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Julio Ollero, vida de un editor

Con vocación de todoterreno, mostró en toda su labor su amor por el libro

Julio Ollero, en junio de 1998.
Julio Ollero, en junio de 1998.

“Pocas cosas muy concretas se pueden decir sobre este oficio, salvo que es el más bello de todos”. Julio Ollero, fallecido el día 8 a los 68 años, me escribió hace poco estas palabras que resumen muy bien su vida. Empezó siendo un editor generalista (narrativa, ensayo, guías, libros de arte) y se dedicó a esta actividad entre 1980 y 2013.

Buscador de libros raros y curiosos, que empezó a publicar colaborando con José Esteban Gonzalo (facsímiles de viejos tratados y de manuales olvidados), se inició en la edición a los 14 años. Desde 2013, ha apadrinado libros que han filtrado “la materia de la que están hechos los sueños” para que esta sea octroyée al público.

Director en España en 1986 de Arnoldo Mondadori Editore, fue amigo de Alberto Moravia, conoció y trabajó en Turín con Giulio Einaudi y merecería haberlo hecho con otros grandes de la edición europea como Gallimard, Fischer, Unsed o Calasso, pero su temperamento independiente, poco amigo de los modelos establecidos, le llevó casi siempre a ir por libre “haciendo camino al andar” y aportando siempre el sello de su fuerte personalidad, buen criterio y gusto exquisito.

Su predilección por la edición pura —para Julio Ollero editar libros ha sido “una vocación, una forma de vida y un medio de vida”—, por el libro bien diseñado —véase la serie que tituló Textos tímidos, donde nos dio, como maravilloso canto del cisne, el incomparable Esto es todo, de Duras—, le llevó hacia la bibliofilia, como prueba su edición, en 1989, de Esopo, revista de gusto aldino, clásico y anticuario; su empeño por dar a conocer las revistas de la generación del 27 o sus bellísimos catálogos titulados Libros de Arte, donde ponía a la venta preciosos livres de peintre de los mejores artistas del siglo XX.

Desde una esencial vocación de editor todoterreno, que le ha llevado a darnos más de 2.000 libros (literatura contemporánea: Gabriel García Márquez, Soledad Puértolas, Carlos Fuentes, Julio Llamazares, Francisco Coloane, Gerald Durrell, Antonio Muñoz Molina…), historia del arte, historia de la cultura (una bellísima edición de Praga mágica, de Angelo Maria Ripellino), diplomática, libros raros y curiosos como los que aparecieron bajo el sello Almarabú hacia 1985, Julio Ollero evolucionó de forma natural, por su amor por el libro como objeto, hacia una editorial dedicada exclusivamente a libros sobre libros, un empeño paralelo a la Oak Knoll Press estadounidense y la milanesa Edizioni Sylvestre Bonnard.

Este nuevo tramo de su carrera editorial, que comprende unos 300 títulos, apareció bajo el sello Ollero&Ramos Editores, un proyecto que, a diferencia del generalista Julio Ollero, ofreció al público hasta el año 2013 un catálogo muy selecto sobre un tema olvidado en España que él supo poner en valor.

El arte de la encuadernación

Es difícil resumir su aportación aquí: cervantismo (Lucía Mejías, Imprenta y libros de caballería), incunabulismo (Julián Martín Abad), diplomática, codicología , historia de la imprenta (Colin Clair), conservación y restauración de libros (Javier Tacón), repertorios bibliográficos (Vicente Salvá), entre ellos bio-bibliografías y diccionarios bibliográficos, historia de la ilustración de libros, historia de la bibliofilia (Germán Masid Valiñas), pero, sobre todo, lo que podemos llamar artes del libro, es decir, historia de la tipografía, historia de la ilustración y marmoleado. Y, especialmente, Julio Ollero era amigo y gran aficionado al arte de la encuadernación, un tema editorialmente bastante maltratado en España fuera de los ámbitos de la bibliofilia de salón y en el que él ha realizado una aportación sobresaliente.

Este catálogo estrictamente bibliopégico de Ollero&Ramos Editores, que ha creado gusto y establecido un canon ligatorio, ha puesto al alcance del lector español manuales sobre la práctica de la encuadernación (Dudin, Sün Evrard, Emilio Brugalla, Carlos Vera...), textos de encuadernadores (como los de Emilio Brugalla), estudios sobre historia de la encuadernación (Dolores Baldó, Aitor Quiney, Antonio Carpallo, José Luis Checa), sobre encuadernación heráldica (Juan Antonio Yeves), catálogos de exposiciones y una Enciclopedia de la encuadernación que coordinó José Bonifacio Bermejo.

Desde que Julio Ollero dejó de editar a causa de la enfermedad que le ha tenido postrado los últimos años, ha decrecido la afición por los temas a los que él dedicó lo mejor de sus energías. Su legado editorial, hoy injustamente relegado, merece un reconocimiento y una continuación. Quien quería seguir sus pasos lo va a tener muy difícil.

José Luis Checa es autor de numerosos libros de historia sobre editores y encuadernadores.

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