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Las discográficas independientes reafirman su peso ante la gran industria

Un informe señala que las compañías fuera de las multinacionales facturan más de 63 millones de euros al año. Los sellos alternativos claman contra los premios Odeón

Actuación del grupo La M.O.D.A. en el festival Sonorama.
Actuación del grupo La M.O.D.A. en el festival Sonorama.SONORAMA
Fernando Navarro

No son pocos ni son irrelevantes. Ese es el mensaje que quieren lanzar las compañías de la música independiente tras la celebración de los premios Odeón, los galardones destinados a reconocer a los mejores artistas del año en España y que ha incidido en la brecha que existe en la industria musical española, divida entre las multinacionales y todos los demás. Organizados por AGEDI (la asociación sin ánimo de lucro de gestión de los derechos de autor de los productores fonográficos) y vendidos como “los Goya de la música”, los Odeón dejaron fuera a un amplio sector del negocio, en el que se aglutinan decenas de sellos independientes que facturan más de 63 millones de euros y representan al 98’5% de los productores fonográficos españoles, según datos de la Unión Fonográfica Independiente (UFI).

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“Reivindicamos nuestro derecho a estar representados. Estos premios están en parte financiados por AGEDI, que engloba multinacionales, pero también sellos independientes”, arguye Carla Varona, portavoz de UFI. “Fue una gala para lucimiento de las grandes discográficas. Es tremendo. Dejarnos fuera ha sido un absoluto error”, asegura Carlos Galán, director de Subterfuge Records, compañía que lleva operando como independiente desde 1992.

Según el más reciente informe de la UFI, todavía no hecho público y al que ha tenido acceso EL PAÍS, la facturación de las compañías independientes superó los 63 millones de euros en 2018, lo que supuso un incremento de más del 9% con respecto al año anterior. Este volumen de negocio muestra el valor de las independientes en el mercado, pero hay algo igual o más importante: desde hace más de tres décadas suelen dinamizar la escena por su actitud de tomar riesgos y rastrear nuevos talentos. Unos talentos que, en muchas ocasiones, acaban por ser contratados por una de las grandes compañías. “Es algo que pasa desde que la industria independiente en los noventa empezó a ser destacable”, cuenta el director de Subterfuge Records. “A nosotros, por ejemplo, ya desde el principio nos quitaron a Dover, Fangoria, Marlango… Éramos el Osasuna ante el Real Madrid o Barcelona”.

La radiografía de UFI, que tiene 72 sellos socios, muestra que la compañía independiente tipo tiene 12 años de existencia y seis empleados de media. Y cada una tiene una media de ocho artistas. “La música independiente ha dejado de ser hace mucho tiempo la anécdota. Es una industria sólida. Alrededor de nosotros crecen propuestas. Tenemos perspectiva de futuro”, afirma Galán. Las independientes publicaron en 2018 más de 3.200 discos de todos los géneros, desde flamenco y folk hasta metal, trap y reguetón. Una diversidad estilística que en los Odeón brilló por su ausencia: los 11 premios, incluido el de honor que recibió José Luis Perales, fueron acaparados en casi su totalidad por músicos del pop melódico.

Los premios Odeón venían impulsados por las tres discográficas españolas más poderosas, pertenecientes a los tres gigantes a nivel mundial: Warner, Universal y Sony. Se repartieron los 11 galardones: Universal se llevó cinco, Warner sumó cuatro y Sony se quedó con dos. Al día siguiente de una gala llena de fallos técnicos, Coque Malla, que estuvo en el patio de butacas del Teatro Real, escribió en sus redes sociales: “Quedó clarísima cual era la filosofía y la línea a seguir, y de corazón creo que es un tremebundo y desastroso error”. “Son premios que se han sacado de la manga los ricos para ellos. Viven en una jaula de oro”, asegura Kiko Veneno, reconocido en 2012 como Premio Nacional de las Músicas Actuales, concedido anualmente por el Ministerio de Cultura.

