Agustín González de Amezúa, el académico que protegió las cartas de Galdós a Pardo Bazán
El escritor y crítico literario donó a la Academia 38 cartas que la autora envió al autor de los ‘Episodios Nacionales’ pero se reservó la correspondencia inversa. Su familia mostró las misivas a un librero madrileño hace 30 años
Agustín González de Amezúa y Mayo, miembro de la Real Academia de la Lengua desde 1929 hasta su fallecimiento en 1956, es el misterioso “académico de prestigio internacional” que tuvo en su poder las cartas que Benito Pérez Galdós envió a Emilia Pardo Bazán, según confirman fuentes conocedoras de esta correspondencia a EL PAÍS, y que ha avanzado La Razón. Los documentos, que hasta el momento se creía habían sido destruidos por la que fue esposa del dictador Francisco Franco, Carmen Polo, o en el incendio del pazo de Meirás en 1978, se encuentran en paradero desconocido. Fue gracias al testimonio de Guillermo Blázquez, un librero de la Cuesta de Moyano de Madrid, que esta parte del intercambio epistolar entre los autores revivió el pasado viernes 11 de diciembre.
El académico y crítico literario (1881-1956) fue un gran coleccionista de libros y manuscritos, un legado que completó con la herencia de la biblioteca de su tío, el escritor y periodista Ramón Nocedal Romea. Una parte de todo el material histórico y literario que reunió a lo largo de su vida lo donó a la RAE en 1953. Según la información que aparece en la web de la institución, entre toda la documentación hay 38 cartas que Pardo Bazán envió a Pérez Galdós bajo el título: Correspondencia amorosa de “una célebre escritora con otro famoso novelista”. Esta colección se difundiría posteriormente en libros como Miquiño mío y ensayos biográficos sobre la escritora.
“Tiene cierta lógica que, si poseía la correspondencia de Pardo Bazán, también tuviese en sus manos la de Galdós”, señalan fuentes de la RAE. “Si esto es así”, añade el académico, “denotaría cierta actitud machista de González de Amezúa, que trató de proteger el prestigio de Galdós preservando su intimidad, pero no le importó exponer el de Pardo Bazán”.
Doctor en Derecho por la Universidad Central de Madrid, González de Amezúa escribió en el ABC y La Vanguardia y en 1909 recibió el premio Medalla de Oro concedido por la Real Academia Española por el estudio de Cervantes y Lope de Vega en su obra El casamiento engañoso y Coloquio de los perros. Entre los documentos que el académico de la letra Z, que también fue tesorero de la RAE, entregó a la institución antes de morir están sus memorias, Epistolario sentimental, que no podrán leerse hasta 2026, cuando se cumplan 70 años de su muerte, según quedó establecido en su testamento. Un documento que dará pistas sobre el paradero de la correspondencia entre Pérez Galdós y Bazán.
Blázquez, según relató a EL PAÍS, pudo ver “un estuche con las cartas, calculo que habría entre 70 y 80” en la casa de los herederos de González de Amezúa. En el transcurso de pocos minutos leyó brevemente un par. “Tengo un recuerdo vago, eran algo subidas de tono para ese momento”, confesó a este diario. El librero, miembro de la Asociación Soy de la Cuesta, no puede precisar si todas las cartas corresponden al intercambio epistolar entre los autores. Solo recuerda que además de los ejemplares manuscritos que pudo leer vio también cartas de la época en la que el autor de los Episodios Nacionales fue diputado: “Tenían el sello de las Cortes”.
Babelia
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