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Suspendida la puja de 268 obras de un museo de Jerusalén

La venta se paraliza tras varias protestas, encabezadas por el presidente de Israel

Juan Carlos Sanz
Algunos de los objetos de Oriente Próximo que Sotheby’s tenía planeado subastar.
Algunos de los objetos de Oriente Próximo que Sotheby’s tenía planeado subastar.Jonathan Brady (Europa Press)

Érase un museo tan pobre que tenía que subastar sus obras para sobrevivir. El Museo de Arte Islámico de Jerusalén, cuyas colecciones de artesanía de Oriente Próximo y de joyas de la relojería antigua raramente visitan los turistas, se disponía a subastar a partir de este martes 268 de sus obras en la casa Sotheby’s de Londres con un precio de salida de unos ocho millones de euros. La fundación Hermann de Stern, propietaria las piezas que iban a ser rematadas en Londres, aseguró que la liquidación de un 5% de la colección del museo era la única salida para financiar la institución y mantener sus puertas abiertas al público en el elegante distrito jerosolimitano de Rehavia.

Uno de los vecinos del barrio, el presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin, se ha puesto a la cabeza de un movimiento de indignación secundado por el Ministerio de Cultura y la Fiscalía General que ha conseguido suspender la subasta en el último momento, según informaba este martes la prensa hebrea. Lujosas alfombras otomanas, refinadas vasijas de vidrio, manuscritos coránicos y hasta un yelmo plateado turcomano del siglo XV iban a ser liquidados en pública almoneda junto a más de 60 relojes de su colección permanente, entre los que destacan el cronómetro de bolsillo adquirido para el rey británico Jorge IV en 1818.

El ministro de Cultura, Hili Tropper, había reclamado a los responsables de la fundación los títulos de propiedad de los objetos que iban a ser vendidos al mejor postor, pero los documentos no han sido presentados aún. Una portavoz del museo declaró al diario Haaretz que se había solicitado a Sotheby’s “posponer la puja temporalmente hasta noviembre” a fin de justificar la plena legalidad de la venta de los bienes artísticos.

Hijo de un estudioso de la cultura oriental y traductor al hebreo de literatura árabe, el presidente Rivlin se pronunció abiertamente el lunes en contra de la salida del país de las piezas de la colección del Museo de Arte Islámico. “Estas obras tienen un valor más profundo y notable que el dinero (...) forman parte del acervo cultural y espiritual de Israel y de Oriente Próximo”, advirtió el jefe del Estado judío antes de pedir a los poderes públicos que tomaran cartas en el asunto. El fiscal general del Estado, Avichai Mandelblit, intervino poco después en nombre del Ministerio de Cultura, que sostiene que los bienes no pertenecen a la fundación, sino al propio museo de Jerusalén.

Bancarrota de la institución

Sus responsables alegan que la pandemia de coronavirus ha provocado la bancarrota de la institución, aunque la subasta de una parte la colección estaba prevista de 2017 a la vista de la crisis financiera que atravesaba. El director del museo, Nadin Sheiban precisó al portal digital Times of Israel que las obras que salían a subasta “fueron examinadas una por una antes de tomar una decisión sobre su venta, para evitar el desprestigio de la colección y con el único objetivo de mantener abiertas sus salas de exposiciones". En opinión de Sheiban, las piezas no forman parte del patrimonio cultural, ya que fueron traídos desde el exterior y no halladas en Israel, lo que exigiría el permiso de exportación de la Autoridad de Antigüedades.

Fundado en 1974 por la filántropa británica Vera Bryce Salomons, el Museo de Arte Islámico nació con la voluntad de tender puentes entre las culturas judía y musulmana. Para ello reunió un amplio conjunto de piezas de caligrafía, joyería y otros objetos artísticos de Oriente Próximo, a la que unió la singular colección de relojes que había heredado de su padre, lord David Salomons, con piezas únicas de los afamados modelos Breguet suizos.

Los ladrones no tardaron en corroborar la elevada tasación de los cronómetros. En 1983, un centenar de los relojes antiguos más preciados del mundo fueron robados de las vitrinas del museo en Jerusalén. Tardaron más de 25 años en ser recuperados y regresar, una vez reparados, a sus salas de exposiciones. Entre esas joyas se encontraba el reloj de bolsillo de la reina francesa Maria Antonieta, pieza cumbre del mítico relojero Abraham Breguet, valorado en 30 millones de euros.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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