Algunos artistas de las independientes

Kiko Veneno, Santiago Auserón, Zahara, Soleá Morente, Quique González, Izal, Los Planetas, La M.O.D.A., Viva Suecia, Hinds, Novedades Carminha, Morgan, Belako, La Casa Azul, Nacho Vegas, Xoel López, Anni B. Sweet, Tomasito, Triángulo de Amor Bizarro, Zenet, Guitarricadelafuente..

Fuera del universo centrípeto de las grandes discográficas, acostumbradas a capitalizar también la programación de las radiofórmulas, se oye un grito claro: la música independiente española también existe. En ese lado del negocio se encuentra Kiko Veneno, pero también otros nombres reconocidos con el Premio Nacional de las Músicas Actuales como Santiago Auserón, Carmen París y Javier Rubial. Y muchos más. Solo basta mirar la lista de los últimos ganadores de los Premios de la Música Independiente (MIN), una gala que la UFI lleva organizando desde hace 12 años: Morgan, María Arnal i Marcel Bagés, Triángulo de Amor Bizarro, Vetusta Morla, El Langui, Belako, Izal, Xoel López… Sucede igual con los premios Pop-Eye, que, organizados por la asociación extremeña cultural Bon Vivant desde 2005, reconocen la creación independiente. El año pasado premiaron a Loquillo, Sex Museum, Dolorosa, Cosmosoul, Estrella Morente y Ladilla Rusa, entre otros. Todos son nombres que llenan salas y que forman parte de muchos carteles del esencial circuito de festivales españoles, ignorado por los Odeón y que es tan importante para la facturación de la música en directo en España, pero también, como dice Kiko Veneno, para fomentar “el gusto y la afición de la gente joven”.

Como reconoce Guisasola, la principal lógica de los premios Odeón era básicamente una: las ventas. Según las bases de los premios, “para determinar los ganadores en las categorías de mejor canción, mejor álbum, mejor vídeo, mejor álbum de flamenco y mejor directo se tuvieron en cuenta los datos anuales de las listas de ventas o, en su caso, otras fuentes objetivas, como número de visualizaciones o de entradas vendidas”. El público podía participar eligiendo a los artistas Odeón del año, votando a sus favoritos a través de la página oficial de los galardones. Sus votaciones no eran determinantes -y nunca lo fueron en la entrega final- pues se cruzaban “con las del criterio del comité organizador formado por la representación oficial de la industria", que determinaba la propuesta inicial de candidatos "teniendo en cuenta todos los datos de ventas, escuchas y visualizaciones generadas a lo largo del año”. “Lleva a la demonización de los gustos minoritarios. Te sientes un poco culpable de no ser mayoritario”, se lamenta Kiko Veneno.

Si se aplicase esta lógica al mundo del cine, los Goya, una ceremonia que se celebrará este sábado en Málaga, ya tendrían ganador. La mejor película del año sería la más taquillera, esto es, Padre no hay más que uno de Santiago Segura. Nada tendrían que hacer, por tanto, las nominadas como Dolor y gloria de Pedro Almodóvar, Mientras dure la guerra de Alejandro Amenábar, Lo que arde de Oliver Laxe o Intemperie de Benito Zambrano.

A falta de una academia como las que tienen el cine, el teatro o la televisión, la música en España vive realidades paralelas. “La música es mucho más que números y está muy lejos de ser tratada de manera objetiva porque es todo lo contrario: es subjetiva, es emoción, es verdad, es autenticidad, es creación, es riesgo, es fusión, es magia, es calidad… Relegarla solo a las ventas es matar su esencia y negar la realidad de lo que está pasando”, afirma Carla Varona. Y Kiko Veneno concluye: “El arte no les importa un carajo. Ni lo disimulan. Es un desprecio a la cultura real. Que en la España de Falla y Camarón den los premios de esta forma es un dolor”.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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