplió 33 meses gracias a una amnistía.

Casado dos veces y padre de cinco hijos, hábil navegante y piloto de motocicleta (atravesó África a los mandos de una), Hoare, que vivió muchos años en Francia e investigó el fenómeno cátaro (también buscó en África un mono misterioso y una ciudad perdida), es autor de varias obras de referencia sobre la actividad de mercenario, entre ellas la canónica Congo mercenary (1967). Despedido como un "encantador, corajudo y brillante líder", un verdadero "oficial y caballero" de "sentimentalismo irlandés" en las páginas de la revista Soldier of Fortune (dónde si no), y pese a todas las películas, Mad Mike tendrá un juicio bastante más negativo en la historia como un tipo dedicado a soltar los perros de la guerra, cerrar los ojos ante sus atrocidades y liderarlos por dinero.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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