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Charley Pride, el artista negro que se convirtió en una estrella del country

Antiguo jugador de béisbol, se recicló en cantante cuando ya era treintañero

Diego A. Manrique
Charley Pride actúa en el Auditorio Ryman el 10 de junio de 2015 en Nashville, Tennessee.
Charley Pride actúa en el Auditorio Ryman el 10 de junio de 2015 en Nashville, Tennessee.ERIKA GOLDRING (AFP)

Charley Pride, cantante, murió el sábado en un hospital de Dallas (Texas) a consecuencia del coronavirus, según informaron sus familiares. De 86 años, Pride fue una gran estrella de la música country desde sus inicios en el sello RCA, en la segunda mitad de los años sesenta.

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Solía ocurrir cuando entrevistabas a soulmen de la vieja escuela: aquellos tipos duros reconocían una devoción ilimitada por el country, apreciando sus virtudes narrativas en cuestiones amorosas; de hecho, podían recurrir a ese repertorio cuando necesitaban baladas. En verdad, esa admiración iba en un doble sentido: el gran Solomon Burke aseguraba que fue contratado para animar una reunión social del Ku Klux Klan… ¡y vivió para contarlo!

Charley Pride no pasó por experiencias tan crudas. Nacido en 1934 en Sledge (Misisipi) en el seno de una familia numerosa, conoció las miserias de cultivar algodón. Sin embargo, pudo escaparse gracias a sus habilidades como lanzador de béisbol en la liga reservada para negros. Eso le permitió realizar un servicio militar cómodo y conseguir trabajos compatibles con sus obligaciones deportivas.

En 1960, se instaló en Helena (Montana), donde también comenzó a cantar en directo. Tenía una grata voz de barítono y un amplio conocimiento del repertorio vaquero; llamaba la atención de figuras que pasaban de gira por allí.

Le sugirieron entonces que probara suerte en la capital del country, Nashville (Tennessee). Ya había hecho algunos intentos de profesionalizarse, pero se topó con el escepticismo: con el país tensionado por los conflictos raciales, no se veía posible la aceptación de un vocalista negro por un público esencialmente blanco y conservador. Tuvo la fortuna de conectar con Chet Atkins, famoso guitarrista y cazatalentos del sello RCA. Hombre progresista para aquel mundillo, Atkins apostó por Pride, aunque la discográfica ocultó inicialmente sus fotos promocionales.

Con el tiempo, ocurrió lo contrario: la aceptación de Charley Pride permitía a los radiofonistas y al público en general alardear de tolerancia. No había precedentes, aparte del armonicista negro De Ford Bailey, quien formó parte del plantel del histórico programa Grand Ole Opry. Pride fue lo bastante astuto para ganarse el apoyo de figuras redneck tan temibles como Faron Young; otro defensor fue el intimidante Waylon Jennings, con quién compartía discográfica.

Musicalmente, Pride se plegó al meloso sonido dominante, con coros y unos leves arreglos de cuerda, aunque también presumió de raíces profundas con un disco de homenaje al padre fundador, Hank Williams, y varias colecciones de canciones religiosas.

Números uno

Buen olfateador de material, fue uno de los primeros en apostar por las composiciones de Kris Kristofferson, aparte de ver posibilidades en creaciones de autores tan lejanos de Nashville como Henry Mancini (All his Children, 1972). En realidad, Charley sonaba tan blanco como cualquiera de sus habituales compañeros de escenario.

Tuvo una buena racha hasta bien entrados los años ochenta, con abundantes números uno en las listas country: All I Have to Offer You (Is Me), Is Anybody Goin’ to San Antone?, Mississippi Cotton Picking Delta Town, Kiss an Angel Good Mornin’...

En 1994, publicó una autobiografía, Pride: the Charley Pride Story, donde revelaba la cara b de su personaje radiante: los episodios maniacodepresivos, los problemas económicos que siguieron a inversiones fallidas... Dotado de buen humor, sobrevivió a su ruptura con RCA, grabando con sellos locales como 16th Avenue y Music City hasta tiempos recientes.

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